• 01/09/2013 02:00

Una historia real

En tiempo de verano durante las noches bañadas de estrellas, en Chupampa, mi abuelo aprovechaba para contar sus anécdotas cargadas de sa...

En tiempo de verano durante las noches bañadas de estrellas, en Chupampa, mi abuelo aprovechaba para contar sus anécdotas cargadas de sabiduría, las que escuchábamos sentados en un círculo alrededor de su mecedora.

Una de esas noches narró: José Enrique, el mayor de tres hermanos, con nostalgia recordaba a su padre, quien le enseñó el caminó del bien. Cerca del día de su graduación como Licenciado en Administración Pública, se suscita una inesperada revelación... Aquel hombre que vio siempre como modelo de integridad, honestidad, llevaba una doble vida. Nadie sospechó, nunca, que don Edmundo Aguirre, ‘el caballero intachable’, tuviese una doble moral. No solo llevaba una doble vida de negocios turbios, sino que había hipotecado la propiedad donde vivía José Enrique con su madre y había entregado el valor que recibió por ella para pagar deudas de malos negocios.

¿Por qué? —Se preguntaba Enrique—. El abuelo, un sabio hombre temeroso de Dios le aconsejó: No te enojes por causa del mal que ha hecho Edmundo, confía en el Señor, mantente fiel a sus principios y Él vendrá en tu ayuda. Pues, los malvados serán despojados de la tierra, pero los que confían en el Señor tomarán posesión de ella.

Anda, habla con tu padre y con los que han adquirido la propiedad, arregla con ellos, porque lo poco que tiene el hombre bueno es mejor que la mucha riqueza de los malos. No se resienta tu corazón contra tu padre deja que el Señor dirija tus pasos, te lleve en el camino correcto; aun cuando tu padre ha hecho mal, no quedará caído, porque Dios mismo lo tiene de la mano. El Dios de los cielos no dejará que caiga de sus manos, ni dejará tampoco que lo declaren culpable si se arrepiente, porque en Dios buscó protección. Tú, confía en el Señor, perdónalo, y has lo bueno para que Dios te libre y te dé la tierra como herencia. No importa lo difícil que parezcan las cosas, la justicia estará contigo. Fíjate en el hombre honrado y sin tacha: el futuro de ese hombre es la paz.

Hizo una pausa reclinándose en la mecedora, preguntando, ‘¿qué creen que pasó?’. No pudieron salvar las tierras, pero lo más importante se rescató: el amor de un padre y el amor de un hijo. Se sonrió el viejo, como le decía mi padre, exclamando: Hay que confiar en el Señor, y hacer el bien; y Él te dará las peticiones de tu corazón. (Inspirado en el Salmo 37)

*ABOGADA Y PASTORA.

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