La historia del país se deshace

Actualizado
  • 23/10/2016 02:00
Creado
  • 23/10/2016 02:00
Los funcionarios de la biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero luchan por conservar el patrimonio documental del país

La historia de Panamá se cae a pedazos. Literalmente.

La polilla, el pecesillo de plata, las cucarachas, el sudor humano, el calor, la humedad y las fotocopias están acabando con la colección de diarios y revistas históricos de la Biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero.

Son más de 485 publicaciones que comprenden 160 años de historia escrita, que se van deshaciendo al tacto y a la vista.

Diarios como El Mosquito, La Hora , Acción Comunal , El Tiempo , Los Amigos del País , La Nación , La Voz Católica , El Tío Sam , El Lápiz , El Precursor , El Sembrador , El Deber , El Diario Oficial , son voces de nuestra gente que, en conjunto, dan cuenta de la construcción de una nacionalidad.

Pero, un 20% de esta colección de diarios almacenados en la hemeroteca de la sede bibliotecaria del Parque Omar, la más importante del país, ni siquiera está en condiciones de ser digitalizado.

A punto de perderse están documentos que recogen hechos como el fusilamiento de Victoriano Lorenzo, la Guerra de Coto, la construcción del Canal y la organización del país tras la separación de Colombia.

Son datos sobre el comercio, las artes, hazañas deportivas, eventos sociales, anuncios publicitarios, retratos de las vanidades, valores, preocupaciones y costumbres de nuestros antepasados.

Desde el año 2011, un equipo de profesionales de la biblioteca ha propuesto la digitalización de estos diarios, pero el proyecto no ha podido ser iniciado.

‘Es como si hubiésemos organizado la boda al mínimo detalle, pero no tuviéramos todavía el candidato a novio', comenta Juliana Barría Alfonso, supervisora de la Biblioteca Digital de esta institución que tiene la misión de conservar el patrimonio documental, y con ello, la misma identidad del país.

Pero, pese a la importancia de su labor, Barría y sus colegas, Fátima Ávila, jefe de Hemeroteca, y Otniel Jones, jefe conservador y restaurador, se tropiezan una y otra vez con la misma dificultad: la falta de fondos para la cultura.

‘‘ES COMO SI HUBIÉSEMOS ORGANIZADO LA BODA PERO FALTARA EL NOVIO',

JULIANA BARRÍA ALFONSO

SUPERVISORA DE LA BIBLIOTECA DIGITAL DE LA BIBLIOTECA NACIONAL

La licitación para digitalizar 500 mil páginas de los diarios publicados entre 1849 y 1944 ha interesado a tres compañías, dos de ellas panameñas y una mexicana, pero el dinero (unos $500 mil) no termina de llegar.

La digitalización (que incluye escaneo e indexación) permitiría poner a disposición de los usuarios el material histórico y apartar el documento original bajo condiciones adecuadas, salvaguardándolo para las futuras generaciones.

Se trata del proyecto de digitalización más ambicioso de la Biblioteca Nacional hasta el momento, pero no el primero. Ya este centro cuenta con una colección de 1,400 libros de autores panameños que pueden ser consultados a través de internet (www.binal.ac.pa/)

‘Me siento muy satisfecha con nuestra pequeña biblioteca digital. Hemos podido comprobar que recibe entre 10 mil y 12 mil consultas al mes', comenta Barría.

Esta labor, de un equipo de tres personas, se ha desarrollado gracias a fondos donados por naciones extranjeras y organismos internacionales.

El proyecto se inició con apoyo de la Unesco y un escáner de $60 mil donado por el gobierno de Taiwán.

La biblioteca también ofrece a sus usuarios diarios digitalizados entre 1881 y 1894, pero extraídos de microfilmes recabados por la Autoridad del Canal de Panamá, durante la administración estadounidense.

Se trata de material de valor histórico incalculable, consultado frecuentemente por investigadores extranjeros.

Ávila, jefe de la hemeroteca, cuenta que recientemente llegó a la Biblioteca Nacional el investigador cubano Pedro Pablo Rodríguez, titular del Centro de Estudios Martinianos en busca de una serie de versos del poeta cubano José Martí (1853-1895) publicados por primera vez en La Estrella de Panamá entre 1880 y 1889.

