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- 31/07/2021 00:00
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Betania tiene un trazado de vías con curvas amplias que se adaptan a los desniveles del terreno, característica que comparte con El Cangrejo, que se desarrolló en el mismo período. Ambos contrastan con las cuadrículas que habían sido la norma desde Panamá Viejo y San Felipe hasta La Exposición. La urbanización original fue financiada y realizada por el sector público con miras a construir vivienda accesible. El barrio está dotado de diversos equipamientos comunitarios, como el gimnasio Yuyín Luzcando, una piscina, la iglesia de Santa Eduviges, que queda en el parque del mismo nombre. Hoy, a lo largo de la calle principal de circunvalación, el Camino Real, hay distintos negocios y ya no solo existen allí viviendas unifamiliares, sino también edificios de apartamentos de baja altura. El carácter del vecindario ha evolucionado mucho con el tiempo
Los orígenes del barrio de Betania se remontan a hace más de 70 años. En su libro La ciudad de Panamá, Ángel Rubio presentó un mapa en el que caracterizaba las zonas de expansión de la ciudad. El radio urbano, compuesto por el núcleo y el ensanche; y el extrarradio, aquello que creció más allá del radio. El núcleo eran los barrios más antiguos: San Felipe, Santa Ana y El Chorrillo; y el ensanche lo constituía el crecimiento hacia La Exposición y Bella Vista. Para separar el radio del extrarradio, en uno de sus mapas, Rubio utiliza el río Matasnillo como límite. Betania se desarrolló casi al mismo tiempo que El Cangrejo, pero mientras que este es un ejemplo de barrio central, aquella lo es de un barrio de expansión hacia las afueras. En la parte más al este y al norte del radio urbano, en el mapa de Rubio, se indica con letra muy pequeña Vista Hermosa, que así se llamaba Betania en sus inicios, y se muestran solo dos calles, sin mayor desarrollo. En 1949 cuando se elaboraron esos mapas, eso era lo que había y llegaba al límite superior del mapa.
Cuando se construyó el barrio de Betania en 70 hectáreas de una finca propiedad de la familia Icaza, en su momento fue 'el proyecto estelar del Banco de Urbanización y Rehabilitación' (BUR) la mayor parte de las tierras a su alrededor estaban aún baldías, cubiertas por vegetación, con algunas zonas arboladas y otras cubiertas de pastos y grama, donde se realizaban actividades agropecuarias. Esos lugares hoy los conocemos como El Dorado, Dos Mares, Los Ángeles, entre otras. Tras la construcción de la vía Transístmica, en 1942, esos terrenos comenzaron a desarrollarse. Años después, en 1960, Betania se estableció como corregimiento por acuerdo municipal.
En un video en Youtube titulado 'Memorias de la ciudad', el arquitecto y profesor Santiago Dam Lau cuenta su vivencia personal de haberse mudado a Betania durante etapas tempranas de su desarrollo, y cuenta dónde había rancherías y dónde canteras.
El BUR fue una institución de 1944 a 1953, que tuvo la función de ejecutar proyectos de urbanismo y vivienda financiados por la Caja de Seguro Social (CSS). Ángel Rubio fue director de la sección de Información, Estadística y Archivo del BUR y profesor de geografía en el Instituto Nacional y posteriormente en la Universidad de Panamá, y tuvo un papel preponderante en el desarrollo de la geografía en Panamá, con importantes aportes a la educación, la geografía urbana, y más.
En 1989 Álvaro Uribe describe a Betania en su libro La ciudad fragmentada. Explica que desde 1946 iniciaban dos importantes desarrollos públicos: Miraflores y Betania, con inversiones millonarias, financiadas por la CSS, a través de préstamos hipotecarios a los compradores de las nuevas viviendas. Uribe escribe que el barrio tiene la virtud de representar en pequeña escala las principales características del diseño de urbanizaciones en nuestra ciudad, citando estas dos características:
“En primer lugar es una urbanización totalmente aislada del contorno, volcada hacia adentro, articulada a la Transístmica por una sola calle, el llamado 'Camino Real', que opera como un anillo en cuyos bordes exteriores –tierras más bajas que delimitan la finca– se construyeron viviendas en hilera, conocidas como 'barracas', para población obrera; con esto se establecía claramente su segregación”.
Menciona también cómo la comunicación interna de estos conjuntos de barracas es por una red de veredas peatonales, que existe hasta la actualidad.
El libro Guía de arquitectura y paisaje de Eduardo Tejeira Davis (2007) describe al 'Camino Real de Betania', indica que fue diseñado por los connotados arquitectos Guillermo de Roux y Ricardo J. Bermúdez, con asesoría de Anatole Solow, “experto en vivienda de la Unión Panamericana”: Solow fue un influyente urbanista que promovió el modelo de unidades vecinales en Estados Unidos, Europa y América Latina: escribió un manual llamado 'Planificando la vecindad', publicado en Chicago, en 1948; diseñó la unidad vecinal Hill en New Hampshire, y fue parte de un grupo de urbanistas que viajó a Caracas en la década de 1950 a asesorar al gobierno sobre el desarrollo de viviendas. Tejeira caracteriza a Betania de ser una “comunidad completa”, a esto se refiere el concepto de unidad vecinal, a construir el equipamiento comunitario, de la mano de las viviendas.
Si bien coincido con la crítica que hace Uribe en su libro sobre Betania, su diseño con equipamiento y espacio público la ha hecho un buen lugar donde vivir y por esta característica es destacada entre los desarrollos urbanos de su época. Eso ha facilitado que hoy, estando urbanizada toda el área, se cuente con cierta diversidad de usos del suelo y servicios urbanos. Así, según su población ha ido envejeciendo, muchos permanecen y, en algunos sectores, el barrio se ha convertido en lo que llaman una 'comunidad de retiro que ocurre naturalmente' o NORC, por sus siglas en inglés. Todos estos factores son testimonios del logro de un proyecto de desarrollo de expansión de la ciudad, que consideró no solo la vivienda, sino también la vecindad.
Este artículo es parte de los estudios sobre nuestra ciudad, a partir de mapas y fotografías, para celebrar el 502 aniversario de la primera fundación de nuestra ciudad. El autor es profesor en la Universidad de Panamá