• 30/09/2013 02:00

Educación de Cine en Panamá

Durante la primera década de este siglo, todos hemos contribuido a unos fundamentos macroeconómicos altamente satisfactorios para Panamá...

Durante la primera década de este siglo, todos hemos contribuido a unos fundamentos macroeconómicos altamente satisfactorios para Panamá. Según datos del Banco Mundial (2012), entre 2001 y 2011 se duplicó el PIB, situándose al finalizar ese periodo —pese a notar los efectos de la crisis financiera global— en torno al 11 %. Los principales aportes a este crecimiento se distribuyeron así: Construcción, 13,4 %; Transporte y comunicaciones, 12,2 %; Comercio, restauración y hostelería, 7,9 %; Servicios financieros e inmobiliarios, 6,2 %.

Esta bonanza económica trajo consigo una notable necesidad de mano de obra que, por una parte, impulsó el empleo, haciendo caer el desempleo durante los últimos 10 años del 12 % al 4 %, y, en paralelo, amplió la ocupación de la población panameña (población empleada/población total) del 50 % al 60 %.

Desde la perspectiva educativa, todo ello se tradujo —en estos sectores más dinámicos de Construcción y Servicios— en una mayor demanda de trabajadores con educación primaria y secundaria, e incluso, post-secundaria. Con esto, también se produjo una mejora de los salarios, en particular, para los trabajadores con educación secundaria. Pero, paradójicamente, esta mayor demanda en la formación de los trabajadores de los sectores más dinámicos en la economía de esta primera década del presente siglo, no trajo consigo una elevación generalizada en el nivel formativo de los trabajadores panameños. Podríamos concluir, de lo plasmado por el Banco Mundial, el positivo contexto económico-laboral de la década ha expandido el empleo, permitiendo un aumento de los salarios sin cambios globales en el nivel de competencias ofertadas por el conjunto de los trabajadores panameños.

La cercana finalización de las obras de ampliación del Canal será una variable importante en la modificación del contexto económico-laboral del país, que incidirá directa y negativamente en el sector de la construcción. Por tanto, el mantenimiento e incluso, la mejora de la economía, los empleos, los salarios... requerirán de nuevas opciones y alternativas ligadas a sectores ya identificados en el país (turismo, logística, agro-negocios), a nuevos ámbitos de negocio en la sociedad del conocimiento (telecomunicaciones, informática), y al afianzamiento y/o ampliación y reestructuración de los servicios financieros en unos mercados cada vez más globalizados, pero que a la par, también buscan una mayor transparencia y comunicación entre los diferentes gobiernos.

Hacer frente a los retos y oportunidades que se presentarán a corto y medio plazo en la economía panameña, va a requerir, además de una política activa en relación con la incubación y generación de empresas (no me refiero al primer rebusque) acordes con las dinámicas de esta nueva economía global, trabajadores con las habilidades y competencias suficientes —en calidad y cantidad— para desempeñarse de manera eficaz en los nuevos contextos laborales. Podemos afirmar que en economías avanzadas como la de EE. UU., el desarrollo tecnológico y la innovación en las empresas demanda trabajadores con habilidades analíticas e interpersonales cada vez más desarrolladas. El caso de Panamá, si bien EE. UU. es otra liga, es evidente un estancamiento generalizado tanto en habilidades correspondientes a procesos rutinarios como en las que se requieren en la nueva economía.

Este estancamiento de la formación de la población autóctona panameña, se ve complementado con una inmigración de un nivel educativo alto, lo que se traduce en salarios más elevados. El nivel educativo de los inmigrantes es mayor que el de los panameños, tanto en años de estudios como en calidad de la educación; esto último es más evidente en los ámbitos que requieren educación terciaria, donde los salarios de los inmigrantes son ‘un 150 por ciento superiores a los de los panameños con un nivel similar de educación’, según el Banco Mundial. El Informe de la Organización Unidos por la Educación es tajante a este respecto: ‘La escasez de recurso humano calificado es una de las razones que sustenta que esta cantidad de extranjeros labore en el país’.

Tres son los grandes ámbitos o niveles formativos de los que se nutre de forma mayoritaria el recurso humano calificado, a diferentes niveles en el país: i) la educación secundaria —premedia y media—; ii) la educación superior; iii) la formación para el trabajo (ofertada principalmente desde el INADEH).

