• 12/03/2024 00:00

Violencia contra la mujer, expareja y del mismo sexo

Hay una violencia ejercida contra los hombres, por parte de las mujeres, violencia invisible y silenciosa, muy poco es denunciada, y se da en el ámbito familiar, por ejemplo, no le da de comer, lo golpea, insulta [...]

La violencia afecta a todas las personas tanto en el ámbito público como privado, y en primer lugar tenemos, la violencia contra las mujeres o de género, violencia machista en la que el hombre ejerce control y dominio sobre ella por el solo hecho de ser mujer, ya sea cometiendo un femicidio, una violencia psicológica y económica, entre otros, castigada en la legislación penal panameña.

También tenemos, la violencia doméstica, que se realiza contra la mujer dentro de la familia , se ejerce no solo por la pareja, o expareja, sino por cualquier miembro de la familia, que puede ser de carácter físico, económico y psicológico, pero que no se considera como violencia de género. Además, se menciona la violencia que se da contra la mujer, en los casos de matrimonios forzados, mutilaciones genitales, contra las empleadas domésticas, la esterilización forzada, y la que ocurre en los conflictos armados.

Ahora bien, ¿solo el hombre realiza actos de violencia y contra la mujer? y, ¿siempre lo hace solo? La violencia es “violencia, pero no siempre es de género”, y se ha visualizado desde una perspectiva heterosexual, pero no de la que proviene de personas del mismo sexo, y tampoco se ha prestado atención a la violencia compartida, que puede darse en un femicidio, violencia física, psicológica o económica, entre otras.

La violencia intragénero o en parejas homosexuales, es diferente a la violencia de género, dominación de hombre a la mujer, existen los compañeros abusivos o maltratadores en las parejas LGTB, y las formas de abuso son similares, físico, psicológico, económico, entre otros, y es característico el temor o miedo de las víctimas a denunciar el hecho, y se emplea el “outing”, tipo de violencia y chantaje por la pareja a que hará pública su orientación sexual.

Igualmente, hay una violencia ejercida contra los hombres, por parte de las mujeres, violencia invisible y silenciosa, muy poco es denunciada, y se da en el ámbito familiar, por ejemplo, no le da de comer, lo golpea, insulta, o incurre en abuso económico, le controla el dinero, saca el dinero de las cuentas cuando recibe el sueldo (Melley,2018).

Pero también, hay una violencia ejercida contra la mujer, que no se limita exclusivamente a la expareja, pues esta se enfrenta en ocasiones a la nueva pareja del exmarido o exnovio: mujer que arremete contra ella, desde lanzarle un balde con excremento y aceite sobre la esposa de su exnovio en plena salida de la iglesia (10/2023), de agredirla físicamente, injuriarla o calumniarla, o de hostigarla psicológicamente o económica.

Pues bien, es importante trabajar para prevenir y erradicar todo tipo de violencia, y en el caso de la mujer se ha normalizado, por el machismo que todavía impera, y a la cual ninguna mujer escapa, ya sean de clase baja, media, o alta, profesionales o no, ya que el hombre se cree dueño y señor de la mujer, y practica todas las formas de violencia, y muchos lo hacen desde una doble fachada de personalidad oscura y de doble moral, son amables, virtuosos, tranquilos, suelen hacerse las víctimas al estilo de que “no matan ni una mosca”, y cuando llegan al hogar, de tranquilo cambia a una “cara violenta”, y todo le molesta.

Las medidas legales para frenar la violencia, son insuficientes y las estadísticas lo dicen todo, y hay que promover la educación, prestar atención a los patrones de conducta del maltratador que han sido aprendidos en su infancia y adolescencia, y por cierto, como el maltratador tiene habilidades de camuflaje, quizás pudiera irse pensando en fijar como requisito para el matrimonio una evaluación psicológica de los contrayentes de su personalidad respecto a las conductas, creencias, y estilo de vida familiar, que a lo mejor refleje la realidad de lo que son: inestables, con baja autoestima, abusadores, dominantes, manipuladores, sin empatía, en fin “un lobo disfrazado de oveja”.

El autor es catedrático de derecho penal
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