• 24/01/2014 01:00

Los asuntos prioritarios del país

El próximo presidente de la República, sin duda tendrá que atender y resolver los principales problemas del país. Entre ellos se destaca...

El próximo presidente de la República, sin duda tendrá que atender y resolver los principales problemas del país. Entre ellos se destacan el alza constante de la canasta básica, el aumento de la inseguridad pública y de la criminalidad en el país y el desorden en el servicio del transporte público de los ciudadanos, que sufren el caos diario para llegar a tiempo al trabajo y regresar a sus hogares en un horario familiar decente. A los prioritarios se suman la falta de agua potable y el pésimo servicio de recolección de basura, especialmente en la ciudad capital y en los distritos de San Miguelito y Colón, que congregan al mayor volumen de población por metro cuadrado en el país.

La insatisfacción que viven miles de panameños al no poder cubrir sus mínimas necesidades básicas, no se corresponde ni va de la mano con el presumido crecimiento económico del país. En la mayoría de las encuestas de opinión se expresa con claridad que el panameño sufre por el aumento del precio de sus alimentos. Actualmente, la subsistencia familiar de los más necesitados se ha vuelto una cuestión de ingenio y creatividad a la hora de comprar, para lograr que el dinero alcance.

A pesar de los avances económicos y de los megaproyectos en construcción, en nuestro país las desigualdades entre sus ciudadanos son muy marcadas. El documento de UNICEF para 2012 – 2015, señala que Panamá se encuentra entre los quince países del mundo con mayor desigualdad económica y social.

Si bien es cierto que se estableció un nuevo salario mínimo, el mismo realmente no llega a los diferentes niveles salariales en el porcentaje publicitado. Por otro lado, este aumento indefectiblemente produce despidos inmediatos, particularmente en los sectores de la mediana y pequeña empresa. También, casi de manera inmediata, produce aumentos al precio de alimentos y servicios, como una forma de las empresas de compensar el pago de la planilla y el traspaso al consumidor del efecto del aumento salarial. Este ha sido un incremento más grande de los últimos años. Sin embargo, su impacto no ha sido tan importante, debido al alza de los alimentos de la ‘canasta básica’ que se financia con un 61 % de dicho salario.

La canasta básica es un conjunto de productos que se determina mediante una encuesta continua sobre presupuestos familiares y que incluye aquellos productos básicos que el consumidor promedio compra de forma regular, para la alimentación y supervivencia de su familia. El Índice de Precios de Consumo (IPC) es un indicador económico en el que se rastrean los precios de la canasta básica y su variación respecto a un muestreo anterior.

Según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censo de Panamá, el IPC de diciembre 2013 con respecto a diciembre de 2012, presentó un aumento de 3.7 % en el nacional urbano; 3.8 % en los distritos de Panamá y San Miguelito y 3.5 % en el resto urbano. El precio de la canasta básica se ha incrementado en B/.39.15 del 2010 al 2013, equivalente a un 12.58 %.

Sea cuál sea el país, su denominación y su forma concreta de medición, todo índice IPC debe tener dos cualidades: debe ser representativo, cubriendo la máxima proporción de población posible, y debe ser comparable respecto al tiempo y al espacio: respecto al tiempo para que se pueda comparar con otros períodos en el mismo país y respecto al espacio para que los datos de IPC se puedan comparar con los de otros países.

El continuo aumento de los precios de los alimentos ha cambiado los hábitos de consumo de los panameños y no precisamente para bien. Los subsidios a ciertos productos y los controles de precio de emergencia no resuelven la situación. Pueden considerarse como medidas temporales; pero en época de campaña política, parecen ser una forma demagógica de captar la intención de voto ciudadano.

Por su lado, la delincuencia y la criminalidad en la actualidad ponen de manifiesto la grave escalada de violencia que azota al país. Estos fenómenos perjudican gravemente la convivencia pacífica; el disfrute de los derechos humanos y las garantías constitucionales; el desarrollo de la población y la consolidación del Estado de Derecho y del sistema democrático en nuestro país. Al respecto, la seguridad y el desarrollo son dos caras de una misma moneda democrática.

La desigualdad en todas sus formas genera estrés, inconformidad, tensión y, a la larga, animadversión hacia la clase política. Ello se manifiesta con más intensidad en cada período electoral, cuando la promesa de cambiar la vida de los electores carece de propuestas coherentes con sus necesidades. Una promesa vacía o una bolsa de comida no se las resuelve.

Este año de elecciones, es el momento propicio para reflexionar sobre lo que queremos sea nuestro país, donde la democracia como sistema de gobierno garantice disminuir la brecha entre ricos y pobres. Donde los ciudadanos puedan aspirar a condiciones de vida dignas y no existan distingos de ninguna naturaleza para lograr el sueño de mejores días.

Como país, estamos poniendo en riesgo el adecuado desarrollo de los niños y jóvenes que son el futuro de Panamá. Nuestro próximo gobernante debe establecer como prioridad el precio de la canasta básica, la inseguridad ciudadana, el transporte deficiente, la falta de agua potable y la basura sin recoger. Estos deben ser los pilares de su gestión gubernamental. Panamá lo merece. Panamá lo necesita.

ABOGADO.

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