Rescatar nuestra política exterior

Desde la época colonial, la importancia de Panamá se sintió en el mundo. En la historia quedaron grabadas las ferias de Portobelo y la importancia del Camino de Cruces; el papel primordial que le asignó Bolívar a este pequeño país y la trascendencia del Canal en el comercio mundial. Desde un inicio, Panamá juega un papel en la geopolítica global y tiene una importancia en el concierto de naciones. Cuando Panamá rompió relaciones diplomáticas con Estados Unidos, oficialismo y oposición unieron fuerzas en cómo enfrentar este problema. El Grupo Contadora, el Grupo de Río y el papel de Panamá en la solución de diversos conflictos en el mundo, son ejemplos concretos de la importancia de la política exterior panameña. Los últimos años, Panamá ha sufrido ataques muy serios de países que intentan solventar sus problemas económicos a costa de desprestigiar Panamá. Lo lamentable, empero, es que la política exterior panameña de hoy difiere mucho de antaño. En lugar de robustecerla, la hemos minimizado y hasta nos unirnos a causas, comprometiendo nuestra histórica neutralidad. Panamá apoyó la coalición contra Isis, ha tomado partido con el Grupo de Lima; agachó la cabeza y obedientemente hizo lo que le han ordenado la OCDE y el GAFI; obedeció y fue cómplice en la vergonzosa Lista Clinton y dejó que se humillara el país con los mal llamados ‘Panama Papers'. El nombre de Panamá ha resurgido con fuerza, pero no por acciones del Gobierno. La fanaticada panameña en el Mundial de Rusia empezó la tarea de vender ese otro país diferente al descrito por los ‘Panama Papers'; la sociedad panameña en la Jornada Mundial de la Juventud; el hito histórico de Mariano Rivera en el Salón de la Fama y la reciente participación de Erika Ender en el Carnaval de Río. En definitiva, Panamá sigue siendo importante, pero necesita de una política exterior realmente eficiente, porque de continuar como va, es inaceptable.