• 17/03/2011 01:00

Mirada renovada del aula escolar

La educación en Panamá como en todos los países del mundo, aún en la sociedad de la información, depende, en buena parte, de lo que se h...

La educación en Panamá como en todos los países del mundo, aún en la sociedad de la información, depende, en buena parte, de lo que se hace y ocurre en las aulas escolares de los centros educativos existentes. En la relación entre el personal docente y los alumnos se define día a día, gradual y progresivamente, el desarrollo de las capacidades humanas para vivir plena, responsable, activa y pacíficamente, así como las oportunidades de participar en la actividad productiva del país, generar ingresos, mejorar su calidad de vida y contribuir al progreso nacional. Al final de las cuentas, es allí donde se define el avance o el rezago de la educación nacional.

Esta relación docente—alumno se explica por la presencia de diversos factores externos e internos al aula. El origen sociocultural del estudiante es el más definitorio, pues perfila de modo especial las expectativas de aprendizaje, así como los estímulos al desarrollo de habilidades, destrezas, actitudes y conocimientos considerados fundamentales en los aprendizajes escolares. Por ejemplo, niños y niñas que provienen de hogares con medios y recursos culturales y un ambiente favorable de alimentación, comunicación y educación son en general más propensos a lograr éxito en su proceso escolar. Contrario sensu, aquellos que carecen de estos medios, tienen menos estímulos educativos y poseen más dificultades en sus aprendizajes.

De allí que en un país tan desigual como el nuestro, una política pública sostenida dirigida a cerrar la brecha en las oportunidades sociales y económicas entre las familias, contribuye también a reducir las desigualdades educativas en los hijos de familias pobres y asegurarles buenos resultados educativos en la escuela. Al mismo tiempo que una educación con equidad y calidad representa el mejor igualador de oportunidades en la sociedad.

En el plano interno, importante es el entorno físico, material, tecnológico y curricular del centro educativo donde se realizan las experiencias de aprendizaje. Será el escenario ideal para alcanzar los objetivos educativos, una escuela accesible a sus estudiantes, atractiva físicamente, con los servicios, recursos pedagógicos apropiados y el clima institucional que estimula el trabajo y el estudio, la atención a la diversidad, con un diseño curricular flexible, rico en experiencias de aprendizaje, potenciadoras de las inteligencias de sus estudiantes.

Sin embargo, el docente, llámese maestro, maestra, profesora o profesor es el arquitecto principal del aula escolar. Es la persona responsable de gestionar el espacio—tiempo—recursos, de modo que todos los elementos se integren y armonicen adecuadamente en los procesos conducentes hacia resultados de calidad en los aprendizajes. Su misión es lograr aprendizajes significativos, utilizando estrategias y métodos que favorezcan la construcción de conocimientos de parte de sus alumnos.

Para ello este profesional debe saber cómo se aprende y, por lo tanto, cómo funciona el cerebro y cómo estimularlo. De allí que cuánto más conozcan sobre el funcionamiento del cerebro, más éxito tendrá en su labor como docente. El cerebro es un órgano vivo que se reorganiza constantemente a lo largo de toda la vida, de acuerdo a la información y estímulos que recibe. Su plasticidad es mayor en la primera infancia, que es la etapa más rica de experiencias de aprendizaje, muchas de las cuales perduran a lo largo de la existencia humana. De allí que conviene preguntarse:

¿Cómo hace el docente para que sus alumnos encuentren significado en lo que aprenden?, ¿cómo logran recordar mejor los estudiantes el aprendizaje de un conocimiento o destreza?, ¿cómo se logra conseguir la concentración de sus alumnos durante la clase?, ¿cómo desarrollar capacidades motoras en estudiantes con limitada movilidad física?, ¿cuáles estrategias pedagógicas son más efectivas para estimular el cerebro de los estudiantes en el aula escolar?

Igualmente, el docente debe reconocer que las capacidades de pensar y aprender se facilitan en un ambiente libre de amenazas y rico en oportunidades inclusivas de participar, exponer sus ideas, fortalecer su autoestima. En un clima escolar donde se construye confianza con su docente y fomentan actitudes positivas con sus compañeros, con el estudio y con su entorno educativo.

Es en ese marco donde se propicia la relación estrecha entre teoría y la práctica pedagógica, la investigación y el debate, la preparación, adquisición y utilización de recursos diversos de aprendizaje (filmes, carteles, presentaciones, mapas, maquetas), se aprenden los conocimientos lingüísticos, matemáticos, científicos y sociales, mediante la solución de problemas y múltiples ejemplos. Igualmente, se impulsa el trabajo grupal, el conocimiento de otras personas, culturas y pueblos, se fomenta la lectura y la comprensión lectora.

Un desempeño docente, orientado por estos principios, demandará una adecuada formación profesional inicial y continua, con clara identidad y una pasión incuestionable por lo que hace. El reconocimiento y aplicación de valores éticos centrados en la igualdad, la solidaridad, la actualización continua y el respeto, para cuidar del desarrollo afectivo y moral de sus alumnos, será fundamental en ese desempeño. La vinculación a las familias de sus alumnos y la participación en la vida de la comunidad donde funciona su escuela, demanda igualmente una capacidad y motivación profesional especial. Por lo tanto, el dominio de las competencias pedagógicas, científicas y culturales, es parte de las exigencias renovadas en esta noble misión.

Las aulas escolares que son gestionadas con esta dinámica, tienden a ser más inclusivas y, por lo tanto, refractarias al fracaso y la deserción estudiantil, pues cuentan con los mecanismos para identificar las debilidades en los aprendizajes, recuperarlas y afianzarlas oportunamente.

El reto será siempre hacer del aula escolar un lugar atractivo e inspirador para vivir y aprender. Todos esos docentes y estudiantes que enseñan y aprenden con motivación y empeño, merecen nuestro reconocimiento en este nuevo año escolar.

*DOCENTE UNIVERSITARIO.

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