El presidente José Raúl Mulino reiteró la mañana de este jueves 19 de junio en su conferencia matutina que no sancionará una reforma a la Ley No. 462
Irán e Israel al borde de la guerra: escalada sin precedentes sacude al Medio Oriente

- 20/06/2025 00:00
Lo que durante décadas fue una guerra en las sombras entre Irán e Israel —a través de ciberataques, milicias aliadas y operaciones encubiertas— se ha transformado en una confrontación directa y peligrosa. La reciente cadena de ataques ha llevado a la región al borde del abismo, en un escenario donde cualquier paso en falso puede encender un conflicto a gran escala. La comunidad internacional observa con alarma cómo una enemistad histórica entra en una nueva y más volátil fase.
Una represalia que cambió el curso
El pasado 13 de junio, Israel lanzó un ataque sorpresa a gran escala, denominado operación Rising Lion, que incluyó oleadas de misiles, drones y aviones dirigidos contra instalaciones nucleares (Natanz, Fordow, Khondab), bases militares y altos mandos iraníes. La justificación oficial: neutralizar una amenaza inminente, ante evidencia de que Irán estaba cerca de producir un arma nuclear.
En respuesta, esa misma noche, Irán lanzó más de 150 misiles balísticos y más de 100 drones en lo que llamó operación Promesa Verdadera III, centrando fuego en Tel Aviv y Jerusalén. Fue una escalada sin precedentes: por primera vez hubo fuego directo de ambos países.
Este ataque se convirtió en el primer enfrentamiento militar directo entre Irán e Israel en décadas, dado que hasta ese momento el conflicto se había limitado a acciones indirectas, mediante aliados y milicias en otros países.
El más reciente de los ataques fue por parte de Irán, que este jueves lanzó misiles en varios puntos de Israel y dejó decenas de heridos. El ataque más fuerte ocurrió en el hospital de Soroka, uno de los principales centros de salud del país, ubicado en la ciudad de Beersheba. De acuerdo con las autoridades, el suceso dejó alrededor de 40 personas heridas.
La comunidad internacional ha abogado por la contención. Desde Washington, el presidente Donald Trump manifestó su apoyo irrestricto a Israel y aseguró que “cualquier agresión contra nuestro aliado recibirá una respuesta fulminante”. Ante el último ataque en el territorio, el mandatario estadounidense y su equipo advirtieron de introducirse en el conflicto sin perdón alguno.
Por otro lado, funcionarios del Departamento de Estado han iniciado conversaciones con países clave de la región para evitar que el conflicto desemboque en una guerra regional. Rusia y China advirtieron sobre el riesgo de desestabilización, mientras Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos se mantienen cautelosos, conscientes del impacto económico y político de una escalada abierta. Sea cual sea el resultado, las grandes potencias han tomado sus posiciones sin miedo a defender un bando por encima del otro.
El papel de Estados Unidos: aliado y árbitro
Estados Unidos es un actor central en esta crisis, pero bajo la administración Trump, su postura ha sido más frontal que diplomática. La Casa Blanca ha reiterado su respaldo total a Israel, y el presidente ha calificado los ataques de Irán como “una amenaza intolerable para la paz mundial”. La narrativa oficial estadounidense sostiene que Irán debe ser contenido con fuerza y no con concesiones.
Washington ha reforzado su presencia militar en la región con portaaviones, escuadrones de combate y sistemas antimisiles, como medida de defensa y como advertencia para Teherán y sus aliados. A diferencia de su primer mandato, en este segundo periodo, Trump ha mostrado menos interés por negociaciones multilaterales, priorizando acuerdos bilaterales con aliados estratégicos.
Esta estrategia refleja un giro más agresivo: Estados Unidos como protector directo de Israel y como fuerza de disuasión militar, con menor protagonismo de la diplomacia tradicional. Aun así, algunos diplomáticos estadounidenses mantienen canales abiertos con actores como Catar y Egipto, conscientes de que el costo de una guerra prolongada sería altísimo incluso para Washington.
Una enemistad con raíces profundas
El antagonismo entre Irán e Israel no es nuevo. Desde la Revolución Islámica de 1979, el régimen iraní ha considerado a Israel como un enemigo ideológico y geopolítico. A lo largo de los años, Teherán ha financiado y apoyado a grupos como Hezbolá en el Líbano, la Yihad Islámica y, más recientemente, a Hamás en Gaza.
Israel, por su parte, ha llevado a cabo múltiples operaciones encubiertas contra instalaciones nucleares iraníes y figuras clave del régimen, al tiempo que ha buscado alianzas con países árabes moderados para aislar a Irán.
Este enfrentamiento se ha desarrollado en un terreno de guerra híbrida: ciberataques, asesinatos selectivos, sabotajes industriales y guerras por poder en terceros países. El ataque directo de abril de 2024 rompió ese patrón.
Gaza, Líbano y Siria: los otros frentes
Mientras las capitales de Irán e Israel se miran de frente, otros escenarios han entrado en ebullición. En Gaza, el conflicto entre Hamás e Israel no cesa a pesar de en algún momento haberse dictaminado un alto al fuego. El gobierno de Netanyahu ha bloqueado cualquier tipo de ayuda humanitaria a la Franja y además incrementado los ataques ante una población que busca sustento en supuestas áreas señaladas para brindar comida y recursos. En el sur del Líbano, los enfrentamientos entre Hezbolá y el Ejército israelí se han intensificado, generando desplazamientos de civiles y decenas de muertes.
En Siria, donde Irán mantiene una fuerte presencia militar, los bombardeos israelíes han continuado apuntando a bases de milicias chiitas y depósitos de armas. Cada nuevo ataque aumenta el riesgo de que una chispa provoque un incendio regional que nadie pueda contener.
¿Hacia una guerra regional o una nueva disuasión?
Pese a la gravedad del momento, algunos analistas sostienen que ni Irán ni Israel tienen interés en una guerra a gran escala. Ambos enfrentan presiones internas: Israel atraviesa una crisis política prolongada bajo el liderazgo de Benjamín Netanyahu, e Irán sufre una economía debilitada por las sanciones y protestas sociales intermitentes.
La contención, sin embargo, es frágil. El error de cálculo, una provocación mal interpretada o un nuevo ataque de alguna milicia aliada podrían desatar una cadena de eventos incontrolables. En este contexto, los esfuerzos diplomáticos de países como Catar, Egipto y Turquía se han intensificado, buscando establecer canales de comunicación que impidan el colapso total del equilibrio.
Mientras tanto, el petróleo volvió a superar los 100 dólares por barril, y las bolsas de valores internacionales mostraron inestabilidad. El conflicto Irán-Israel no es un tema regional: sus consecuencias se sienten en las rutas marítimas, la economía global y la seguridad colectiva.