La justicia toca al poder

A caba de suceder lo que hasta ayer era impensable en este país: un funcionario con autoridad, y con cierta relevancia, acaba de perder un caso judicial por violar un aspecto fundamental de la legislación sobre transparencia: se olvidó, se negó, escurrió o burló su obligación de responder a una solicitud de hábeas data. Su actitud elusiva o de omisión le ha costado una multa de dos meses de sueldo, y esto, por un lado, medio que ha dignificado la justicia porque muestra que se puede, por lo menos al nivel de algunos funcionarios, ser independiente del poder político; por otra parte es un precedente positivo en cuanto que la importancia de cualquier ley, y la de transparencia en especial, no es cualquier cosa, y los elusivos tendrán que mirar con cuidado antes de arrojar al cesto de la basura cualquier solicitud ciudadana.