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- 02/12/2019 13:28
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Recientemente se han escuchado y publicado distintas opiniones acerca de las movilizaciones de jóvenes en la Plaza 5 de Mayo, ocasionadas por las reformas constitucionales propuestas por el Ejecutivo a la Asamblea de Diputados. Las opiniones vertidas se han referido al modelo organizativo de las protestas; a si sus actuaciones responden o no a acciones colectivas; e incluso acerca de la capacidad de liderazgo exhibida por algunos de sus dirigentes. Hay quienes han intentado clasificar las movilizaciones a partir del discurso o las propuestas que manejan sus voceros, catalogándoles bien como actores reformistas, como actores revolucionarios o solo como actores sociales que trasparentan una “agenda oculta”.
En este sentido, el filósofo Abdiel Rodríguez Reyes en su artículo publicado en La Estrella de Panamá señala: “En las protestas contra las reformas constitucionales hemos visto cómo cada grupo y clase social expresan sus formas ideológicas de forma distinta. Unos sectores esgrimen posturas reformistas y otras revolucionarias. Esto puede observarse tanto por las consignas como el modo de manifestarse. Los acelerados cambios de los liderazgos colectivos observados expresan la falta de coordinación y unidad orgánica necesaria para lograr cambios profundos.”
Por su parte, el sociólogo Manrique Ramos, hace referencia al nivel educativo como elemento que diferencia estas luchas con respecto a otras protestas ocurridas en años recientes.
Igualmente el también sociólogo, Profesor José Lasso, se ha expresado así: “…los grupos estudiantiles que participan en la protesta responden a visiones ideológicas y discursivas distintas. Unos abogan por la lucha contra la corrupción, adherida a un discurso de clase media, y otros abogan por acabar con la pobreza y desigualdad, adheridos a grupos estudiantiles de clase popular.”
Hay quienes consideran que algunas de las discusiones planteadas no reflejan el sentir de la mayoría de la ciudadanía panameña, como es el caso de la algunos voceros de la Alianza Pro Familia.
Tomar partido por una caracterización u otra, necesariamente implicaría el reconocer la existencia de un movimiento social panameño organizado ya sea bajo la lógica de la lucha de clase ( los “pro revolución”); bajo la lógica de la lucha frente al Estado (“reformistas”) o bien, la lógica de organizarse frente a “imposiciones provenientes del extranjero extrañas a nuestra cultura” (“agenda oculta”).
Ahora bien, las protestas de la Plaza 5 de Mayo expresan más que los conflictos orientados por el control del poder político y del modelo económico causantes de las desigualdades, evidencian actores que reaccionan ante una cultura hegemónica, en la que no se ven representados. De ahí que la base social de estas protestas sea policlasista, lo cual deviene en el surgimiento de nuevos valores, nuevas formas de organizarse y nuevas acciones.
El debate teórico no solo debe distinguir las estructuras sociales en las que los movimientos se constituyen por medio de acciones reivindicativas o de transformaciones al sistema social, sino que debe también observar las características subjetivas o acciones colectivas que parten de la capacidad de agencia de los actores. Para el sociólogo francés Alain Touraine, “la acción de los movimientos sociales no está dirigida fundamentalmente frente al Estado y no puede ser identificada con una acción política por la conquista del poder; al contrario, es una acción de clase, dirigida contra un adversario propiamente social”.
Touraine también observa el conflicto al margen del Estado, en el escenario de la sociedad civil, identificando los movimientos sociales según objetivos culturales y el conflicto entre civiles, determinando que los individuos son capaces de forjar su propia historia, argumentos que permiten a este autor definir el movimiento social como “la conducta colectiva organizada de un actor luchando contra su adversario por la dirección social de la historicidad en una colectividad concreta” (Touraine).
Ahora bien, el surgimiento de diferentes movimientos sociales para Touraine no significa multiplicidad de conflictos sociales. Al contrario, son representaciones múltiples de un solo conflicto central, que surgen producto del control de la historicidad, es decir, el control de la cultura.
De ahí, la importancia de evidenciar a un movimiento social con luchas intermitentes que surge en las protestas por las reformas constitucionales. Es decir, se evidencia un movimiento integrado por los considerados no-humanos o ciudadanos o ciudadanas de segunda categoría, tanto por el propio Estado, como por el sistema, por la propia sociedad y hasta por otros movimientos sociales que coexisten en la arena política nacional.
Desde esta perspectiva, surge un espacio de encuentro político mediador, el cual tiene como objetivo no institucionalizar a los movimientos, ni convertirlos en partidos, sino hacer que la sociedad oiga sus mensajes y traduzca sus reivindicaciones en la toma de decisiones políticas, mientras los movimientos siguen siendo autónomos entre sí. También se reconstruye la idea de un único sujeto histórico capaz de generar cambios evolutivos en la sociedad, por un nuevo sujeto que replantea una sociedad alternativa.
Para Manuel A. Garretón (sociólogo chileno), los nuevos actores y las nuevas acciones colectivas surgen a inicios de la década de los '90 del siglo pasado como resultado de las grandes trasformaciones que ocurren en las sociedades latinoamericanas producto del cambio originado en las relaciones Estado-sociedad. Los modelos de acciones colectivas y de actores son replanteados, es decir, ya no están integrados en las relaciones estructurales entre individuos y grupos (guerrillas, partidos políticos, sindicatos, etc.); sino en ejes de acción (movimientos por los derechos humanos, movimientos por la ciudadanía, movimientos ambientalistas, movimientos identitarios, etc.). Estos ejes no están solapados en una propuesta de sociedad, ni están ordenados en relación a las estructura según una jerarquía; al contrario, cada uno de ellos muestra sus propia jerarquía mediante su dinámica, definiendo de esta manera a sus actores.
Concretamente, se originan nuevos movimientos sociales que involucran a una gran variedad de actores sociales movilizados en relación con una serie de problemas de la sociedad contemporánea: nuevos feminismos, nuevos movimientos pacifistas; noveles movimientos por la reivindicación de derechos humanos para grupos históricamente excluidos, incluyendo a las llamadas minorías sexuales; movilizaciones por defensa de los derechos comunitarios y por la defensa de los territorios frente al extractivismo, entre otros. Igualmente, hay un resurgimiento de los movimientos eclesiásticos de base, ante un Estado que reduce sus capacidades políticas en la comunidad y en defensa de los valores y normas que consideran deben regir para todos los miembros de la sociedad.
En Panamá queda claro el surgimiento de nuevos actores sociales y acciones colectivas en la coyuntura de las reformas. Es importante esta coyuntura porque es el escenario de discusión de toda la dinámica social, económica y política del país. Por lo que este evento hace confluir a todos los actores tanto de clases como de movimientos sociales en una dinámica compleja de enfrentamiento de intereses. En este escenario, esperamos que los diferentes actores de logren conciliar en favor del país.
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