• 06/10/2023 07:12

Recuentos de votos en procesos electorales presidenciales panameños

Desafortunadamente, dentro de nuestra historia republicana de procesos electorales hubo dos casos de reconteos de votos presidenciales

Cuando se participa en unas elecciones presidenciales con el propósito de elegir al primer mandatario de la nación, cuya función principal es regir los destinos de un país, lo lógico, lo correcto, es que se reconozca el triunfo electoral a quien obtiene la mayor cantidad de votos entre los candidatos presidenciales, basados en la legitimidad de la voluntad mayoritaria del pueblo soberano. Esta es regla esencial en un sistema democrático de gobierno.

Desafortunadamente, dentro de nuestra historia republicana de procesos electorales hubo dos casos de reconteos de votos presidenciales, es decir, que en principio y originalmente el Jurado Nacional de Elecciones reconoció el triunfo electoral a un candidato presidencial, para posteriormente reconocer la victoria de otro. En ambos ejemplos los candidatos beneficiados habían ocupado la segunda posición.

Debo confesar que ambas elecciones presidenciales, de 1936 y luego de 1948, se caracterizaron por muchas irregularidades, entre ellas reportes de cédulas duplicadas, destrucción de algunas urnas electorales, insuficientes garantías en un torneo electoral, en algunos casos maniobras fraudulentas, violencia, represión y otras deficiencias por las que ninguna de las dos campañas puede enorgullecerse.

En el torneo eleccionario de 1932 salió electo presidente Constitucional el Dr. Harmodio Arias Madrid, venciendo a su contrincante Francisco Arias Paredes con una diferencia y amplia mayoría de votos, para la época, de 10,251 sufragios populares de un total 68,635 votantes que concurrieron a las urnas.

En el transcurso del mandato presidencial del Dr. Harmodio Arias Madrid comenzaron a florecer las aspiraciones presidenciales de connotados dirigentes políticos para las elecciones programadas para 1936. Una de esas figuras sin duda lo fue Don Domingo Díaz Arosemena, quien conservaba el dominio del Partido Liberal Doctrinario, hombre que representaba intereses económicos relevantes y quien, junto a otros, respaldaron al presidente Harmodio Arias cuando era candidato de ese colectivo político con la intención de ser su sucesor “en el próximo torneo electoral de 1936”.

En el período 1932 a 1936, la astucia que caracterizaba a Don Domingo Díaz Arosemena hizo que controlara la mayoría de los grupos integrantes del órgano Legislativo, por ende, como miembro de este, fue elegido presidente de la Asamblea Nacional de Diputados. Al igual, es importante destacar que en 1932 Díaz Arosemena también fue elegido Primer Designado a la Presidencia de la República (vicepresidente) en la nómina de Harmodio Arias Madrid. Por esas y otras razones, se decía que el próximo presidente de la república saldría del Partido Liberal Doctrinario y que sin duda sería Don Domingo Díaz Arosemena el candidato oficial. No obstante, al cabo de algún tiempo, la escena política cambia y el Señor presidente Dr. Harmodio Arias Madrid, en distintos momentos y oportunidades de su administración, ofrece su respaldo a varios candidatos presidenciales, incluyendo entre ellos al mismo Don Domingo Díaz Arosemena, a Don Enrique Adolfo Jiménez, a Don Francisco Arias Paredes, Octavio Méndez Pereira, Galileo Solís, Ricardo Joaquín Alfaro y Eduardo de Alba. Finalmente, su candidato fue su ex secretario de Relaciones Exteriores, Dr. Juan Demóstenes Arosemena Barreati, persona de su entera confianza y con quien tenía una deuda impagable desde la fecha en que Arias fue candidato para presidente Constitucional en 1932. En ese año, determinadas personas quisieron invalidar la elección del Dr. Harmodio Arias Madrid debido a que éste ejerció por breve tiempo la jefatura del gobierno después del golpe de estado del 2 de enero de 1931. Durante esos momentos, el Dr. Arias Madrid contó con el respaldo del Dr. Juan Demóstenes Arosemena, cuya defensa fue tomada en cuenta y esto permitió a Arias Madrid postularse a la Presidencia y luego lograr la Primera Magistratura de la Nación.

Así las cosas, se presentó como candidato presidencial para las elecciones presidenciales del 7 de junio de 1936 el Dr. Juan Demóstenes Arosemena Barreati, postulado en el mes de diciembre de 1935 por la otrora Coalición Nacional Revolucionaria, que se había transformado en el Partido Nacional Revolucionario como el ungido presidencial del Dr. Harmodio Arias Madrid, a pesar de que, un día antes, cuatro de los siete miembros del Jurado Nacional de Elecciones, controlado por la oposición, lo había declarado inhábil como candidato por haber ejercido el alto cargo de Secretario (Ministro) de Relaciones Exteriores dentro de los seis meses previos al día de la elección. Empero, por estas particulares singularidades de nuestra política criolla, el Secretario (Ministro) de Gobierno y Justicia, Señor Héctor Valdés, adjudicándose atribuciones inherentes al Jurado Nacional de Elecciones, dictaminó una Resolución Ejecutiva estableciendo la elegibilidad sin tipo alguno de escollos a favor de Juan Demóstenes Arosemena para participar en el torneo electoral, pues, según esta tesis, Juan Demóstenes Arosemena había renunciado la posición de Secretario el día 22 de diciembre de 1935, e inmediatamente fue proclamado en Antón como candidato presidencial por el Partido Nacional Revolucionario.

