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- 25/03/2013 01:00
Entre el regalo y el olvido
Maud Katerine Carter, de seguro usted lector no tiene idea de quién es esta mujer, tampoco tiene idea dónde vive, qué hace y mucho menos sabe que es el nombre de María Carter Pantalones.
María Pantalones impuso una moda liberal, cuando las mujeres debían ser recatadas, su enorme estatura era punto de referencia en una multitud.
No tengo conocimiento sobre cuándo inició la idea y obra de recoger regalos, bicicletas, pelotas, patines y zapatillas para la niñez del Chorrillo, pero mi punto de referencia es diciembre de 1969. Estaba en el mercadito cercano al parque de los aburridos, cuando pude ver una multitud de niños siguiendo a esta enorme mujer, quien en patines dirigía una larga caravana de patinadores y chiquillos en bicicleta.
En las Navidades del 73 me fugué de la casa y me quise unir a uno de esos paseos, montado en mi panga, estaba con mucho miedo en la esquina de calle 14 con avenida A. María se detuvo, ‘¿te unes?’, fue el saludo. Recibí las instrucciones de seguridad y orden, la voz de María Pantalones era dulce, pero enérgica, su risa llenaba los espacios vacíos de la mente, bastaba una mirada de María Pantalones para darte cuenta de que, o seguías sus instrucciones, o te salías del paseo.
Rifas, solicitudes, tocar puertas, era su segundo trabajo, pues tenía que dar sus regalos a ‘sus niños del Chorrillo’, la escuchaba en la radio, cuando agradecía a sus benefactores.
Cada vez que la encontraba le dejaba un algo para cooperar, me insistía en que me llevara el número de la rifa, su típico tono de voz no me dejaba más alternativa, jamás gané el premio, pero sí gané en satisfacción. Le reclamaba que no ganaba y ella me decía con una gran sonrisa ‘no compraste el ganador’. Santa jamás iba al Chorrillo, María Pantalones era quien se esperaba en las Navidades. Lo más probable es que los niños del Chorrillo no reciban juguetes esta Navidad, Maud Katerine Carter, está muy enferma. Su legado de apego y amor por los niños del Chorrillo iba más allá del deber, ella se metía en una labor de la madre que busca la felicidad para sus hijos.
Y, como sucede con los que hacen patria, los gobernantes, los doctos, esperan que muera para hacerles homenajes póstumos.
A los hijos de María, Carmen y Carlos, un abrazo en estos momentos, su madre llenó de felicidad a miles cada Navidad; ella cumplió su misión, nos toca ahora a nosotros seguirla, con el mismo ánimo con el que ella lo hizo.
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