Enemigo implacable

E l paisaje canalero desde el Atlántico al Pacífico guarda una constante. Una sábana blanca sobre colinas y cerros que a simple vista ha...

E l paisaje canalero desde el Atlántico al Pacífico guarda una constante. Una sábana blanca sobre colinas y cerros que a simple vista hasta pudiera llegarse a pensar que lucen bien. Pero eso es solo viéndolo de lejos, de cerca las cosas son muy diferentes. Las ondeantes capas blancas no son más que la punta visible de un enemigo de la vegetación local y los ecosistemas.

Maleza, “monte”, hierba o paja canalera, nombres distintos para un mismo elemento, la Saccharum spontaneum , nombre científico, que desde hace cuatro décadas acapara territorios hacia los cuatro vientos desde las entrañas del Canal. Hoy, la paja canalera está en cualquier esquina, basta un poco de tierra y listo, crece la tenaz planta.

RÁPIDA, AGRESIVA Y VOLÁTIL

El problema parte desde los orígenes. La paja canalera proviene del Asia. No es originaria de nuestro país y mucho menos del continente. Las tesis sobre su llegada ya han sido debatidas, pero el problema de hoy es mucho más severo. Esta planta crece fácilmente y sobre todo desplaza a otros cultivos. Es decir, parece indetenible.

Su agresividad le permite acaparar territorios a gran velocidad, “no deja crecer más nada” dice Jorge Matsufuji, un empresario de origen japonés que le ha dedicado tiempo a la observación y estudio de la paja canalera.

Las características ambientales del país favorecen el crecimiento de esta planta. Humedad, y sobre todo mucha tierra sin ninguna clase de cultivo, espacios abiertos para que la paja canalera crezca y una vez llega no hay fórmula aparente para detenerla.

Su voracidad y la forma tupida de su crecimiento le cierran los espacios a otras especies. Elimina luz, aire y hasta agua para otras plantas, la altura de sus tallos dificulta la visibilidad y la agudeza de sus hojas dificulta el paso al hombre.

Esto último es quizás uno de los aspectos más conocidos de la paja canalera, para limpiarla se requiere de sumo cuidado. Sus hojas son sumamente delgadas, al punto que se convierten en filosas navajas que le sirven de defensa. Eso no es todo, sus tallos son delgados, pero en sus partes bajas sorprendentemente fuertes. Cuando la paja canalera crece cortarla a machetazos se convierten en un desafío. “Cuando le intentas dar un corte al tallo, el machete rebota y te queda vibrando el brazo”, explica Matsufuji. Pero eso no es todo, ante un ataque distinto, un corte más arriba, los tallos se doblan, pero no se cortan, ceden y al rato vuelven a su postura original.

Además de su voracidad en cuanto a los terrenos y la mezquindad con otras especies, la paja canalera ha servido para aumentar los riesgos de incendios durante la estación seca. Es sumamente volátil, básicamente se prende sola, y genera daños en el suelo y las otras plantas.

El humo de los incendios dificulta la visibilidad en las carreteras, pone en peligro la salud y finalmente el riesgo del fuego mismo.

Esto se agrava si pensamos en que las carreteras del país están escoltadas de paja canalera. El humo llega hasta impedir la circulación vehicular.

Frente Común

“Tenemos que exterminarla”, Matsufuji es radical al hablar sobre las alternativas. Para el no hay muchas opciones frente a la paja canalera. “Mire.. ella no da sombra, se prende rápido y además ahora hasta sirve para que los maleantes se escondan”, comenta.

En los últimos años, Matsufuji ha emprendido una ofensiva contra la especie, “esa paja no deja crecer nada y las tierras se pierden”, dice. El legendario ambientalista, insiste en que es necesario tomar acciones frente a la temida paja canalera. “Tenemos que limpiar y sembrar, porque si no vuelve a crecer”. Pero Matsufuji no se refiere a cultivos de alimentos únicamente, en su lista están también árboles ornamentales, como las acacias, los guayacanes y la jacaranda. “Son árboles que dan mucha sombra y cuando les llega la fecha de florecer son hermosos”.

Para eso propone una gran cruzada por recoger y distribuir semillas de estos árboles, la sombra dice, además de los beneficios para las personas, evita que crezca la paja canalera. “A la maleza no le gusta la sombra”.

La segunda parte del plan consiste en un tiro de doble efecto. Como los terrenos donde hoy domina la paja canalera son en gran parte del Estado, este podría lanzar un “plan de empleo rápido, se contrata jornaleros para limpiar los terrenos y a la vez sembrar la otras especies. El gobierno puede comprar las semillas o sencillamente recogerlas”, dice Matsufuji.

Un plan que a pesar de ser simple parece ambicioso si consideramos que nos hemos acostumbrado a ver la paja canalera crecer entre nosotros y dominar cada vez más terreno, un mal que crece ante la vista de todos. Lo más crítico es que no hacemos nada, para frenarlo.

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