• 09/05/2009 02:00

Quo Vadis? PRD

Después de la paliza que el presidente electo, Ricardo Martinelli, y sus aliados le propinaron al PRD y en vista de que algunos de aquel...

Después de la paliza que el presidente electo, Ricardo Martinelli, y sus aliados le propinaron al PRD y en vista de que algunos de aquellos, quienes durante la campaña expresaban suma confianza en la victoria y su lealtad al partido, era de esperarse que hoy lanzaran dardos y ortigas intentando aislarse lo más pronto posible de la “estrepitosa derrota”. Encuentro relevante un refrán antiguo que ahora parafraseo: “La victoria tiene mucha familia.. la derrota es huérfana”. Ya ha empezado el salvajismo político interno del PRD y existe la posibilidad que en los próximos meses se reducirá, de manera tajante, su potencia electoral. Dije “posibilidad” y no “probabilidad”.

Confieso que temo que la visión de Omar de crear un partido compuesto de sectores representativos de intereses variados y que cuya “tensión dinámica” interna lo conllevaría a encontrar soluciones aceptadas por todos, pueda desaparecer, debido a la falta de visión colectiva y las ambiciones personales de su liderazgo. ¡No quisiera que esta derrota se convirtiera en una guerra fratricida!

Para mí la victoria de Martinelli retrasará nuestro avance económico y político internamente y a nivel del hemisferio. Su política económica se asemeja demasiado a la política de los republicanos norteños. El congresista republicano de la Florida ha descrito la victoria de Martinelli como “una victoria para el mercado libre y no para el socialismo”. Acordémonos de que son los demócratas y no los republicanos quienes controlan la política de los EU y si el presunto senador Al Franken de Minnesota es consagrado ganador ellos tendrán 60 senadores que les dará rienda suelta para proseguir con sus programas.

¡Regresemos a la orfandad de la derrota! Son muchos los culpables, y entre estos nuestro pueblo que se dejó llevar por las promesas falsas del nuevo presidente; su propensa de no elegir administraciones consecutivas y quizás, de más relevancia, lo que ellos interiorizaron como la falta moral de Balbina al desafiar a Juan Carlos después de su presunto acuerdo y por ende no le dieron su voto. A pesar de lo anterior opino que la “máxima culpa” descansa sobre los hombros de aquellos “líderes” dentro del partido por haber olvidado que el principio fundamental de todo partido es ganar y mantener el poder político. Ellos optaron por sacrificarlo sobre el altar de sus “egos”.

Aceptemos a prima facie que Balbina cometió el error cardenal del cual se le acusa. Para mí su error no justifica el harakiri electoral. El partido llamó a una primaria y los candidatos participaron; desde aquel instante era mandatorio que fuesen disciplinados y que cerraran filas apoyando al vencedor sin titubear. Obama e Hillary, después de las lágrimas, lo hicieron. ¿Porque no el PRD?

Al decidirse la primaria Juan Carlos pudo, como Hillary, exhortar a sus seguidores a que apoyasen a Balbina. Aceptando acompañarla su misión era la de mantener sus tropas leales al PRD en consecución del poder. Debió haber corrido “sin tembladera”. Es deshonesto hablar de “ética política” ahora, cuando se tuvo la oportunidad de decir “Mi ética política no me permite aceptar” y declinar la oferta.

Candidatos reticentes no ganan elecciones. ¡Dejémonos de recriminaciones públicas y empecemos a recuperar el poder!

-El autor es escritor y profesor panameño residente en NY.cerussman@yahoo.com

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