Una rápida solución

Una década atrás, las cirugías plásticas, aquellas meramente cosméticas, no eran algo tan común en nuestra la sociedad. Sólo las persona...

Una década atrás, las cirugías plásticas, aquellas meramente cosméticas, no eran algo tan común en nuestra la sociedad. Sólo las personas de clase alta tenían la posibilidad de costearse una. Hoy están al alcance de todos y fácilmente se diferencia quién se hizo y quién no. La tendencia continúa en ascenso, al punto que psicólogos estudian si el fenómeno se puede traducir en una ‘adicción social’.

Mujeres y hombres de entre 20 y 40 años, promedio al que los cirujanos plásticos denominan como ‘adulto-joven’, son los que más procedimientos quirúrgicos se realizan, siendo los aumentos mamarios los que lideran la lista por amplio margen. Por información sobre este procedimiento, los cirujanos reciben un promedio de diez consultas por día.

Si tiene entre $2 mil y $3 mil, un par de horas libres para pactar una cita y la dosis suficiente de fuerza mental para soportar una dolorosa recuperación, entonces en un abrir y cerrar de ojos podrá pasar de una ‘tímida e insípida’ copa ‘A’ a una ‘segura y reconfortante’ D. Así lo entienden varias pacientes que cambiaron su aspecto para ‘subir la autoestima’.

Una de ellas es Fernanda, de 27 años, quien desde los 23 tiene un par de razones para sentirse con más ánimo y confianza en sí misma. ‘Me sentía acomplejada y me daba pena estar en vestido de baño. En una época me metía a la piscina en suéter’. Desde que su padre le regaló la operación de $2 mil como regalo de graduación, se baña en bikini.

Como ella, hay cientos de casos similares. Incluso, el ‘verse mejor’ y la inseguridad son dos de los factores más comunes a la hora de considerar una cirugía, pero una que las envuelve a todas es la misma sociedad en la que vivimos. Basta con caminar por un mall y observar a los exuberantes maniquíes generadores de una importante intimidación para que muchas mujeres busquen una solución a lo que la naturaleza no les dio.

¿ADICCIÓN?

En Panamá, el boom de las cirugías plásticas comenzó hace aproximadamente cinco años. Para el cirujano plástico Luis Carlos Moreno, hay dos razones fundamentales a la hora de explicar el porqué de este permanente aumento. ‘Nuestro país se ha ido haciendo más cosmopolita, en el sentido de su desempeño como ciudad, y obviamente que el verse bien es un factor importante para muchos aspectos de la vida social’, dice.

La liposucción (técnica de extracción localizada de la grasa subcutánea) es la segunda cirugía estética que más se realiza en los quirófanos de Panamá, y a la que los hombres también se han hecho asiduos pacientes. Ésta se utiliza, sobre todo, para modelar la silueta corporal, objetivo que también se puede alcanzar con ejercicio y una dieta sana y balanceada.

Los pequeños ‘retoques’ en el rostro, como los tratamientos de párpados y de nariz, son los que cierran el ranking. En este caso, la mayoría de las personas que solicitan estas intervenciones son mujeres y hombres desde los 45 años en adelante.

‘La adicción a las cirugías estéticas tiene mucho que ver con las fuertes presiones sociales’, concuerda el psicólogo Olmedo Cornejo, pero entiende que ‘esto se debe a que cada vez hay más importancia en la parte estética de las personas y cada vez menos a sus capacidades reales’.

Psicólogos de Estados Unidos —donde es moda que las quinceañeras reciban como regalo de cumpleaños de sus progenitores el dinero para aumentarse los senos— iniciaron un estudio que aún se encuentra en su fase primaria, y que trata sobre si realizarse cirugías plásticas puede considerarse una adicción social, tal como la de los tatuajes, por ejemplo.

Los especialistas se basan en que estas intervenciones no son necesarias para vivir, como sí lo sería un trasplante de cualquier órgano vital.

‘Hablamos de una enfermedad cuando el paciente es excesivamente obsesivo y se hace múltiples cirugías para arreglar cualquier detalle mínimo que encuentre buscando ser perfecto. Nadie es perfecto’, apunta Moreno.

Como existen los casos de aquellas que encuentran en dos prótesis la autoestima que les faltaba, también están las que invierten en tener un cuerpo espectacular, de esos que se ven en la televisión y en las tapas de las revistas, sólo por el hecho de verse bien y porque ‘hacerse una es cada vez más accesible y porque la juventud de hoy en día no le teme al cambio’, explica Ana, quien a sus 22 años pagó $3,500 en efectivo por un implante de senos.

NEGOCIO PELIGROSO

Por su parte, Clara concuerda en que una de las razones del aumento de cirugías en los últimos años es la presión social, pero agrega que también influye la facilidad con que cualquier chica llega a un consultorio de un cirujano plástico y se hace una cirugía ‘a la siguiente semana’.

Luego de un año de ahorrar para poder realizarse los implantes, Fernanda logró calmar su ‘obsesión por ser como las otras chicas’, pero su ‘inmadurez’ terminaría pasándole factura.

‘Después de la cirugía tuve que hacerme una segunda porque tuve una complicación en un seno. Ahora tengo que hacerme una tercera porque el problema inicial no se corrigió’, apunta.

La primera cirugía le costó $3,000, los cuales entre medicamentos para calmar el dolor de la recuperación y masajes, se elevaron a $3,500. La segunda intervención, que todavía está pagando, sumó $1,500 más a la cuenta. Ahora, le toca ahorrar para la tercera.

‘Al final expones tu cuerpo a una cirugía mayor y riesgoso, con anestesia general por ejemplo, por algo que no era un problema de salud real. Juegas con tu vida por algo que al final no era imprescindible’, resume.

De las diez mujeres entrevistadas sobre sus cirugías, sólo Clara siente que ‘no valió la pena’.

¿Y EL FUTURO?

La moda actual de las cirugías plásticas en Panamá ha venido alimentándose poco a poco con el pasar de los años, siendo directamente proporcional al desarrollo del país.

En un lugar donde las oportunidades y ofertas no son difíciles de encontrar, la competencia entre la demanda se hace más intensa, con lo que la apariencia del postulante se ha vuelto factor excluyente.

‘La sociedad no le fomenta a los jóvenes a aceptarse como son. En cambio, se les impone un modelo de hombre y uno de mujer que difícilmente todos podamos llenar’, razona Cornejo.

Es cierto que, individualmente, cualquier razón que tengan hombres o mujeres para someterse a una cirugía plástica es aceptable. No importa si es inseguridad, vanidad o autoestima, como dice el refrán: ‘cada maestro con su libro’. Pero si se observa desde la perspectiva social en general, la tendencia que crece hoy afectará notoriamente nuestro futuro. Así lo pronostica Cornejo.

‘En 20 años vamos a tener una sociedad totalmente superficial que valora más para un puesto de trabajo el qué tan bien te veas en vez del qué tan bueno eres para el puesto. Se va a crear una brecha muy grande entre los que pueden pagarse una cirugía y los que no’.

No hay razones más que las de salud que puedan impedir que alguien se haga una cirugía plástica. Si alguien tiene el dinero y la fuerza mental para soportar la recuperación, ya es suficiente. Lo delicado de la situación es cuando o la obsesión, la vanidad o los problemas de autoestima terminan afectando a la vida de manera irreversible.

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