Vulgaridad hogareña

Muy a menudo se escuchan conversaciones de muchachos en las que sobresalen altisonantes voces repletas de palabras indecentes. Lo hacen sin la menor vergüenza y el mayor desparpajo en vehículos de transporte público. Los demás aguantan el mencionado irrespeto cabizbajos y sin decir esta boca es mía, por temor a groserías o la imperante violencia juvenil nacida en el seno de la familia panameña tenida en el pasado como cuna de la buena conducta. Las vulgaridades son el producto de la pésima educación brindada por los progenitores de los descarriados, no les dan el ejemplo. Hacemos un vehemente llamado a los padres, principales responsables, para retornar al camino correcto.