Recuerdos de mi primer trabajo

Un amor de oficina, empanadas libanesas y paseos por el Parque Urracá: una historia de sentimientos que aún laten en el recuerdo
Nacionalidad: panameña 12 de noviembre de 1984 Especialidad: Geografía Regional de Panamá. Licenciatura en Geografía e Historia. Maestría en Geografía Regional de Panamá. Docente en el Ministerio de Educacióny en instituciones de educación superior. Artículos de opinión en El Panamá América, La Estrella de Panamá y revista cultural Lotería. Autor de los libros “Memorias de un bardo” y “Escritos de un sobreviviente”.

En mi primera aventura laboral la timidez que corta cualquier amor a primera vista, se disipó solo al ver tu sonrisa tan cálida como el alba en primavera. Al llegar a la jornada laboral los cuentos, sobre cualquiera nota suelta en el diablo rojo, se aliviaban al comer empanadas libanesas. Es el minutero que acelera mi corazón al ver a mi chitreana, sola por el pasillo, con sus pestañas de faraona y su silueta de princesa, acompañada de un buen café. Mis ojos brillaban cada vez que pisaba una ruta incierta. Al filo del desprecio y la burla siempre me aventuré a caer sobre tus brazos, linda chitreana. El olor de la tostadora recién quemada es el anuncio de mi cuota al asesor, pagado con hamburguesas, y mi almuerzo. Es el preciso reloj sobre mi pecho el que anuncia lo corto para cambiar el libreto. Este amor es puro sin ataduras al mundo terrenal y que perdura en la eternidad. Hermosa chitreana hoy somos dos personas maduras, en el que abunda el olor al néctar de esa fragancia Chanel y las tartaletas que ofrezco como enamorado de tus acciones pasadas, que solo pide trabajo y amistad. El amor que siento por usted rompe las fronteras de lo imposible y es como el almíbar de las abejas que se renueva con cada prueba. Muchos desamores ha enfrentado su amor fantasma y fraternal. Es la báscula entre el dolor que siento en los días calurosos y el eterno pesar por ofender debido a mi soledad. El olor de las gardenias frente a la bahía se esfumaba en cada salida al parque Urraca, al contemplar como buen ladrón tu caminar sobre el césped mojado. Esa ruta incluía dar mi buen paso para evitar la afrenta de cualquier galante. Tu hermosura es como una pintura, que solo requiere colores monocromáticos porque tu gama de tonos es muy fina, al que pintar bajo la lluvia significa ir preso por tus besos. Hoy esa imagen se transporta a una mirada distinta. Esa que encuentra indiferencia o es mala consejera. Solo puedo decirte que cada día me hace falta tu presencia y un trabajo flexible que desempeñar. Quisiera verte en mi sustentación de maestría, abrazarte y platicar contigo sobre trabajo. Lorena, la comunicación que mantuve contigo en mi primera experiencia laboral fue un poco ortodoxa. Hoy esta se enaltece al sentarme en una silla y escribir, con ese recuerdo de cada sonrisa regalada a este bardo, vivencias de mi vida como escritor, humanista y poeta.

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