Por su parte, Don Domingo Díaz Arosemena fue candidato presidencial por el llamado “El Frente Popular”, compuesto por el Partido Liberal Doctrinario, el Partido Liberal Demócrata, el Partido Liberal Renovador, y por último, el Partido Socialista.

El otro candidato presidencial para estas elecciones de 1936 lo fue el Dr. Belisario Porras Barahona, a sus 79 años, postulado por el Partido Liberal Unido.

Los comicios se verificaron el 7 de junio para el período 1936-1940 y los seguidores de Domingo Díaz Arosemena proclamaron su victoria electoral a pesar de intimidaciones, abusos sufridos y otras anomalías más como el denominado “paquetazo de Veraguas”, donde muchos seguidores de Domingo Díaz Arosemena terminaron sin depositar su sufragio, además de que ocurrieron adulteraciones de actas de votación. Por éstas y otras anomalías, se volvió engorrosa la situación para el Jurado Nacional de Elecciones, toda vez que la mayoría de esa entidad reguladora, compuesta por Rosendo Jurado, su presidente, y otros como Francisco Filós, Rogelio Navarro y Fabio C. Arosemena, reconoció la victoria del candidato del Frente Popular, Don Domingo Díaz Arosemena el 7 de julio de 1936. Según datos que reposaban en el Jurado Nacional de Elecciones, Domingo Díaz Arosemena superaba al candidato oficialista por más de 1,400 votos. Increíblemente, luego, por Decreto Ejecutivo, se removió al Arq. Rogelio Navarro y a su suplente, Rodolfo Estripeaut, del Jurado Nacional de Elecciones, por haber entrado en contratos con el Banco Nacional y con la Caja de Ahorros, lo que supuestamente era prohibido para los miembros del Jurado Nacional, según el Artículo 13 de la Ley 29 de 1934. El Arq. Navarro fue sustituido por el tercer suplente, Pedro Fernández Padilla, un suplente legalmente impedido según algunos simpatizantes de la candidatura de Juan Demóstenes Arosemena.

A pesar de esto, la mayoría, presidida todavía por Rosendo Jurado V., J.J. Vallarino como Vicepresidente, Fabio C. Arosemena y Rogelio Navarro, Germán Gil Guardia Jaén, Francisco Filós y el Secretario Max Arosemena, expidió a Don Domingo Díaz Arosemena las credenciales de Presidente Constitucional Electo, en un acto donde hicieron acto de presencia connotados dirigentes del Frente Popular y el Dr. Belisario Porras Barahona, a pesar de ser uno de los rivales de Díaz Arosemena en esas elecciones.

Acto seguido, al negarse la entrada al Jurado Nacional de Elecciones que había favorecido a Díaz Arosemena, el ahora progubernamental Jurado Nacional de Elecciones anuló las resoluciones del 30 de diciembre de 1935 y del 30 de abril de 1936 que declaraban al Dr. Juan Demóstenes Arosemena inelegible y procedió a extenderle las credenciales como Primer Magistrado de la Nación para el período 1936-1940, como corolario de un Jurado que recontó los votos populares.

Según el registro oficial final de los votos de los tres candidatos a la presidencia, de acuerdo con el conteo suministrado por el gobiernista Jurado Nacional de Elecciones, simpatizante ahora del candidato gubernamental Juan Demóstenes Arosemena, éste obtuvo 41,827 votos, Domingo Díaz Arosemena 39,982 sufragios y Belisario Porras Barahona logró 7,302 votos a pesar de haber retirado éste su participación electoral sólo días antes de las elecciones. Así, la diferencia de votos entre Arosemena Barreati sobre Díaz Arosemena, fue de tan solo 1,765 votos.

Queda así con estos detalles resumidos el primer ejemplo de recuento de votos que contempla nuestra historia nacional de elecciones presidenciales. El segundo ejemplo se desarrolla así:

El día 9 de mayo se celebraron las elecciones generales de 1948, en la que participaron Don Domingo Díaz Arosemena respaldado por la Alianza Unificación Liberal; Arnulfo Arias Madrid del Partido Revolucionario Auténtico (PRA), José Isaac Fábrega por el Partido Renovador y Nacional Revolucionario; otros candidatos fueron Demetrio Porras por el Partido Socialista y Sergio González Ruiz por la Unión Popular.

La victoria electoral se le reconoció a Don Domingo Díaz Arosemena, en un torneo electoral caracterizado por diversidad de irregularidades de lado y lado, entre ellas enfrentamientos entre bandas paramilitares del oficialismo y la oposición.

