Son varios los problemas que afronta la Caja de Seguro Social, pero algunos exigen atención prioritaria. Se trata el de las citas y el abastecimiento de medicamentos para los usuarios, quienes pese a que pagan sus cuotas, no reciben de inmediato el servicio cuando lo requieren. Si se suma la no muy cordial atención de algunos funcionarios, la situación empeora. Pero el problema interno de la Caja es mucho mayor. Con un abultamiento en la planilla, donde los funcionarios administrativos rebasan con creces al personal de salud, hay que tomar decisiones urgentes. La Caja de Seguro Social debe ser reestructurada y convertirla en una empresa modelo y eficiente. Actualmente, supera los 33 mil empleados, de los que más de 17 mil son administrativos. Según estadísticas, la proporción de personal de salud respecto a los administrativos es de tres a uno; es decir, por cada tres personas en salud, debe haber una en administración. En la Caja, la proporción es abismalmente opuesta. Por cada tres trabajadores de la salud, los administrativos son 3.5, lo cual es incongruente con la eficiente gestión de una institución como la Caja. Con respecto a las compras, la Caja también se maneja de forma deficiente, cuando se gastan millones de dólares en la compra de medicamentos a precios no competitivos. Si se habla del rendimiento de los fondos de la Caja, tampoco son los mejores. Son múltiples aspectos los que hay que enderezar en esta institución antes de hablar de aumentar las cuotas, la edad de jubilación o de los aportes por parte de los asegurados, porque hay tareas inmediatas que corregir. ¡Así de simple!

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