En relación con la educación premedia y media, se concluye identificar los siguientes aspectos siempre, además, condicionados por cuestiones de género y ubicación geográfica —como limitadores de una adecuada y pertinente formación para el trabajo productivo: 1) bajo ingreso de estudiantes a estos niveles educativos (hay más de un 25 % de promedio de niños que no ingresa a los niveles de premedia y media); 2) una tasa de repitencia elevada (6,6 % de media); 3) una alta tasa de deserción (con un valor promedio del 12 %, pero que en algunas regiones se sitúa en torno al 20 %); 4) una matrícula sobre la edad superior en 2010 al 45 % en premedia y media (menos de la mitad de los alumnos se matricula de acuerdo a su edad); 5) un excesivo tiempo —10,3 años se requieren— para finalizar los seis años de secundaria (¿ha funcionado la Transformación Curricular?).

Tomando todo lo anterior en consideración, podemos decir que una amplia proporción de jóvenes panameños se enfrenta a los requerimientos de la nueva economía global, así como a la construcción de su propio proyecto de vida, sin competencias básicas suficientes, lo que le aboca a situaciones de desempleo o subempleo, pobreza, desigualdad, discriminación, etc.

Junto a medidas de mejora en relación con la formación de los docentes de estos niveles, la calidad y pertinencia de la educación ofertada, etc., se hace necesario ofrecer a estos jóvenes programas formativos que, cuando menos, les posibiliten un nivel competencial correspondiente al nivel CINE 2 (Clasificación Internacional Normalizada Internacional de la Educación) con orientación vocacional, y, en la medida de lo posible, de nivel CINE 3B, de manera que mejoren sus posibilidades de inserción laboral, a la par que se le facilita su desarrollo e integración social y aumenta sus posibilidades de aprendizaje a lo largo de la vida.

La mirada sobre la educación superior panameña también presenta temáticas sobre las que la sociedad en su conjunto, pero, en particular, la propia comunidad universitaria deberá reflexionar en profundidad. Desde la perspectiva de inserción laboral que es la que nos preocupa, expertos conocedores del problema argumentan: 1) la necesidad de cumplimiento de los diferentes compromisos ineludibles —tanto a nivel nacional como internacional—, en particular el relativo a la articulación con el sector empresarial y el desarrollo de alternativas formativas en función de la oferta y demanda laboral (Acuerdos de la Concertación Nacional para el Desarrollo de 2007); 2) el evidente desequilibrio de género existente en la universidad (en torno al 65 % de los graduados universitarios panameños son mujeres), y su falta de correlación en el ámbito laboral, donde el desempleo femenino es mayor, y las p osibilidades de acceder a puestos de responsabilidad —y, por ende, mejor remunerados— son menores, no al machismo empresarial; 3) el descenso de hasta un 50 %, en el periodo 2001-2010 de la oferta de estudios de nivel técnico (sin que quede claro quién se hace cargo de estos niveles formativos, equiparables a niveles CINE 5B); 4) el excesivo número de alumnos —uno de cada tres— en Ciencias de la Educación y Formación de personal docente 5) la falta de pertinencia y calidad de la formación superior, lo que conlleva una notable escasez de personal calificado en diferentes sectores; 6) la muy baja eficiencia del sistema universitario, tan solo el 15 % de los matriculados logra graduarse.

Si a todo lo anterior, añadimos ‘la falta de articulación de los contenidos curriculares de la educación media con la educación terciaria’, podemos subrayar la necesidad de reforzar programas de nivel técnico, vinculándolos a las necesidades existentes —y a las emergentes— en los diferentes sectores económicos. Al mismo tiempo, junto al importante papel que juega en la formación de docentes, además de impulsar la mejora sobre didácticas específicas de los niveles técnicos, la universidad reforzar sus actuaciones orientadas a la investigación aplicada para la mejora de la economía y el desarrollo del país. Este tipo de actuaciones debería desarrollarse de manera coordinada con el INADEH, institución que está llamada a liderar, coordinar y dinamizar la formación técnica en Panamá.

EMPRESARIO.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus