El nuevo cine iraní se reivindica en España

  • 27/10/2016 02:00
A lo largo de la película, el realizador no deja pasar la oportunidad de mostrar la situación social y política de su país

No es nueva la presencia de realizadores iraníes en la Seminci, la Semana Internacional de Cine de Valladolid, donde ayer presentaron sus nuevos trabajos Asghar Farhadi ( The Salesman ) y Reza Mirkarimi ( Dokhtar ). Forushande (The Salesman) evoca el drama de Arthur Miller Muerte de un viajante , que en la película representan Emad y Rana, la pareja protagonista que, al igual que en esa pieza dramática, se ve desbordada por el progreso.

Ambos deben abandonar su piso en el centro de Teherán debido a la amenaza de una ruina que también amenaza a la estabilidad de sus vidas debido a una serie de problemas con la dueña del inmueble.

Las luces y las sombras del ser humano, sus contradicciones, desfilan ante los ojos del espectador en este filme, lejos de los argumentos de calado religioso y político de otros directores de su país que han visitado la Seminci.

Esta disolución de conflictos como categoría argumental también se aprecia en Dokhtar , de Mirkarimi, aunque se perciben rasgos de la autoridad paterna sobre la familia y en especial de las hijas, sometidas a las directrices del cabeza.

Es lo que le ocurre a la joven Setareh, quien no obtiene el permiso de su progenitor para asistir en la capital a una fiesta de despedida de una de sus mejores amigas, pese a lo cual emprende el viaje.

El acto de desobediencia desencadena una serie de circunstancias que Mirkarimi aprovecha para poner de manifiesto el rigor y la tensión entre tradición y modernidad que perdura en algunas partes de Irán.

Junto a ambas películas compite el tunecino Mohamed Ben Attia, quien presentó en el festival Imhebek Hedi , una coproducción de Túnez, Catar, Emiratos Árabes, Bélgica y Francia. El público dispensó una buena acogida a esta cinta que pone de manifiesto la evolución personal del joven Hedi, quien a sus 25 años acepta de forma sumisa la boda de conveniencia que le ha preparado su familia hasta que, una semana antes del enlace, conoce a una joven de la que se enamora y se rebela.

A lo largo de la película, rodada durante la celebración en Túnez de las primeras elecciones democráticas, en 2011, el realizador no deja pasar la oportunidad de mostrar la situación social y política de su país, con el turismo, uno de sus principales activos, inmerso en una grave crisis.

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