La importancia de la meteorología en Panamá

Uno. Es 8 de diciembre de 2010 y no para de llover. El agua cae como si fuera un arroyo violento y agiganta los lagos de Panamá. Los esp...

Uno. Es 8 de diciembre de 2010 y no para de llover. El agua cae como si fuera un arroyo violento y agiganta los lagos de Panamá. Los especialistas juran que no ven algo así desde hace 300 o 400 años: ya contabilizan 800 milímetros, cuando en un año promedio la cantidad es de 2,000. En el Canal de Panamá están preocupados y saben que deben intervenir: si las aguas se abultan en los lagos Gatún y Alajuela, la fuerza y el caudal pondrán en riesgo la estructura de la gallina de los huevos de oro del país. Un equipo interdisciplinario, en el que sobresalen los meteorólogos, decide actuar: abren todas las compuertas, las alcantarillas de las esclusas —que no se abren con frecuencia— y el agua escurre. La situación, al fin, queda controlada. Y el Canal fuera de peligro.

Dos. Un día de 2011 en el aeropuerto de Tocumen. Uno de los encargados de los vuelos diarios que despegan desde allí, se prepara para volar. La tripulación y los pasajeros ya están en sus asientos, el capitán recibe el permiso de salida y chequea, como de costumbre, la ruta de viaje. Del Centro de Meteorología le avisan: ‘Hay un frente frío avanzando por el Mar Caribe generando lluvias en áreas montañosas’. Él ya sabe de qué se trata: una franja de mal tiempo, lluvias intermitentes. Puede ser peor: los frentes fríos suelen causar perturbaciones atmosféricas tales como tormentas de truenos, chubascos, tornados, vientos fuertes. Ahora el capitán tiene dos alternativas: sobrevolar el fenómeno o esquivarlo. Como sea, deduce de la conversación con los especialistas en clima, va a llegar bien a destino.

Tres. Los productores de las provincias de Chiriquí, Coclé, Veraguas y Panamá Este notan una significativa disminución en la cosecha de arroz. No entienden bien por qué, pero saben que la producción bajó un 60 por ciento. Las Direcciones Ejecutivas Regionales averiguan que las pérdidas económicas se deben al ácaro del arroz Steneotarsonemus spinki. Alguien los instruye: existen condiciones que favorecen el desarrollo de hongos y ácaros, como las altas temperaturas, humedad y el periodo reproductivo del cultivo.

Conc lusión. En las situaciones uno, dos y tres, para la resolución efectiva del problema fue imprescindible la presencia de un especialista en meteorología.

Algo que viene ocurriendo en el país desde 1861, con la instalación del primer pluviómetro en la isla de Taboga, en tiempos de la construcción del ferrocarril, pero que muy pocos conocen. Y hasta corre un riesgo: se necesitan más profesionales y mejor preparados. También falta un Servicio Nacional.

Hoy, con una importancia primordial en un país rodeado de agua, atado al vaivén climático y con un Canal también condicionado por los ciclos de lluvia, hay una gran desproporción en el nivel de importancia que tiene la ciencia con la cantidad de gente que la estudia.

Así lo afirmó el especialista y profesor de la Escuela de Meteorología de la Universidad de Panamá Gerardo Leis. La currícula cuenta con un amplio campo de aplicación en la agrometeorología, pronósticos, hidrología, climatología, proyectos y meteorología aeronáutica. Todas áreas con salida laboral garantizada en el país.

¿METEOROLOGÍA PARA QUÉ?

Esta ciencia, que trata de la atmósfera y de los meteoros, es imprescindible en Panamá por muchas razones. Enumeremos algunas más.

Primero, el anticiclón semipermanente del Atlántico Norte afecta sensiblemente las condiciones climáticas del país. Ese sistema genera los vientos alisios del nordeste que influyen en las capas bajas de la atmósfera, afectando el clima aquí.

Segundo (aunque la escala es caprichosa, vale aclarar): es importante porque ciertas condiciones locales de exposición, corrientes oceánicas, dirección de los vientos y ubicación a barlovento o sotavento (dirección de los vientos que tiene incumbencia en la caza, el clima y la navegación) hacen variar el patrón de precipitación.

Tercero, porque el relieve no sólo afecta al clima; porque disminuye la temperatura del aire con la elevación y también porque afecta la circulación atmosférica de la región y modifica el régimen pluviométrico general.

Cuarto. Existe una zona de confluencia de los vientos alisios de los hemisferios norte y sur, que afecta el clima de los lugares que caen bajo su influencia y que para Panamá tiene particular importancia: la Zona de Convergencia Intertropical (ZCIT). Esto es precisamente lo que hace que aquí tengamos las dos estaciones (seca y lluviosa).

Quinto, ya se dijo: todos estos fenómenos naturales que condicionan el clima y la atmósfera también afectan la agricultura.

