Los nuevos vecinos del Darién

Viajar en días pasados a Darién me permitió quitarme una venda de los ojos. En Panamá son muchas las personas que se quejan de la pobrez...

Viajar en días pasados a Darién me permitió quitarme una venda de los ojos. En Panamá son muchas las personas que se quejan de la pobreza y la inseguridad que sumerge a la ciudad. Creo que en realidad no saben de qué hablan. Porque si así fuera se darían cuenta que son reyes comparados a lo que viven día tras día miles de indígenas, negros y cholos en la alejada y olvidada provincia de Darién. Y es más allá de los problemas sociales de escasez de agua, hospitales, desnutrición y pobreza que aquejan a la población está el hecho de tener que lidiar a diario con el ingreso de guerrilleros e ilegales a través de la extensa zona boscosa del Tapón de Darién.

Los moradores de comunidades como Paya y Boca de Cupe ya no pueden conciliar el sueño. En días pasados uno de ellos me comentaba que con el ingreso de tantos africanos a Darién sienten aún más su vida y la de su familia amenazada. Este es el testimonio sólo de uno de los muchos campesinos que viven en esta zona y que sin decirlo está pidiendo cacao a las autoridades. ¿Y los policías dónde están? ¿No patrullan la zona? — le pregunté—, el humilde campesino contestó: ellos sólo rondan las comunidades, pero no las trochas. Esta respuesta dejó al descubierto la razón por la que viven los ciudadanos muertos de miedos en esta región. Se encuentran sin protección —dije—. Él contestó: tememos perder la vida. Mientras los campesinos sienten temor por los nuevos habitantes con cara de malhechores, los ilegales buscan una nueva oportunidad de vida.

La presencia policial en Darién está desplegada a la entrada y salida de los cuarteles. Allí retienen los autos que —según ellos— podrían ser sospechosos de tráfico de drogas e ilegales. Los agentes —con cara de pocos amigos— piden cédulas y registran a las personas. Lo hacen aunque saben que la mayoría de los viajeros que transitan por la vía son panameños que viajan por placer o trabajo.

No es que me moleste el operativo policial. Lo que me causa admiración es que a los nacionales los retienen y a los extranjeros les pierden la pista. La pregunta es: ¿qué tan eficiente es la Policía Fronteriza para detener el ingreso de ilegal al país y cuidar a la población de posibles ataques?

No niego que el operativo en los cuarteles es necesario. Pero, lo cierto es que la mayoría de los ilegales pasan frente a las narices de los agentes y nos los ven. Ellos están introducidos en las selvas, amedrentando a nuestros campesinos para que guarden silencio sobre su presencia. Si los policías no patrullan las trochas no están haciendo bien su labor y aunque esta última frase le moleste a un comisionado de la Policía Fronteriza, digo sin pelos en la lengua “que les salió el cuco” con el ingreso de ilegales y la guerrilla. Tienen las piernas de trapo como dice un comentarista deportivo.

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