El único camino viable hacia el gran objetivo nacional de ser un país desarrollado es el de lograr una educación moderna, de alta calidad, que llegue por igual a todos los ciudadanos del país. Es esta la vía para que todas las personas, ya sea de los países desarrollados o en desarrollo, se conviertan en profesionales, emprendedores y en líderes exitosos de los sectores público y privado. Han pasado 37 años desde que, en enero de 1979, el presidente Aristides Royo y su ministro de Educación, Gustavo García de Paredes, intentaron impulsar una frustrada reforma educativa. Calificada de militarista, la reforma provocó masivas protestas populares que concluyeron con su derogatoria el 31 de octubre de ese año. Hoy día, la precaria situación de la educación panameña reclama la urgente acción de todos sus actores, para modernizarla y colocarla al nivel de las exigencias del Siglo XXI. Para modernizarla no se requieren más estudios. Urge, eso sí, la integración de todos los sectores, para impulsar una política educativa que priorice el aprovechamiento de las tecnologías de la comunicación y la información (TIC), a fin de producir ciudadanos que se inserten sin dificultad en una economía globalizada. Como punto de referencia, Cisco Systems realizó un profundo estudio dirigido a modernizar la educación global (www.transformglobaleducation.org). El estudio, realizado por expertos del Reino Unido, Australia, China, la India, Hong Kong y Singapur, reveló que el país que más gasta en educación no siempre es el que produce los mejores resultados; sino el que utiliza la inversión de forma más racional y eficiente.

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