El nuevo ‘ postmoderno megacrecimiento urbano’

Actualizado
  • 01/07/2012 02:00
Creado
  • 01/07/2012 02:00
El crecimiento económico de la década del sesenta, impulsado por la tímida sustitución de importaciones de la década del cincuenta y la ...

El crecimiento económico de la década del sesenta, impulsado por la tímida sustitución de importaciones de la década del cincuenta y la penetración capitalista en el campo, aceleró oleadas migratorias campo-ciudad, con lo cual se inició una primera etapa de urbanización sostenida. Desde la década del setenta hasta mediados de los noventa, el crecimiento estuvo alimentado básicamente por el crecimiento natural de la población (más nacimientos, menos mortalidad). Sin embargo, en la medida en que este crecimiento natural se ha ido estabilizando, las oportunidades económicas y las perspectivas de crecimiento de la economía han estimulado nuevamente la migración interna.

EL BOOM INMOBILIARIO

La intervención del Estado en la construcción de proyectos de vivienda considerados de baja rentabilidad o de lenta recuperación por el mercado privado a partir de 1972, así como el impulso de proyectos de re-densificación en zonas centrales de la ciudad estimulado por la Ley de Condominios de 1979, sirvió de base para el boom inmobiliario que presenciamos desde inicios de la década del noventa, responsable del skyline urbano que hoy caracteriza a la ciudad. El impulso de este boom estuvo ambientado y favorecido, adicionalmente, por las medidas de ajuste estructural que se desarrollaron entre 1983 y 1999. Para el año 2000, esto significó una agresiva construcción de edificios altos y centros comerciales exclusivos en el centro financiero, comercial y de servicio localizado en el corazón urbano de la ciudad, así como hacia terrenos de la costa este de la ciudad sobre todo en zonas de manglar. Este proceso se dio sin un plan de zonificación que indicara los valores catastrales de los terrenos y sus bienes patrimoniales, ni tampoco un marco legal coherente que hiciera frente a la rápida ocupación del suelo en esas áreas.

En cierta manera, se hace difícil valorar el impacto profundo de la transformación urbana de la ciudad de Panamá sino la vemos también desde la perspectiva de la plataforma tecnológica que se instaló en el país desde finales de la década del noventa, y del impacto de la arquitectura postmoderna a través de la incorporación de nuevos materiales, nuevos equipos y nuevas tecnologías de construcción

Los rascacielos, concebidos para aprovechar el suelo en su totalidad, han sido construidos sobre suelos de altísimos precios. No obstante, las características que estas torres exhiben hoy día no es sólo la consecuencia de un cálculo de beneficios inmobiliarios. En gran medida, éstas han dependido de la nueva concepción posmodernista del diseño urbanístico, y quizás más decididamente de los nuevos materiales e inventos que la han legitimado: hierro colado, acero laminado, hormigón armado, cristal, vidrio plano en grandes dimensiones, bombas hidráulicas, ascensores, abastecimiento de agua por gravedad, entre otros. Adicionalmente, la privilegiada combinación de posición estratégica y acceso a la fibra óptica, desde mediados de la década del noventa, así como el uso de alta tecnología de telecomunicaciones, ha simplificado los procesos de construcción y su consecuente expansión. Estos materiales e inventos han permitido nuevas composiciones que hace cincuenta años eran inimaginables.

No obstante, la ausencia de una planificación urbana ha impedido tomar en cuenta las previsiones en materia de proyección del alto crecimiento de la población, así como la urgencia de altas inversiones en infraestructuras de transporte y vialidad, suministro de agua, electricidad, conexiones y saneamiento. Los criterios decisorios que han prevalecido han sido los del mercado y no precisamente los del Estado y/o de la población que busca vivienda decente.

LOS MEGAPROYECTOS DE INFRAESTRUCTURA VIAL

La implementación de una estrategia de desarrollo vial sin planificación ha contribuido a ampliar el perímetro de la ciudad y ha empujando la mancha urbana hacia la periferia, generando agudos problemas de transporte masivo y movilización. Esta implementación se expresa en el inicio de operaciones, a finales del siglo pasado, de las carreteras de peaje conocidas como Corredores Norte y Sur, que parcialmente circunvalan la ciudad. Este proceso se agudizará con la llegada del Metro de Panamá a inaugurarse en 2013.

Efectos de este crecimiento

1. De la ciudad a la urbe. En el caso que nos ocupa, se tata del proceso mediante el cual la ciudad de Panamá se transforma en una urbe, esto es, se convierte en un fenómeno urbano con todas las consecuencias que esto implica. En otras palabras, nos referimos al momento en que se rompe la unión indisoluble entre territorio y comunidad, y en que la heterogeneidad social, económica y demográfica de la población, junto con el crecimiento de la mancha urbana, rebasa todos los límites geográficos y simbólicos que anteriormente permitían pensar la ciudad como una unidad territorial por sus habitantes.

2. Emergencia de la revolución urbanística como un capitulo del neoliberalismo globalizador. La forma como el Estado ha enfrentado la modernización urbanística, el ordenamiento territorial, el uso del suelo y las prioridades de inversión en vivienda social es parte de un componente político de primer orden que compromete al Estado y sobre todo al megaproyecto liberal de desarrollo. El mega crecimiento de las ciudades no se limita a su modelización visible a través de impresionantes skyscrapers o rascacielos; se acompaña de otros mega proyectos que tienen que ver con el transporte, las telecomunicaciones, la segmentación de la ciudad en múltiples multicentros locales, el impacto del acortamiento de las distancias, etcétera

3. La profundización del caos urbanístico centro/periferia. Como se ha podido apreciar, el caos no se ha limitado al centro moderno o financiero de la ciudad, en donde la falta de una planificación urbana —evidenciada en la violación de los espacios públicos, el cambio no regulado de los usos del suelo o la afectación del patrimonio histórico— ha sido la norma, sino que el mismo también se ha extendido a las áreas periféricas. Al amparo de la falta de una clara definición en materia de planificación, se han dado situaciones y se han venido tomando decisiones, desde la década del setenta, cuyo efecto ha sido el desplazamiento caótico de la población del centro urbano hacia ‘las afueras’, la cual se ha alimentado, a su vez, de oleadas crecientes de migración campo-ciudad y ciudad-ciudad.

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