• 19/10/2012 02:00

Empleo y educación al debate

Una gentil invitación de Unidos por la Educación, me permitió recientemente vivir una enriquecedora jornada de información y reflexión s...

Una gentil invitación de Unidos por la Educación, me permitió recientemente vivir una enriquecedora jornada de información y reflexión sobre la educación panameña, en presencia de un nutrido grupo de educadores, comunicadores sociales, estudiantes, directivos de la educación, empresarios, dirigentes comunitarios y otras personas, de la provincia de Coclé. El foco de la jornada giró en torno a la importancia de la educación como generadora de oportunidades de empleos dignos y bien remunerados, así como de ciudadanía responsable y activa en beneficio del progreso regional y nacional.

Se apreciaron los altos niveles de crecimiento de la economía y de inversión extranjera, el incremento del empleo y la demanda de personal calificado. Igualmente, se analizaron los riesgos de la insostenibilidad de esta bonanza, por la insuficiencia de un capital humano panameño debidamente formado con las competencias y en las proporciones necesarias, en los niveles ocupacionales requeridos. La insuficiente calidad de los aprendizajes y la desigualdad en las oportunidades educativas fueron destacadas como limitaciones fundamentales, para lograr esas capacidades humanas en todo el país.

Un hecho remarcable es que como país hemos avanzado significativamente en la ampliación de la cobertura escolar y en los niveles educativos de la población. Sin embargo, son insatisfactorios aún los logros en la calidad de los aprendizajes y en la equidad de los servicios educativos. Por ejemplo, Panamá ocupa el tercer lugar en escolaridad de la población en edad productiva en la región latinoamericana (9.4 grados), gracias a la inversión realizada históricamente en la educación Primaria, hoy casi universal, y a una extensión progresiva en la Preprimaria y la Superior y más lenta en los servicios de enseñanza Preescolar y Media.

En este proceso, aparece una nueva brecha en la formación, que ya no es solo entre los que asisten y no asisten a la escuela, que es crítica entre los diversos grupos sociales, según el lugar que ocupan en la estructura social del país (pobres, ingresos medios y altos). Sino, entre el número de grados que alcanza la persona y la equivalencia que tiene con el conocimiento obtenido en sus estudios. Así se ha podido demostrar en las pruebas internacionales (SERCE y PISA) en las que ha participado Panamá en los últimos años.

Además de los lugares marginales ocupados en el consorcio de naciones participantes en estas evaluaciones, la disociación entre grado o año escolar y aprendizaje logrado por los estudiantes, también es notoria. Hay diferencias en los aprendizajes adquiridos en un mismo año escolar en matemática, ciencia y comprensión lectora entre estudiantes dentro del territorio panameño, y también con aquellos de países que más avanzan en educación en el mundo como China, Corea y Finlandia, y en la región como Chile, Argentina y Uruguay.

En este sentido, empieza a notarse la desventaja en conocimientos, en general, entre egresados de la escuela panameña, inclusive de los de mayor ingreso, y los de países que invierten y cuidan mejor su educación. Recientemente el Banco Mundial hizo destacar estas disparidades en su informe sobre Mejores Empleos en Panamá (2012), y que los inmigrantes tienen mejor educación y salarios. Aún con igual escolaridad, puede registrarse hasta un 150% de diferencia respeto de los panameños. ¿Es que estamos apostando a que el crecimiento económico y el futuro de Panamá se sustenten en los recursos humanos importados, o tendremos la voluntad y capacidad como país, para formar las inteligencias necesarias para construir nuestro propio destino como Nación?

El crecimiento y sostenibilidad de la economía y el desarrollo humano, solo pueden construirse con personas bien formadas y equipadas con las nuevas habilidades cognoscitivas, sociales y afectivas que demanda la nueva economía y sociedad. Pues a medida que evolucionan las tecnologías y la información, y se modifican los entornos ecológicos y sociales, cambian los requerimientos educativos de la sociedad y se demandan nuevas políticas, estrategias y perfiles de formación.

Existen actualmente señales importantes en este cambio de rumbo de la educación. La transformación curricular de la educación media, la capacitación de docentes y directores del sistema, los mecanismos de compensación social que se ejercitan mediante becas, computadoras, alimentos, la red de oportunidades y otros servicios, son parte de este esfuerzo. Igualmente, es destacable el gran salto en calidad que se ha logrado con el proceso de evaluación y acreditación de las universidades del país, hacia el mejoramiento continuo de la f ormación y la investigación científica.

Aún se encuentra pendiente la reforma de la educación postmedia técnica no universitaria, para articular mejor la formación al empleo, cambiar el modelo de formación y de incentivos al personal docente, asegurar que toda la población tenga un mínimo de 12 años de escolaridad como condición básica para escapar de la pobreza; disponer de los mejores docentes y escuelas en las áreas rurales, indígenas y urbano-marginales; conectar al Internet todas las escuelas del país, asegurar efectividad del sistema de evaluación, aumentar el tiempo destinado a la enseñanza de la matemática, la ciencia, la lectura comprensiva y extender el año escolar. Estas y otras tareas importantes solo será posible lograrlas, si hacemos de la nueva educación el megaproyecto principal del Estado y la sociedad. Gracias al movimiento Unidos por la Educación por atreverse a caminar en este sentido.

DOCENTE UNIVERSITARIO Y EXMINISTRO DE EDUCACIÓN.

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