Sexto —también se dijo—: condicionan la aeronáutica, los vuelos, otra de las actividades económicas centrales del país. El meteorólogo Alberto Smith lo explica: ‘Es para salvaguardar la vida de las personas que vuelan a un determinado lugar. Vemos cómo va a estar el tiempo en el camino de la aeronave, si tormentas, por ejemplo, o la visibilidad en los aeropuertos. Los meteorólogos hacen las observaciones desde los aeropuertos, en el área y regiones próximas, y le indican al piloto cuál sería la ruta más viable y segura, y si la aeronave tiene la capacidad de sobrevolar los fenómenos que aparezcan’.

Séptimo: la salud (¿sabían que hay una relación entre el hantavirus y el clima y que en carnaval es más probable contagiarse?). Octavo: el cambio climático. Noveno: estudios de impacto ambiental. Décimo: el Canal. Punto y aparte.

EL CANAL

El agua es ‘el petróleo’ del Canal, sentencia Gerardo Leis. Y el Canal genera más de 2,000 millones de dólares al año.

Por su peso específico en la economía y su exposición a los vaivenes climáticos, hay meteorólogos en la Autoridad del Canal que trabajan en el control de inundaciones para preservar el agua para el periodo seco: ‘el Canal funciona con agua’, aclara, por sí hace falta, Leis.

—¿Cómo trabajan en el manejo del recurso agua?

—Todo el mundo piensa cuando ve el Canal que esa agua está a disposición ahí siempre, pero no. Los meteorólogos hacemos los pronósticos a corto, mediano y largo plazo, y con los hidrólogos tomamos esa información y elaboramos modelos para ver qué sucedería en situaciones hipotéticas y, así, saber cómo actuar.

—Como por ejemplo, en temporada seca...

—Claro. Por ejemplo, si me dicen este es el año del Niño, podría ser una seca. Entonces sabemos que tenemos que darle un uso diferente al agua, porque en el Canal el agua es para que pasen los barcos y se gastan 50 millones de galones diarios por barco. No tendría suficiente cantidad si no fuera por la administración que hacemos.

—¿Y cómo administran?

-Número uno: el agua potable. El agua que tenemos en la ciudad de Panamá y Colón es del lago Gatún y del Alajuela. O sea que no podemos limitar la cantidad, pero tampoco el pase de barcos. Sí controlamos la generación hidroeléctrica, porque el canal también produce electricidad, que es otra de las funciones. Entonces bajamos o subimos la generación de acuerdo a lo que veamos del pronóstico y las previsiones.

A veces es al revés: llega el periodo de lluvias, los lagos están repletos y hay exceso de agua: un peligro para el Canal. Entonces el agua, en vez de acumularse, se vierte y, por ejemplo, se produce más energía.

LAS DEUDAS

Ya quedaron claros los aportes y la incumbencia que tiene la meteorología en el país. El problema es que es una ciencia que despierta poco interés entre los jóvenes, más proclives a seguir carreras convencionales o esas cortas con mucho mercadeo que seducen con promesas de éxito profesional.

Lo cierto es que, como señala el meteorólogo Omar Moreno, ‘en los últimos años el interés de la población joven que sale de la secundaria ha sido mínimo’.

¿Por qué? Gerardo Leis arriesga algunos motivos: ‘Por un lado hoy se ha diversificado la oferta académica y con determinadas estrategias, pero pagando en privadas de dudosa calidad académica, se obtienen títulos de manera inmediata. Por otro, supongo que el hecho de que haya trabajo y menos desempleo hace que la gente prefiera trabajar’.

Los especialistas apuestan, además de que haya más profesionales para el relevo generacional, que estén mejor preparados, que sepan más. Por eso quieren crear la opción de una licenciatura, para capacitar a los técnicos ya titulados y a los futuros profesionales.

‘Necesitamos implementar la licenciatura, con la que tendríamos mejores meteorólogos’, afirma Moreno. Leis lo secunda: ‘Desde el 78 hasta ahora hubo muchas generaciones de profesionales, que están trabajando en ETESA, el Canal, el MIDA, entre otros. Queremos procurar para esos profesionales la mejor actualización y perfeccionamiento. Para eso es necesario elevar el nivel a una licenciatura’.

¿Y EL SERVICIO NACIONAL?

Otra de las grandes deudas en el país es el Servicio Meteorológico Nacional.

Algo increíble, como señala Moreno: ‘Muchos países del área cercana lo tienen, como Costa Rica y Colombia. En Sudamérica, todos. Nosotros tenemos distintas instituciones trabajando en ramas de la meteorología, pero todo es individual y no en conjunto, que sería lo ideal’.

Para saldar la deuda apela a que en la Asamblea presenten un proyecto de ley para la creación del Servicio Meteorológico Nacional, que sin dudas aportaría mucho al país.

Entre otras cosas, trascendentes y determinantes, los panameños podríamos saber, por ejemplo, si en estos carnavales la mojadera va a ser natural o no. Con lluvia, se sabe, los culecos serían la diversión que alimentaría la lluvia.

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