Una nueva constitución

Hasta que llegó a la Presidencia Ricardo Martinelli Berrocal, los panameños habíamos venido reformando cada cierto tiempo la Constitución Política de 1972, que fue expedida en medio de la dictadura militar. Fue así como se dieron las reformas de 1978, 1983, 1993, 1994 y 2004. El ejercicio gubernamental de estos cinco años, terminó de demostrar que el presidencialismo de nuestra estructura constitucional, que hace depender los límites del poder de la disciplina personal del ciudadano que ocupe tal dignidad, es un modelo que atenta contra los balances de poder y los pesos y contrapesos que deben existir en una democracia funcional. El presidente saliente logró copar todos los órganos del Estado y a través de ellos a las instituciones de control, llamadas a ejercer el papel de fiscalizadoras y frenos a los abusos del poder. De ahí la imperiosa necesidad de retomar el reto de ofrecernos una nueva estructura constitucional, que nos permita gozar de un nuevo ‘Pacto Social’ más moderno, acorde con los tiempos que transcurren y mucho más democrático y blindado a los apetitos de poder del presidente de la República. Reglamentar cómo van a ser electos los constituyentes que deben realizar ese delicado trabajo, es tarea que deberá abordar el Tribunal Electoral.