Adri Paiz: ‘Hay que compartir lo que uno tiene en el alma’

La cantautora panameña cuenta cómo venció la timidez para convertir su poesía en canciones auténticas y profundas. Con un estilo musical ecléctico y sin moldes, busca inspirar a otras mujeres a sanar, sentir y atreverse a brillar desde la vulnerabilidad

La música, la poesía y la vulnerabilidad se conectan en la historia de Adri. La artista panameña aprendió a transformar el miedo escénico en un puente hacia su propia voz. Hija de un DJ que la impulsó a descubrir canciones y ritmos, encontró en la escritura de versos el comienzo de un camino que hoy la tiene presentando su primer álbum: Mar y amar, y celebrando su primer concierto. Lo que empezó como un acto casi secreto —musicalizar poemas guardados para sí misma— se convirtió en un proyecto vital para sanar heridas y compartir verdades.

En esta conversación, Adri revela cómo su música desafía etiquetas y géneros, y apuesta por una autenticidad que abraza la imperfección y la diversidad de emociones. Desde su proceso creativo, lleno de notas desordenadas y melodías que aparecen “de la nada”, hasta el mensaje de libertad y comunidad que quiere sembrar en la escena musical panameña, su historia inspira a otras mujeres a alzar la voz sin miedo y a transformar la vulnerabilidad en fuerza.

¿Cómo comienzas en la música?

La música siempre había sido parte de mi vida, mi papá era DJ y siempre me pasaba su música, me enseñaba canciones nuevas y me motivaba a encontrar canciones yo para enseñarle a él. A mí siempre me había gustado escribir poesía, y a veces le metía un ritmo a las letras. Yo desde pequeña me había considerado una persona superpenosa; lo más cercano a estar en tarima era actuando porque podía ser alguien más. No fue hasta que Hannia Woodman, en una de las primeras obras inclusivas en Latinoamérica, me puso a cantar junto con Diana Durán. Obvio, yo estaba aterrada, ya que no solo iba a cantar al frente de un público, sino que iba a ser junto con Diana, the flying soprano, Durán. Pero bueno, di unas clases con Diana, ella me acogió bajo sus alas y seguí cantando, pero solo con ella. Tocó pasar por un momento superdifícil en el que me encontré en una situación tóxica, para que decidiera transformar tres de mis poesías en una canción, que hoy es Telenovela (2023). No fue hasta que pasé por todo el proceso de trabajar y sacar una canción que me di cuenta de que a eso era a lo que quería dedicarme. Y bueno, aquí estoy, cuatro singles y un álbum después, teniendo mi primer concierto y entusiasmada por lo que traiga el futuro.

P:¿Cómo defines tu música?

Yo siempre he dicho que definir es limitar. Si fuera a describirla sería con palabras que simbolicen ese deseo de libertad. Ecléctica, un sancocho, un mar, una fusión... Lo que sí es, es que es música para el alma. Yo quiero ayudar a sanar, tanto a mí misma en el proceso, como a quien la escuche. Inspirar a ser vulnerable, a sentir, a amar, a vivir la vida. Mi “logo” o algo que siempre digo es que la vida es un sancocho, y hay que amarla con todos sus ingredientes.

¿Cómo es tu proceso creativo cuando escribes, ¿te involucras en la producción? ¿Cómo es esa dinámica?

Mi proceso es ver la poesía en lo mundano y tratar de reflejarlo en mis letras. Este álbum fue así: yo escribía todo lo que se me pasaba por la mente (mis notas son un desorden total), luego de tener varios versos, me sentaba a organizarlos, de ahí grababa voicenotes en mi celular cuando se me ocurría algún ritmo. Cuando ya tenía más o menos el ritmo de la canción se las presentaba a Diana para que ella me ayudara a refinarlas, ya que yo sigo aprendiendo. Al tenerlas más moldeadas, las grabábamos con Dominick Moreno y se las mandamos a Pablo Governatori. Él produjo todas, con lo que le mandamos más algunas referencias que yo le compartía de mis inspiraciones para la música. Pablo, como el maestro que es, no solo sabía exactamente qué era lo que yo quería lograr con la canción, sino que lo hacía aún mejor de lo que yo tenía pensado. La verdad que no puedo estar más agradecida tanto de las personas y los momentos que me inspiraron a escribir estas canciones, pero también eternamente agradecida de la bendición que es tener este equipo lleno de estrellas.

