• 03/06/2013 02:00

Nicaragua y sus políticas expansionistas

La muerte del un pescador hondureño hace tres años, cuando un buque de la Marina de Nicaragua embistió a varias embarcaciones de pescado...

La muerte del un pescador hondureño hace tres años, cuando un buque de la Marina de Nicaragua embistió a varias embarcaciones de pescadores hondureños en el Golfo de Fonseca, revivió en aquel momento las tensiones fronterizas entre Nicaragua y Honduras en el océano Pacífico. El gobierno de Managua alegó que los hondureños pescaban en aguas nicaragüenses y Tegucigalpa sostuvo que sus nacionales pescaban en sus dominios.

Lo preocupante de las disputas marítimas de Nicaragua, tanto en el Pacífico como en el Caribe, es que el presidente Daniel Ortega se ha dedicado a recalentar los diferendos limítrofes con los países vecinos para expandir sus fronteras. Un asunto que atiza con cierta vehemencia para tener más incidencias en las explotaciones de los recursos naturales en las áreas en disputas.

Está utilizando de manera deliberada estos litigios para afianzar una política expansionista, con el fin de lograr más dominios marítimos y, desde luego, como una aceitada estrategia de cohesión política de los problemas internos para distraer a los nicaragüenses de sus abusos del poder.

Por eso desde que Ortega llegó al poder han sido tensas las relaciones de Nicaragua con los países vecinos, hasta el punto de que el presidente de Honduras, Porfirio Lobo, amenazó con hacer uso de su fuerza aérea para defender la salida de Honduras al Pacífico.

Lobo acusó a la fuerza naval nicaragüense de patrullar dominios hondureños y los militares salvadoreños hostigan a los pescadores de su país. A pesar de que los tres países, desde que hace dos décadas la Corte emitió el fallo entorno a sus límites en golfo de Fonseca, han firmados varios memorandos y protocolos de entendimientos para hacer de esta área una zona de paz, de seguridad y de desarrollo, en la práctica las tensiones han continuado.

En una región que, debido a los recursos naturales que posee, se ha convertido en un espacio de permanentes conflictos entre las tres naciones. Incidentes que en la mayoría de los casos están asociados a los derechos de pesca y a las supuestas reservas de hidrocarburos. Pese a que aquellos litigios hacen parte de un legado colonial es pertinente señalar que más allá de política de cazapleito de Managua con sus vecinos, sus reactivaciones, también tienen mucho que ver con los cambios en la legislación internacional sobre derechos del mar. Legislación que amplió a 200 millas las áreas marinas y obliga a los países a realizar nuevas demarcaciones en las fronteras marítimas internacionales.

Obviamente que con base en esta normatividad internacional es que el gobierno de Ortega se ha basado para desconocer tratados, laudos arbitrales y de paso a reeditar las rencillas fronterizas con Honduras, El Salvador y Colombia. Ahora motivado por la euforia del fallo en el litigio con Colombia, en donde la Corte reconoció la soberanía colombiana sobre el archipiélago de San Andrés, Providencia, Santa Catalina y los Cayos adyacentes y le concedió más de 75 mil kilómetros de espacio marino, amenaza con instaurar de nuevo otra demanda contra Colombia, alegando que tiene derechos a más jurisdicción marina en el Caribe.

En el caso del litigio en el golfo de Fonseca, el tribunal de La Haya, en 1992, concedió a El Salvador dominios sobre las islas de Meanguera y Meanguerita; a Honduras sobre la isla de El Tigre y a Nicaragua posesión sobre tres millas a partir de punta Cosigüina. Lo polémico fue que no dirimió definitivamente los diferendos al dictaminar que los tres países, a través de mecanismos tripartitos determinen los derechos de cada uno a partir de la bocana del Golfo mar adentro. Fallo que, en lugar de ponerle fin a las disputas, creó más confusión y atizó más las tensiones, algo similar como se avizora que va ocurrir con el confuso veredicto de los límites con Colombia en el Caribe.

Por las ambivalencias de los veredictos de la Corte, el gobierno de Managua ha recalentado las disputas marítimas no resueltas con sus vecinos y dentro de sus estrategias también revivió las viejas rencillas limítrofes con Costa Rica en el río San Juan, diferendo que igualmente se debate en la Haya.

En conclusión: la Corte de La Haya, en lugar de resolver definitivamente las disputas limítrofes, lo que está haciendo con sus fallos ambiguos es crear más tensiones en los países del hemisferio.

PERIODISTA Y ESCRITOR.

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