El investigador estuvo una semana en la sede del Parque Omar hasta que encontró lo que buscaba.

‘Ahora hace falta que el gobierno panameño haga su parte para que podamos digitalizar el resto de los documentos', sostiene el equipo del proyecto con el que pudo reunirse La Estrella de Panamá para este reportaje.

Una vez se licite, el proyecto culminaría en un año. Si se iniciara a principios de 2017, el material estaría a disposición del público en el 2018.

La Biblioteca Nacional recibió en el año 2016 una asignación presupuestaria de $1.4 millones. De ese dinero, $900 mil es administrado por el Ministerio de Educación (Meduca) en forma de pago de servicios de electricidad, agua y otros.

Pero ese dinero se queda corto y no da margen para proyectos especiales.

EL EQUIPO HUMANO DETRÁS DEL PROYECTO

El personal de la BibliotecaNacional Ernesto J. Castillero está altamente preparado y goza de estabilidad, a pesar del cambio de gobiernos.

Juliana Barría, con 12 años de servicios en la institución, tiene un máster en Bibliotecas y Patrimonio Documental de la Universidad Carlos III de Madrid, además de una licenciatura en Humanidades.

Fátima Ávila, con 7 años en la biblioteca, tiene cuatro títulos universitarios, entre ellos la misma maestría de la Universidad Carlos III.

‘Han sido siete años maravillosos', dice la jefa de Hemeroteca.

Por su parte, Otniel Jones hizo tres años de arquitectura en la Universidad de Panamá, además de graduarse como técnico en Farmacia y recibir cursos de digitalización, restauración y conservación de documentos patrimoniales.

En su curriculum está la restauración de documentos históricos originales como el Tratado de Wisconsin, de 1902, que puso fin a la Guerra de los Mil Días, y el Código Civil, de 1916.

Los tres sueñan con ofrecer al público panameño el mismo nivel de servicios que ofrecen bibliotecas de España y de Colombia, por ejemplo, donde la digitalización está muy avanzada.

Por el momento, ven como un paso adelante la contratación de Jones, el primer restaurador con el que ha contado la Biblioteca Nacional.

Entre otras funciones, Jones se encarga de revisar y controlar el clima del edificio que alberga la colección, para asegurarse que se mantenga entre los 20 y 18 grados centígrados y con una humedad entre 45% y 50%, el clima óptimo para la preservación de los documentos.

Este equipo humano tiene, en papel, los planes para varios años de trabajo por delante. Después de la digitalización de los diarios viejos, se daría inicio al de otras publicaciones como revistas, estadísticas, memorias institucionales, memorias oficiales y fallos de la corte.

Se trata, en algunos casos, de ejemplares únicos en el país.

‘Si contáramos con el dinero, podríamos llevar adelante muchos proyectos en beneficio de la sociedad panameña', dicen.

‘Aquí guardamos, entre otras, las memorias del Ministerio de Educación, desde 1904', dice Ávila.

‘Si lees estos documentos, te das cuenta de que, desde 1907, las huelgas de los maestros han sido constantes. Ese año protestaban porque no se les pagaba bien y porque los laboratorios de física y química no estaban equipados… El país ha venido arrastrando su problema de educación durante 111 años... Da tristeza leer cosas como esta. Necesitamos dar más atención a la educación si queremos convertirnos en un país civilizado y culto', sostiene Barría.

Por su parte, la jefa de la Biblioteca Digital, sostiene que cuando se jubile, quisiera dejar un departamento bien establecido, con políticas y parámetros definidos. ‘Para ello, dice, necesitamos una política de Estado en el tema de digitalización: por qué se digitaliza, cómo se digitaliza, qué se digitaliza. La Asamblea debe considerar una ley que obligue a cada una de las instituciones del gobierno a digitalizar sus memorias, sus documentos, con el mismo formato'.

De esta manera, sostiene Barría, Panamá podrá contar con un repositorio de archivos que muestre a las futuras generaciones cómo se fue construyendo la historia e identidad nacional.

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