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- 04/03/2023 00:00

En setiembre se cumplen 113 años que el hermoso y resplandeciente cielo de Italia fue cruzado por un peruano, batiendo el récord de altitud.
La ciudad de Domodosola fue teatro de una tragedia triste y gloriosa a la vez, en la que se inmortalizó el alma de un peruano y el alma de una nación. 113 años ya, de la epopeya de Jorge Chávez.
Siguiendo la tradición del aviador peruano Jorge Chávez, que cruzó los Alpes, el aviador italiano Giovanni Ancilloto cruzó los Andes hace 102 años entre las cumbres más altas haciendo posible el correo aéreo entre Lima y la ciudad de Cerro de Pasco. Los diarios de la época y la revista “Mundial” la calificaron de “prodigiosa hazaña de Sudamérica” (Edición Internacional Nro. 54, 6 de mayo 1921).
La proeza de Ancilloto fue producto de una competencia comercial con la Casa Ansaldo, firma italiana que aspiraba a proveer aviones para el correo aéreo del país y un poco antes había patrocinado a otro italiano, Enrique Rolandi, que cruzaría los Andes por el sur del Perú uniendo Lima con el Cuzco y, después, con Arequipa.
Ancilloto era un emprendedor independiente, héroe de la Gran Guerra, que buscaba la gloria de establecer un récord de altitud y no un premio en metálico –que de hecho no existía– como se acostumbraba en otras latitudes. Lo cierto es que, la acción de Ancilloto –hecha en un avión italiano del tipo “Balilla”– fue respondida por la Casa Ansaldo tan solo un mes después cuando nuevamente Rolandi –usando también un “Balilla”– unió esta vez a Lima con Trujillo inaugurando el correo aéreo con esa ciudad.
Ancilloto no se desanimó y junto a Lloyd Moore inició el entrenamiento de la primera mujer piloto peruana, Carmela Combe, “quien, con una voluntad verdaderamente admirable y un arrojo verdaderamente increíble, ha abordado la difícil y arriesgada profesión de pilota con el propósito de ser útil a la patria” (Revista Mundial, 13 de mayo 1921).
Combe hizo sus prácticas en un avión biplano “Curtiss” en la Escuela de Aviación Civil de Bellavista recibiendo sus credenciales en 1922.
La Casa Ansaldo cuenta con un estupendo mecánico, el italiano Marco Lenzi, que antes había trabajado con Ancilloto, y que Rolandi conserva a su lado al conocer su valía. Sin embargo, nuestro protagonista es una persona perseverante y consigue otro mecánico gracias a un benefactor –el señor Alfredo Montagne, dueño de la sastrería “London Tailoring” que también era piloto– que lo apoyó económicamente.
Mientras tanto, la Casa Ansaldo desplegó también esfuerzos para que el señor Manuel Felipe Barrios adquiriese un aeroplano modelo “Ansaldo Sva” que después fue donado al ejército peruano incluyendo los servicios del ingeniero Piazzini para entrenar a los mecánicos militares.
Luego del cruce de los Andes, Ancilloto no recibe otra comisión mientras que Rolandi hace el “raid” Lima-Cuzco que tuvo una amplia cobertura fotográfica por obra del periodista Diego Goyzueta que incluso preparó un álbum que fue publicado con ocasión del centenario de la independencia peruana. Ancilloto retorna a Italia donde muere en 1924, víctima de un accidente de tránsito en Bérgamo cuando se dirigía a una reunión de veteranos de guerra (Rocchi, 2021).
Cabe interrogarse, ¿cómo aparece Ancilloto en el escenario peruano? En diciembre de 1917, durante la Primera Guerra Mundial, en el frente del Piave, el piloto italiano, conduciendo un biplano del tipo “Marcechi”, se destaca derribando los globos de observación austriacos.
Premiado por su bravura, pero víctima del estrés se le otorgan unos días de reposo y es en esa condición en que le sorprende el armisticio de 1918. La Casa Ansaldo, que desea expandir sus actividades aeronáuticas en la postguerra, lo convence y lo lleva a Panamá donde permanece por poco tiempo al ver que el mercado laboral para un piloto está copado por los estadounidenses. Llega al Perú a finales de 1919 y su espíritu independiente lo distancia de sus patrones decidiendo emprender “raid” aéreos por su cuenta y es, en ese contexto, cuando une por aire Lima con Cerro de Pasco.
El periodista Carlos Bradomin, impresionado por la hazaña de Ancilloto, propone que el Gobierno lo patrocine para conectar Lima con la ciudad de Loreto y llevar así el correo aéreo a la selva amazónica (Revista Mundial, 27 de mayo de 1921) pero, lamentablemente, la propuesta no se concreta.
Dieciséis años después, recordando las gestas de Jorge Chávez (1910) y de Ancilloto (1921), tuvo lugar “la expedición [conducida por el mayor Alesssandro Bianchedi] de una escuadra de cazas de la Fuerza Aérea Italiana, realizada en Sudamérica entre septiembre de 1937 y febrero de 1938, para llevar a cabo misiones de instrucción y vuelos de alta acrobacia. Los aviones eran los CR 32.
Este escuadrón fue el primero en sobrevolar los Andes en formación y emocionó al pueblo peruano con sus vuelos rasantes” (Rocchi, 2021).
En este nuevo aniversario es apropiado finalizar esta nota con las palabras de Ancilloto recogidas por Bradomin después de su proeza hace más de una centuria: “He llevado a cabo el más hermoso de los viajes y he conocido al más noble de los pueblos”.