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- 22/06/2024 00:00
Panamá, doce años en el Consejo de Seguridad
La República de Panamá obtuvo 183 de 190 votos (de una membresía total de 193 Estados), en las elecciones celebradas en el 78º período de sesiones de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU); se requerían 121, para formar parte, durante el bienio 2025-2026, como miembro no-permanente del Consejo de Seguridad, organismo encargado de mantener la paz y la seguridad en el mundo, con capacidad de emitir resoluciones de carácter vinculantes para todos los Estados, según establece la Carta de la ONU (1945).
Como segundo país más votado, el primero resultó Dinamarca con 184 votos, Panamá se posiciona en la comunidad internacional como un país elegible, de confianza y actor referente para aportar a la construcción de la paz y la seguridad internacionales, elementos indispensables para cimentar la base material de la economía y del desarrollo humano sostenible del país y del mundo.
Este mayor porcentaje de votos obtenidos respecto a las cinco ocasiones anteriores en las que Panamá ha ocupado un puesto en este organismo ha sido el resultado de una gestión diplomática ardua, frontal, constante y crucial que coloca al país en una posición privilegiada como parte del órgano con mayor poder decisorio de las Naciones Unidas.
En efecto, no es desde ahora que Panamá proyecta esta conducta internacional en su política exterior. En el bienio 1958-59 tuvimos la primera oportunidad de seis de ocupar un asiento como miembro no-permanente del Consejo de Seguridad, seguido de otras en 1958-1959, 1972-1973, 1976-1977, 1981-1982, 2007-2008 y, próximamente en el bienio 2025-2026. Cada uno de estos periodos ha tenido su tónica particular, producto de la evolución y cambios en el sistema internacional imperante desde la Segunda Guerra.
En la ocasión, la diplomacia panameña regresará a gestionar acciones conducentes a la solución pacífica de los conflictos y asuntos relativos a la guerra y a la paz. El mandato de Panamá iniciará en enero de 2025 y en agosto del próximo año deberá ocupar la presidencia del Consejo de Seguridad, lo cual ofrece un espacio único para proyectar en la esfera global la política exterior panameña.
A lo largo de 10 años -y doce, próximamente - Panamá ha construido una trayectoria que constituye un valioso activo en materia de política exterior, a veces desdeñado por la falta de una visión retrospectiva y segmentada que reconozca la importancia del ‘poder blando’ que representa el recorrido de una década en el Consejo de Seguridad, a título individual y en representación regional del Grupo de países de América Latina y el Caribe (GRULAC), del cual Panamá obtuvo el endoso unitario en la votación realizada en la Asamblea General de la ONU, el 6 de junio de 2024.
Desde aquí, instamos a los estudiantes e investigadores a ahondar en este papel singular de Panamá como actor en el sistema internacional y su contribución a los altos propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas, al multilateralismo global y regional, la cooperación y la solidaridad, el respeto al derecho internacional, el no uso o amenaza de la fuerza armada y/o violencia en las relaciones internacionales, el respeto a la integridad territorial y soberanía política de los Estados, el respeto a los derechos humanos, los mecanismos alternos para la solución de conflictos, el resguardo de la paz y la estabilidad internacionales y la promoción del desarrollo humano sostenible, como fin superior de toda gestión de política exterior.
Se hace imperativo, pues, dar continuidad e incrementar el valor agregado de nuestra trayectoria en el Consejo de Seguridad, como un activo que demanda generación de intereses y beneficios en búsqueda de la paz, la estabilidad y la seguridad internacional. Esto, no es mera retórica. El compromiso adquirido representa, en la actual y grave coyuntura global, enormes desafíos donde experimentaremos la colisión de las placas tectónicas de la geopolítica global en el propio Consejo de Seguridad, particularmente al asumir la presidencia rotatoria. Esto, sin soslayar la presencia cuasi inmortal de los cinco miembros permanentes del Consejo en su papel de miembros no electos democráticamente por sus pares.
Convertido en la única representación de América Latina y el Caribe, corresponde a Panamá un ejercicio diplomático de notable calidad profesional, con la enorme responsabilidad que la posición demanda, acorde con los principios de la Carta de las Naciones Unidas (ONU), de evitar la guerra, hacer que la paz sea una realidad permanente y su vulneración por los Estados sea penalizada con rigor y apego al derecho internacional, incluyendo los costos colaterales de toda situación que amenace la seguridad internacional. Así pues, cuando de paz y seguridad internacional se trata, hay que convertir este mandato en tema central de la política exterior, con el mérito y la sustancia que este serio compromiso exige, tal como lo venimos haciendo acuciosamente desde 1958.