El intérprete de un medallista Fields

Actualizado
  • 07/04/2022 00:00
Creado
  • 07/04/2022 00:00
En octubre de 2021 tuve la oportunidad de ser la voz en español de una de las mentes más brillantes del mundo. En el primer Congreso Internacional de la Universidad de Panamá-Sede de Coclé fui el intérprete del Dr.

En octubre de 2021 tuve la oportunidad de ser la voz en español de una de las mentes más brillantes del mundo. En el primer Congreso Internacional de la Universidad de Panamá-Sede de Coclé fui el intérprete del Dr. Yefim Isákovich Zelmánov, quien fue ganador de la medalla Fields en el año de 1994 por haber realizado una contribución excelsa en el campo de álgebra no asociativa y el campo de teoría de grupo, tras incluir su solución al problema de Burnside. El Dr. Zelmánov es ferviente defensor de la ciencia y embajador de la matemática, la cual es más ubicua que un smartphone en nuestras vidas y no nos percatamos de su importancia.

Una medalla Fields es el máximo galardón que se le confiere a un matemático que tenga una edad menor de 40 años, por realizar una contribución extraordinaria al campo de las matemáticas. Este galardón se confiere cada 4 años a uno, dos, tres o cuatro matemáticos jóvenes. El evento se celebra en el Congreso Internacional de Matemáticos de la Unión Matemática Internacional. Este premio se considera como equivalente al premio Nobel.

Uno de mis sueños siempre fue el de compartir una conversación con alguien galardonado con una de estas distinciones. En este caso, pude ser intérprete, en tiempo real, del Dr. Zelmánov para su ponencia magistral. Es decir, fui su voz en español. El título de su presentación fue: “Matemáticas: ciencia o arte”. En ella, el profesor señalaba que, para un matemático, la matemática es tanto bella (arte) como de importancia práctica (ciencia) para el entendimiento del universo. Su charla exploró elementos relacionados con la estética matemática desde la belleza en la simetría de Gallois, campos finitos, comunicación satelital, encriptación y hasta sus aplicaciones en simulaciones.

Yefim atendió también una de las preguntas más controvertidas que ha sido objeto de extensas discusiones con algunos de mis excompañeros de doctorado. Esta discusión se enfoca en si la matemática pura es mejor que la matemática aplicada o viceversa. Un buen ejemplo para dar respuesta a la disyuntiva es el desarrollo del tomógrafo para el año 1970, el cual se vale del fundamento matemático puro desarrollado en 1907 por Johann Radón (transformada de Radón) para poder obtener imágenes a partir de los datos de proyección asociados a escaneos transversales de un objeto. Vemos una aplicación (tomógrafo) nacida prácticamente seis décadas después del fundamento matemático puro (transformada de Radón), lo que realmente demuestra que lo puro versus su aplicación o viceversa son complementos, ninguno es mejor que el otro. Los dos son esenciales para el avance de la civilización.

Existen grandes retos y la física siempre ha tenido una influencia monumental en el desarrollo de las matemáticas y no hay duda de que el avance tecnológico que tenemos requiere que se desarrollen nuevos métodos matemáticos. La tecnología se desarrolla para resolver retos cada vez más grandes. Big Data es un ejemplo de matemática como ciencia (aplicada) y arte muy importante, ya que los problemas relacionados al análisis de datos siempre han existido, pero no en la escala en que los vemos hoy.

Luego de escuchar al Dr. Yefim Zelmánov, inmediatamente tengo un choque con la realidad: si la matemática es tan ubicua en nuestro vivir, ¿por qué insistimos en sacarla del currículum académico? Cada uno de los logros de innovación (y con ello emprendimientos) y las aplicaciones (apps) que nos agilizan la vida (sin mencionar enviar correos electrónicos o sacar dinero de los bancos, entre muchos avances), están fundamentados en avances matemáticos.

Cierro esta nota manifestando que la ponencia del Dr. Zelmánov fue increíblemente nutritiva e intuitiva. La matemática es eficiente para el desarrollo del pensamiento crítico. La sociedad necesita capital humano que pueda descomponer problemas en bloques pequeños o elementales y resolverlos a partir de verdades fundamentales. Jamás olvidaré esta anécdota.

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