Acabas de lanzar tu primer álbum. ¿Cómo escogiste los ritmos?

Los ritmos se escogieron solos (risas). Como escribí anteriormente, a mí las letras se me ocurrían — no hay otra manera de describirlo más que “de la nada”— y los ritmos también, simplemente salían. Obviamente, con Diana se establecieron un poco más. Ella me decía “esta la escribiste como un reggae”, a lo que yo respondía “¿Cómo así?”. Y ahí fui aprendiendo, y sigo aprendiendo, qué hace una canción un género en específico. Lo que sí sabía era que no quería que todas fueran del mismo género. Quería esa variedad y diversidad que es tan importante para mí.

No buscas ‘complacer moldes’, ¿cuál es el sello de Adri en su música?

La autenticidad. Todas las letras salieron del alma, no decidí cambiar nada para encajar en algún género, acepté las canciones tal y como ellas querían salir. No canto lo que no siento y lo que sí siento, lo siento al 100%, sin miedo.

Desde tu perspectiva como mujer en la industria musical panameña, ¿cuál ha sido el mayor reto que has enfrentado para mantener tu voz y tu estilo auténtico?

El mayor reto para mí es que, cada vez más, hay pocas oportunidades para presentarse como artistas. Ser artista es un golpe de suerte, uno puede hacer todo por triunfar, en especial con la era de redes sociales que está pasando ahora, pero llegar a ser un artista reconocido y que no se pierda después de un tiempo es un golpe de suerte. Además, el arte en varios países es visto como un hobby, no como una carrera, lo cual hace que las oportunidades para presentarse, compartir con otros artistas y llegar a ser grande sean muy difíciles. Aparte de eso, mis retos eran más que nada personales: mi miedo a ser vista, a cantar en público, a enseñar mis letras, etc.

¿Cómo sientes que tu música y tus letras pueden abrir espacios o inspirar a otras jóvenes artistas que sueñan con contar sus propias historias?

Lo que yo busco compartir con mi música es un espacio de seguridad para ser uno mismo, hacer que la gente se sienta cómoda para vivir la vida a tope, vivir con amor, sentir sin miedo y ser genuino y auténtico. Al ser real, todo se vuelve más claro. La vida es dura y hay cosas pasando que son terribles, por eso con más razón hay que compartir lo que uno tiene en el alma. Si uno no está bien consigo mismo, ¿cómo queremos que el mundo esté bien? Yo quiero que la gente vea que uno puede tener pena — yo no cantaba ni al frente del espejo porque mi reflejo me escuchaba— miedo, uno se puede sentir abrumado, invisible, pero hay que saber decir: ‘esto es lo que yo quiero hacer’. En especial si es para compartir algo tan bello y sanador como el arte.

¿Qué mensaje buscas transmitir como mujer artista a la escena musical y a la sociedad panameña?

Mi sueño es llegar a ser grande, no solo por mí, sino por Panamá, por las mujeres, por todas esas niñas que se sienten invisibles, que les da pena brillar, por todos los que sienten que no tienen voz, para mostrar que todos los que piensan que vivir y amar son cosas separadas están equivocados y que uno nunca está solo. Yo quiero que la gente se sienta cómoda, que acepte que ser vulnerable está bien. Quiero crear una comunidad que incluya a todo el mundo, y es que los momentos compartidos pesan menos y se disfrutan más.

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