• 20/06/2025 00:00

Sobresalientes cuentos recientes de Félix A. Quirós Tejeira

Ser escritor puede ser distintas cosas para personas diferentes, por más que el acto de escribir unifique en un nivel muy básico esta ocupación. Desde un simple hobby, determinado por el placer y el gusto, pero más bien de manera efímera y por tanto prescindible, hasta una auténtica profesión, con los rigores que le son propios y los diversos grados de responsabilidad personal y social que tal ocupación exige. O por algo menos formal: la vocación literaria, que a ratos se pone exigente y demanda ser atendida. Y cómo negar que el sitio en que mayoritariamente se ejerce la escritura, junto con los entramados históricos que le son propios a la población que habita ese lugar, también puede ser determinante de la actitud y grado de compromiso que el escritor tiene con su oficio.

Y aquí cabe deslindar lo que la palabra “oficio”, y sobre todo el concepto que de ella se deriva, significa al referirse a la literatura ejercida mediante la producción de obras que se firman y con suerte en algún momento se hacen públicas para compartir sus contenidos con los lectores. Tanto quien solamente se ocupa de las letras como un entretenimiento ocasional, como el que las cultiva muy formalmente -pero también todos los demás tipos de escritores que pueden muy bien estar en gradaciones intermedias entre estos dos extremos, e incluso oscilar por épocas de uno a otro sin que les preocupe mayormente el asunto de la nomenclatura-, sin duda alguna ejercen con mayor o menor conocimiento, rigor y pericia, un oficio; es decir, un quehacer u ocupación habitual: en este caso el de la creación literaria. Y todo lo que es creación está emparentado con lo artístico si ha de trascender.

Dicho esto, paso a reflexionar brevemente sobre esta hermosa y difícil ocupación literaria que de manera más o menos permanente realizan diversas clases de escritores, pero centrándome en quienes ejercen con la requerida dedicación y talento ese trabajo, que sin duda es a la vez vivencial, intelectual y artístico: el oficio de escritor. Un oficio ancestral, por cierto; anterior a Homero, el cual continúa ocupando un lugar prominente, aunque a veces algo degradado, en casi cualquier sociedad, en los medios de comunicación social y, con diverso interés o entusiasmo, en las capas más ilustradas de la población en la mayor parte de los países del orbe.

Visto en términos generales, un escritor es nada menos que un intérprete sensible e imaginativo de la experiencia humana, de los avatares cambiantes de la sociedad, de los intríngulis de la vida misma, quien a través de un empleo singular del lenguaje y una intencionalidad dosificada y eficiente revela en sus obras (cuentos, poemas, novelas), tanto los escenarios exteriores de lo real como los claroscuros de la intimidad. Y lo hace de ida y vuelta al entrar al flujo de la creatividad y, ya reconstituido, volver a sus más íntimas raíces, de forma original, irrepetible y conmovedora, sin renunciar a la imaginación, cuando de un verdadero artista de la palabra escrita se trata. Visto así: todo escritor que se tome a sí mismo en serio aspira a ser artista.

Justamente es acerca de las características del riguroso oficio de este tipo de escritor -el único que con su talento tarde o temprano trasciende-, y en torno a las interioridades del proceso creador mismo, que solidariamente pero con un mínimo de rigor intelectual propongo estas breves reflexiones como anticipo a mi entrada en material: Compartir en este espacio algunas de mis apreciaciones sobre el quinto libro de cuentos que el escritor panameño Félix Armando Quirós Tejeira (1959), ingeniero civil por la UTP, acaba de publicar con Foro/taller Sagitario Ediciones, titulado Las noches del corazón, cuya edición y prólogo fue orgullosamente mi responsabilidad. A este libro se le puede adjudicar una definición que, en otro contexto, me publicaron meses atrás en una entrevista en la revista salvadoreña La Zebra: “Todo buen escritor es, en el fondo, un fino, persistente y a menudo convincente conspirador.”

He sido el editor de los cuatro libros anteriores de Quirós Tejeira: Continuidad de los juegos (199l); Miel de luna (1993); La ciudad calla (1997) y Ella pasa a mi lado (2023). Con su quinto libro Las noches del corazón, recién publicado en mayo de 2025, se completa una labor ejemplarmente lograda en la totalidad del libro, ya que no hay un cuento que no esté muy bien pensado, y artísticamente manejado en cuanto a lenguaje, estructura e ingenio. Pocos cuentistas panameños pueden decir lo mismo de la totalidad de su producción. Y es que Quirós Tejeira parece intuir, desde sus primeras palabras al abrir cada texto, la función que habrán de ejercer personajes, situaciones y atmósferas perfectamente embonados entre sí, como si desde toda la eternidad no pudiera ser de otra manera. Lo que se llama, pues, un auténtico artista, incapaz de dejar suelta por descuido alguna pieza esencial del virtual rompecabezas.

En resumen, recomiendo la detallada lectura de esta nueva colección de cuentos de Quirós Tejeira como una manera de entender mejor los vaivenes de la naturaleza humana, sus deseos y temores, el caudal de sus sueños... Es uno de esos libros en donde no resulta fácil decidir qué cuentos nos gustan más. Cada uno tiene sus propios méritos: unos de índole humana; otros por su impecable forma de composición; otros más, porque los personajes nos conmueven o nos causan cierto grado de rechazo por sus respectivos comportamientos que nos sacuden...

En cualquier caso, a mi juicio se trata del mejor libro publicado hasta el momento por su talentoso autor, y uno de los mejores en nuestro país en este exigente género narrativo. Será presentado próximamente en la ciudad de Panamá. Desde ahora quedan todos cordialmente invitados.

El autor es escritor, profesor jubilado, promotor cultural y editor.

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