Alarmante cifra de migrantes cruza por la selva de Darién

Actualizado
  • 26/03/2024 00:22
Creado
  • 25/03/2024 20:34
En lo que va del año, más de 100.000 migrantes han entrado al istmo por la frontera con Colombia, y la cifra muestra un incremento del 20% comparado con mismo periodo del año pasado

La densa selva que separa Panamá de Colombia, Darién, experimenta un aumento del 20% en el paso de migrantes irregulares que quieren llegar a Estados Unidos antes de las elecciones presidenciales de ese país, que se celebran en noviembre.

El conteo de migrantes hasta este domingo rebasaba los 102.000 sin haber cerrado el mes de marzo. Un número que comparado con el año pasado confirma las proyecciones, ya que en los primeros tres meses de 2023 cruzaron la selva 87.390 migrantes. El comportamiento el año pasado se mantuvo a ese ritmo y cerró con el paso de 520.099 irregulares con destino al norte. Tan solo en enero y febrero de este año pasaron 73.167 personas por Darién, un indicativo de que al menos hasta mediados de año el flujo hacia Estados Unidos y Canadá se incrementará, dada la incertidumbre por el cambio de mando en ese país en noviembre.

No solo es ese factor el que apresura el paso de los migrantes. A esta crisis se suma la situación política y de seguridad que reina en la isla de Haití. Una economía dominada por el crimen que busca instalarse en el poder atemorizando a la población, que desde hace años sufre las consecuencias de vivir en un país en el que nadie cree en nadie y el más corrupto del Caribe, según el informe de Transparencia Internacional 2024.

En el primer bimestre de este año los haitianos ocupan la tercera nacionalidad que más transita por Darién (4.823) antecedidos por los ecuatorianos (5.658) y los venezolanos, que lideran en cantidad (46.835), según las estadísticas de la Dirección de Migración de Panamá. Entre otras nacionalidades también se registra presencia de chinos, cubanos y colombianos por la selva de Darién.

La institución refleja que en los últimos tres años las cantidades reflejadas en el flujo controlado han ido en aumento; en 2021 la estadística fue de 133.653 personas, mientras que en 2022 se registró el tránsito de 248.284 y el año pasado 520.085 migrantes irregulares.

“Siendo objetivos y realistas, el gobierno poco puede hacer más allá de los controles, porque la situación ha llegado a un punto en que requiere el apoyo del Gobierno colombiano”, estima Elías Cornejo, coordinador de Atención a la Población Migrante de Fe y Alegría Panamá. En cambio, sugiere que Colombia ejerza un mayor control de lo que pasa en ese lado, los organismos internacionales en el país vecino están haciendo un esfuerzo muy grande, pero falta apoyo del gobierno en coordinar las tareas para disminuir los flujos.

A pesar de las campañas disuasorias que emiten las autoridades panameñas en las redes sociales y otros medios con el eslogan de que Darién no es una ruta, el problema parece no tener fin. La idea de Cornejo es implementar un corredor humanitario con controles y voluntad de parte del vecino país en coordinar con Panamá el traslado a través de los puertos, vigilado por las autoridades para evitar que ingresen a la selva, una zona protegida por Panamá, y luego ser transportados vía terrestre a Costa Rica, como es la práctica actualmente.

“Pero el tema es que la mayoría de los migrantes no tiene documentos, son irregulares, así que el puente humanitario sería de un alcance limitado”, observa Cornejo. La mayoría de los migrantes perdió sus papeles, salieron de prisa, y no tienen cómo identificarse. Esto ha sido un factor que ha facilitado el paso de personas con largos prontuarios criminales, o miembros de grupos terroristas con intenciones desconocidas. Lo ha reconocido la directora de Migración de Panamá, Samira Gozaine, quien recientemente reiteró a los medios la falta de coordinación con sus homólogos colombianos en la aplicación de pruebas biométricas a los migrantes que salen de ese país, pero sin éxito. En Panamá el equipo biométrico fue destruido recientemente en un incendio provocado por los migrantes en la estación de San Vicente, luego de un altercado entre dos familias que peleaban un catre. La situación se fue de control y varios de ellos incendiaron el contenedor que tenía las computadoras y mobiliario para la realización de los exámenes. “La mayoría de los 8.000 colombianos que han pasado tienen récord criminal”, insistió Gozaine. Añadió que se ve impedida para detener a estas personas porque no han cometido delito en Panamá, pero comparten con el resto de los países de la región información de inteligencia para que sepan “quienes están pasando por ahí”.

“No se puede negar que dentro del flujo hay personas con un pasado criminal, pero el número mayoritario son personas vulnerables, los niños y grupos familiares”, rebatió Cornejo. Otra cosa son los grupos de jóvenes que viajan solos, se movilizan desde Venezuela, Ecuador y Haití, sobre todo de los dos primeros países. “Con ellos hay que tener ese criterio de algún control policial”, opinó Cornejo.

El tema parece un cuento sin fin. Mientras haya desestabilización política o económica en los países de origen, habrá migración. Lo que hay que replantear, según Gozaine, es la visión con la que se mira a la migración. Según ella, no puede verse como una situación humanitaria, porque la ruta tiene de todo, menos humanidad. Es la puerta de entrada a todos los peligros, incluyendo asaltos, violaciones o la muerte.

La declaración de los obispos emitida hace unos días es un llamado a los gobiernos de la región para sensibilizar sobre la crisis migratoria. “Hay que cambiar la narrativa de que la mayoría de los que están llegando son criminales, eso no está ayudando”, indicó Cornejo. Entre el medio millón de personas que pasaron el año pasado evidentemente hubo más de un criminal que se coló, no lo niega, pero tampoco le parece que se generalice y estigmatice a los migrantes.

Cornejo apoya la aplicación de mejores controles como organismos humanitarios, y reconoce que el gobierno necesita nuestra ayuda, es más allá de saber quién tiene o no la razón, sino responder a un drama humano que no puede depender de la política. Por el contrario, la política migratoria tiene que nacer de una realidad que ha cambiado, no es la misma de hace cinco años.

Me preocupa como panameño que los candidatos presidenciales ni siquiera hayan hablado de este tema tan sensible para el país, porque debe ser abordado con seriedad. No vamos a detener la migración por Darién, a pesar de que no es una ruta. Quizá va a llegar un momento en que va a disminuir, por la geopolítica de Estados Unidos, por ejemplo, que será después de medio año. El temor de los viajeros se acentúa por las posibilidades que tiene el partido Republicano de llegar al poder, que ha solicitado al gobierno de Joe Biden medidas más estrictas contra la migración irregular. La frontera se ha tornado un tema electoral para los republicanos que impulsan leyes contra los migrantes. Esta situación atemoriza a quienes quieren cumplir el sueño americano, o reunirse con los familiares que lograron cruzar la frontera antes.

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