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- 21/05/2025 17:12
Por años, el mundo de la belleza estuvo asociado a glamur, lujo y consumo desmedido. Pero hoy, una nueva narrativa se abre paso con fuerza: la cosmética sostenible.
Lejos de ser una moda pasajera, se trata de un movimiento global que exige productos éticos, responsables con el ambiente, libres de crueldad animal y con ingredientes seguros para la piel. Eso sí, que durante todo su ciclo de vida sean respetuosos con el planeta.
Panamá no es la excepción. Cada vez más consumidores, como Ana Larissa Cabrera, están transformando sus hábitos de consumo y eligiendo con lupa lo que aplican sobre su cuerpo.
“Para mí es muy importante que el producto no solo sea cruelty free, sino que todo el proceso detrás también sea responsable. Reciclo, reutilizo todo lo que puedo. Me fijo en los ingredientes, en el empaque, en el impacto total. Todo el recorrido cuenta”, asegura.
Según el portal especializado The Green Side of Pink, la cosmética sostenible —también llamada ecológica u orgánica— se caracteriza por reducir su impacto ambiental a lo largo de todo su ciclo de vida: desde la extracción de materias primas hasta el embalaje, distribución y reciclaje del producto.
Aunque el mercado panameño aún está en desarrollo, han surgido emprendimientos que promueven la belleza consciente; aquí mencionamos algunas con fines netamente informativos.
Uno de estos emprendimientos es Plátano Verde, una cuenta en redes sociales gestionada por Melany Allen y Katherine Valdespinodos, que ofrece productos sostenibles y orienta a quienes desean cambiar sus hábitos.
“Si no lo hemos probado o no tenemos referencias confiables, no lo vendemos. Queremos llevar productos que no dañen al consumidor ni al planeta”, explica Allen a este medio en una entrevista hecha en 2020.
Además, recalca la importancia de educarse: “Si vas a vender cosmética orgánica, primero estudia. Aquí hay muchas personas que no saben cómo cuidar su piel, y algunas tienen condiciones serias sin saberlo, como cáncer de piel”.
Una de las marcas que ha liderado este cambio desde hace décadas es Lush, conocida por su activismo contra el testeo en animales y su enfoque en ingredientes frescos y envases reutilizables.
“Lush fue pionera en rechazar la experimentación animal. Para nosotros, no se trata solo del producto final: toda la cadena de suministro debe estar libre de maltrato”, explicó Óscar Ponce, store manager de la marca durante la reapertura de la tienda en Panamá.
¿Cómo lo logran? Visitan a todos sus proveedores —más de 500 en todo el mundo— para asegurarse de que sus cultivos sean sostenibles, su impacto ambiental positivo y que no haya sufrimiento animal involucrado. Además, sus productos se prueban en piel sintética humana o voluntarios, nunca en animales.
También implementan un sistema de economía circular: los clientes pueden devolver los envases vacíos a la tienda y recibir un descuento. Ese plástico se transforma en nuevos envases, utensilios o mobiliario de tienda.
Para identificar si un producto realmente cumple con los estándares ecológicos, existen sellos reconocidos como Ecocert, Bio, Natrue y BDIH. También es común encontrar la etiqueta “cruelty free” o “vegan”. No obstante, expertos como Allen y Cabrera recomiendan revisar detenidamente la lista de ingredientes, ya que no todos los productos “naturales” lo son del todo.
Contrario a lo que algunos piensan, los productos libres de testeo animal sí son seguros. Hoy existen métodos alternativos ampliamente validados, como el uso de piel sintética desarrollada en laboratorios, como la del proyecto XCellR8, uno de los ganadores del Lush Prize, una beca de 200.000 euros que premia investigaciones que sustituyen la experimentación animal.
La cosmética sostenible no solo responde a una preocupación ambiental o ética: también refleja un cambio profundo en cómo las personas conciben su relación con su cuerpo, con el consumo y con el entorno.
“Yo sé que en algún momento todo esto será la norma y no la excepción. La industria ha cambiado mucho. Hoy incluso hay restaurantes veganos en el Burger Week. Todo se transforma, y eso me da esperanza”, concluye Cabrera.