• 20/12/2015 01:00

La invasión y el contexto internacional

¿Por qué se invade Panamá en 1989? Las versiones son diversas

¿Por qué se invade Panamá en 1989? Las versiones son diversas. Pero, al margen de cualquier explicación lo que no es posible es obviar el contexto que opera en las relaciones de fuerza de la política internacional a finales de los ochenta de siglo XX. Varios son los hechos: fin de la guerra fría; caída del muro de Berlín; expresiones claras de cambios en el bloque socialista que culminan con la desintegración de la Unión Soviética y la aparición de la Comunidad de Estados Independientes; así, el tradicional esquema de los dos polos de poder está en franco decaimiento y, con esto, el comunismo, como sustento del intervencionismo, cede espacio al narcotráfico como nuevo sustento del hegemonismo estadounidense.

En América Latina, por su parte, son importantes los cambios de las relaciones de poder siendo, como uno de los resultados, los procesos de paz (en Centroamérica) y la apertura de la democratización que lleva al fortalecimiento de los gobiernos bajo dirección de los civiles. La militarización y el militarismo están en retirada o insertos bajo otra orientación no ajena a los intereses que impone el poderío de los neoconservadores que desde inicios de los ochentas ocupan la Casa Blanca.

Así se entiende que los mismos norteamericanos relacionen la invasión con la lucha al tráfico de drogas y el lavado de dinero. Que había que derrocar al general Noriega, considerado ahora un ‘narco-dictador', e implementar la democracia y la autoridad civil. La Casa Blanca justificó la acción armada, además, diciendo que la misma era ‘destinada a proteger la vida de los norteamericanos; restaurar el proceso democrático; preservar la integridad del tratado del Canal de Panamá y arrestar al general Noriega'.

Otra de las corrientes sostiene que EE.UU. invadió Panamá con el propósito de mantener y proteger sus intereses estratégicos, asegurando el control del Canal de Panamá más allá del año 2000. Para esto se requería imponer un gobierno dócil y pronorteamericano que aceptara e impulsara el objetivo del imperio. Ambas explicaciones desconocen la incidencia del elemento esencialmente estratégico de la política norteamericana propio del nuevo contexto de finales de siglo. Desde mediado de 1987, el militarismo panameño se presenta como obstáculo para la política neoconservadora que postula el recobro del hegemonismo estadounidense en el Tercer Mundo y en particular en América Latina. Los militares habían, desde la crisis de 1987, agotado su potencial de mando ante el fortalecimiento del ideario civilista que postula la ‘democracia con militares profesionales, obedientes y apolíticos'.

Los neoconservadores norteamericanos, con tres períodos continuos, habían decidido desde 1985 apartar de su camino a las ‘dictaduras autoritarias'. La política hegemónica instaurada conlleva a EE.UU. a reformular los términos de su política para la región. Esto ocurre con Panamá, sin que el desenlace del conflicto tuviese que ver necesariamente con el nacionalismo de los militares que decían bregar en contra de las pretensiones de Estados Unidos de reformular los términos de su presencia militar.

La invasión no es ajena a la transición de la política norteamericana. Estados Unidos buscaba, desde el ascenso de Reagan en 1981, superar la debilidad de su política exterior, observable con el ascenso, entre 1974 y 1981, de catorce países con gobiernos no alineados, como es el caso de Nicaragua, Mozambique, Zimbabwe, Agola, Granada, Irán, Afganistán, Vietnam, Cambodia, Guinea-Bissau, Tome, Cabo Verde y Etiopía.

La evolución de los acontecimientos, en el caso de Panamá, llevó a los norteamericanos a plantearse la destrucción de las Fuerzas de Defensa. Los militares dispuestos a mantenerse en el poder reaccionan con discursos enérgicos contra EE.UU. en momentos en que el imperio buscaba consolidarse como potencia hegemónica exclusiva en nuevo marco de fuerzas con la ex URSS. La invasión sería una ‘medida ejemplar'. Y con ella la historia nos enseñaría que para Panamá el imperialismo mantiene el viejo esquema, que se creyó superado, de la subordinación a costa de lo que sea.

DOCENTE UNIVERSITARIO

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