Don Domingo Díaz Arosemena fue el mismo que participó en los comicios de 1936 y a quien fue perjudicado en el recuento de votos de esa justa electoral.

El día 31 de julio de 1948, el Jurado Nacional de Elecciones terminó el escrutinio estableciendo que en los cómputos finales Don Domingo Díaz Arosemena logró 72,153 sufragios, mientras que el Dr. Arnulfo Arias Madrid obtuvo 71,037 votos. Es decir, Díaz Arosemena triunfó por margen de 1,116 votos populares.

Es importante acotar que el día 28 de mayo, dos meses antes de la elección, un medio de comunicación escrito, la Estrella de Panamá, publicó los siguientes resultados no oficiales de esas elecciones:

Arnulfo Arias Madrid 73,459

Domingo Díaz Arosemena 71,897

José Isaac Fábrega 41,299

Sergio González Ruiz 4,704

Demetrio Porras 3,075

Seguidamente, la entidad encargada de regular la Comisión Electoral decidió anular 2,714 sufragios a favor de Arnulfo Arias Madrid, votos que fueron los que aseguraron la victoria de Don Domingo Díaz Arosemena.

El 1 de octubre, Don Domingo Díaz Arosemena asumió la Presidencia de la República para el período 1948 a 1952, convirtiéndose en el 24avo presidente de la Nación.

A menos de un año de ejercer el cargo presidencial, teniendo 73 años y dando serias señales de deterioro de su salud, murió el día 23 de agosto de 1949 en la Ciudad de Panamá.

Su Primer vicepresidente, Dr. Daniel Chanis Pinzón, lo sustituyó y procedió a remover al Jefe de la Policía Nacional, Coronel José Antonio Remón Cantera, orden que no fue acatada por esa entidad castrense y que hizo que se destituyera al Mandatario Chanis y por ende asumiera el cargo del Segundo Vicepresidente Roberto Francisco Chiari. El vicepresidente Chiari decide aguardar el veredicto de la Corte Suprema de Justicia sobre si era constitucional o no la destitución del presidente Chanis. Cuando la Corte Suprema declaró ilegítima la renuncia del Dr. Chanis, Roberto Francisco Chiari abandonó el Palacio de las Garzas, lo que a su vez causó que el alto mando de la Policía Nacional reconociera al candidato derrotado y adversario tradicional, Dr. Arnulfo Arias Madrid.

El Dr. Arias Madrid, sintiendo que él había sido el verdadero vencedor de la justa eleccionaria de 1948, solicitó que el Jurado Nacional de Elecciones hiciera un recuento de votos, como en efecto se hizo, para luego proclamarlo presidente Constitucional de la República. Sin embargo, poco antes, también el coronel Remón Cantera, jefe de la Policía Nacional, ante la situación reinante en el país, y no queriendo obedecer la decisión de la Corte Suprema de Justicia que mantenía al Dr. Chanis como presidente, decidió por su cuenta convocar al Jurado Nacional de Elecciones y solicitar que de forma apresurada y sumisa verificasen las actas electorales de las elecciones de 1948. En tiempo récord, el Jurado Nacional de Elecciones señaló que el verdadero desenlace del torneo electoral de año de 1948 fue el siguiente:

Arnulfo Arias Madrid 74,080

Domingo Díaz Arosemena 71,536

Es decir, el resultado de la verificación daba una diferencia de 2,544 votos de Arias Madrid por encima de Díaz Arosemena, pese a que el septuagenario presidente Don Domingo Díaz Arosemena había gobernado por nueve meses y 27 días como Primer Magistrado de la Nación.

De tal manera se realizó así el segundo y último reconteo de votos acontecido durante toda nuestra historia republicana.

Los dos casos expuestos de reconteos de votos presidenciales en nuestro país demuestran sin lugar a duda la descomposición política imperante de aquellos años en el país entre los grupos de la clase política, incluyendo a los castrenses, que no escapaban con su participación en la toma de decisiones anteponiendo sus intereses por encima de la voluntad popular.

Complicidad de gobernantes, políticos y elementos castrenses que con su actitud egoísta e interesada con el transcurso del tiempo han hecho que nuestro pueblo merme su fe en las instituciones públicas y que le dieron a éstos últimos un poder deliberante para interpretar a su antojo la expresión electoral de los ciudadanos, que nuestra Carta Magna siempre les negó y que es incompatible con las libertades esenciales en un verdadero sistema democrático de gobierno.

Los dos casos mencionados representan capítulos bochornosos en los anales de la historia republicana.

En ambos casos el Jurado Nacional de Elecciones, de acuerdo con sus circunstancias, momentos e intereses sentaron un precedente peligroso para las aspiraciones democráticas de un pueblo y se apartaron del cometido de su misión histórica.

Son hechos nefastos en nuestro accidentado acontecer histórico político republicano que nos debe llevar a la reflexión, que nunca más debemos repetir pues, como dijera el poeta y filósofo español Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana, “Quien olvida su historia está condenado a repetirla”.

El autor es abogado
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