CD: la bancada que creció hasta quedarse sin perfil

PANAMÁ. El ‘cambio’ llegó a la Asamblea Nacional y se quedó sin voz. Aunque el oficialismo engulló a la mayoría de los diputados, ha for...

PANAMÁ. El ‘cambio’ llegó a la Asamblea Nacional y se quedó sin voz. Aunque el oficialismo engulló a la mayoría de los diputados, ha formado una bancada muda, tan muda que con pocas excepciones sólo levanta la mano para votar.

La intervención de la defensora, Patria Portugal, en el hemiciclo —para sustentar el sombrío medio millón de dólares en contratos— lo ha corroborado: de 42 diputados de gobierno, sólo uno la increpó.

El resto vio el espectáculo político desde sus curules. Ni la actitud retadora de la ombudsman parecía conmoverlos. No se encolerizaban ni ilustraban del asunto. Tras cinco horas de escarnio reconocieron que simplemente habían complacido a la oposición y nombrarían una comisión investigadora.

¿Para qué, entonces, una bancada robusta?

¿ Acaso han perdido —si no antes— la potestad de pensar y de actuar?

Es complejo. Cambio Democrático (CD) es el grupo político que más anteproyectos de ley presentó en la primera mitad de este año, según el último informe de actividad legislativa. 56 de 139. Ese es el número mágico que le hace arrogarse la efectividad para persuadir cualquier sombra de inoperancia, como quien construye un muro de tres metros para poner límite a la realidad del otro lado.

El mismo informe revela que los diputados solo llevaron al pleno 48 de sus propuestas, de las cuales 19 se convirtieron en ley, casi un tercio de las 54 que se pasaron por iniciativa del poder Ejecutivo.

¿1 ES IGUAL A 41?

El ‘cambio’ no es solo de CD. El Molirena los acompaña en una simbiosis de transfuguismo y clientelismo que, según insisten, resulta en poder político.

Los oficialistas forman dos bancadas que absorben el 60% de las curules, un porcentaje más que suficiente para pasar una ley o frenar cualquier intento de sublevación política.

Por eso tal vez sólo uno de 41 habló. En una jornada en la cual la suerte de Portugal parecía echada ya, no sería necesaria mucha intervención. Solo oír los descargos de la oposición, que restregó a la defensora las incoherencias de su lucha por conseguir la verdad del caso Heliodoro Portugal y los resultados de su año y medio al frente de la institución.

‘Para eso están (los oficialistas)’, reconoce Juan Carlos Arosemena, del Partido Revolucionario Democrático (PRD), con el tono típico de un detractor.

¿Para qué? ‘La bancada de gobierno sólo da trámite legal a todo tipo de caprichos del Ejecutivo’, argumenta. Con eso busca deshacer la teoría de que esta es la Asamblea más productiva: ‘la mayoría de los proyectos que los diputados de gobierno presentaron venían del Ejecutivo’.

José Luis Varela, el primer presidente de la Asamblea en este período constitucional, asegura que antes de la ruptura de la alianza eran los panameñistas los que llevaban la agenda legislativa. ‘Nosotros sí defendíamos’, insiste.

Los panameñistas copiaban una vieja fórmula que la bancada del PRD de 2004-2009 (de 44 diputados) aplicaba para asegurar su lugar en la retórica política: por cada dos opositores que tomaban la palabra, un oficialista debía ‘sustentar’ al gobierno.

‘Ahora solo lo hacen si acaso José Muñoz, Mario Miller y Sergio Gálvez; el resto aunque presente, permanece mudo. Al 70 o 80% le interesa solo su pellejo, sus partidas y reelegirse en mayo de 2014’, agrega Varela.

Marilyn Vallarino, diputada oficialista por Arraiján, rebate que el perfil político no es exclusivo de su facción, sino de todos los periodos. ‘El gobierno no va a tirarse plomo’, insiste, aunque reconoce que no entiende cómo ‘hay colegas que nunca abren la boca pero la gente los reelige’.

EN LAS INTERIORIDADES

En los recovecos de la Asamblea describen a la bancada de gobierno como un grupo fraccionado, con figuras desconfiadas y que despiertan desconfianza en el propio seno del gobierno. Lo que el propio presidente, Ricardo Martinelli, no ha dudado en reclamarles en privado más de una vez.

El oficialismo, tras el fin de la alianza, sumó a nueve perredés y a otros nueve panameñistas. Antes había conseguido a un molirena, los cuatro de Unión Patriótica (por fusión con CD) y a los dos independientes.

Tras agigantarse, el primer reto que encontró fue hacer que todas las fuerzas confluyeran alrededor de la lógica del ‘cambio’ de Martinelli, aunque lo principal, los votos, ya estaban asegurados.

Pero, dicen, no lo logró. Por eso se volvió a tensar la ley de revocatoria de mandato, que los deja en manos de la cúpula de CD y Molirena.

Si bien parte de los diputados (principalmente tránsfugas) mostraron su reticencia a la ley, cedieron. Lo importante, dicen, es la reelección. Los partidos de gobierno los premiaron con no ir a primarias. Son cuestiones de línea del partido.

El sociólogo Marco Gandásegui cree que es justamente esta línea la que prevaleció en el acto de citación de Portugal, pero que ayudó al oficialismo a mostrarse divagante. ‘Fueron ellos los que pidieron que apareciera, y debieron ser los primeros en preguntar. Si no, ¿para qué la citaron? No lo hicieron y eso es una irresponsabilidad: no cumplieron con fiscalizar’.

Vallarino pide no generalizar. Aunque pareciera no comprender la mística de sus colegas, dice que cuando debe, no se reprime contra ningún funcionario, por más alto perfil que tenga. Pero envuelve al país entero en el problema: ‘no somos los di putados, son la sociedad... es la sociedad la que los elige’.

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