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- 25/11/2019 12:41
Karl Hoffmann (Caracas, 1965) es de esos hijos de la que era la cuna de los dramáticos de la televisión. ¡Vaya disgustos nos llevamos con sus interpretaciones de villano y vaya suspiros, con sus protagónicos! Pero Hoffmann, fuera del foco y la escena, ha comprendido que un actor debe “enseñar lo que sabe”. Por eso, a través de su institución Cica —Centro Integral de Capacitación Actoral— ha pasado años compartiendo lo que sabe a esos tantos prodigios que aspiran a pararse frente a la cámara y brillar. “En la calle muchos me llaman 'profe'”, sonríe. Ahora, tras llegar de España, presenta en Panamá una master class de 'casting electrónico', dirigida a actores de todas las edades que deseen incursionar en el universo de la televisión y el cine internacional. Una charla dictada por dos casting coaches para Nickelodeon y Disney: el director de cine y TV Tito Rojas y la acting coach Sarahí Díaz. Tres oportunidades: 29, 30 de noviembre, y 1 de diciembre, en Teatro Pacific.
“Esta nueva puesta, de casting electrónico o autocasting, permite que los talentos puedan audicionar desde Panamá para proyectos en el exterior. Durante la conferencia, los expertos explicarán cómo usar esta nueva tendencia de la industria del entretenimiento”, expone.
En la actuación, aunque es uno de los oficios donde parece que prevalece el talento, a veces no pesa la meritocracia: “Siempre ha sido difícil. Hay quien dice por ahí que por cada actor que llega hay 200 que no llegan. La carrera actoral no es como otras, está llena de muchas variables. La suerte, relaciones públicas, cómo te desempeñas, tu personalidad, te condicionan. Te pongo un ejemplo: si un futbolista es bajo o es alto, si es bonito o es feo, no importa en el campo. Si es de color o es rubio, tampoco importa. En el terreno, lo que importa es el talento . En la actuación no es así. El actor muchas veces no llega a triunfar al no tener las relaciones necesarias, contactos o las oportunidades necesarias.
Muchas veces se pierden excelentes actores, lamenta Hoffman. “¿Que qué me preocupa de la actuación? La falta de oportunidades cuando hay talento”.
“Una figura pública debe tener un compromiso social”, apostilla. Cuando llegas a olfatear el aroma del éxito, “la responsabilidad social de un actor es dejar tu nombre en alto. Tu imagen debe transmitir un compromiso con la gente. Atender cosas que tengan valores importantes de familia, de la sociedad y la niñez. Al actor lo buscan porque es una imagen que la gente admira, por ello está el compromiso”.
Hay quien verá que ser actor es fama, dinero, viajes. Pero más allá de banalidades, es un oficio donde aprender a discernir es un golpe fuerte sobre la mesa. “Siempre en la actuación ha habido acoso. Tanto para hombres como para mujeres. Pero eso pasa en todas las carreras. En la actuación es más notorio, porque es más público. Por ello se debe aprender a decir que no. Muchos han tomado ese camino fácil. A mí me ha tocado, me han pedido…. ¿Que cómo? Pues hombres me han pedido estar con ellos. Uno tiene que saber si te gusta jugar espadas o estar claros en la vida”, revela.
La generación de los 90 fue amante de esas novelas románticas. Esa generación que creció con aquellos personajes que apetece recordarlos. Pero, evidentemente la sociedad ha cambiado mucho: hoy en día se consume los dramáticos de otra manera. “Estupendas son las producciones de Netflix. Pero también hay productos muy malos. Netflix nos ha ayudado a exportar el talento latino. La producción española está dando la talla. 'Hache', la ultima, es una genialidad”, recomienda. Aun así, a pesar de los diferentes formatos y generaciones, siguen gustando las novelas de amor, por mucho que haya cambiado el mundo. “Afortudamente, hay mucho que seguir contando”.
A nivel político Hoffmann intenta no implicarse tanto, porque sabe que sus frases vienen preñadas de dardos que dan directo al blanco. “Nosotros fuimos una fortaleza muy grande en telenovelas y si Venezuela no se hubiese quebrado, quizá eso todavía estuviese existiendo”, se aflige. Somos muchos en todas partes. Voy a utilizar esta frase de manera sana, 'nosotros hemos sido como un cáncer: 500 mil a Perú, otros 500 mil a Ecuador, 500 mil Panamá… Hemos hecho una invasión porque la situación del país nos motivó a eso. Ves actores reconocidos haciendo pequeñas escenas en grandes series de Netflix”, dice.
“Me preguntas que qué es Venezuela hoy para mí. Recuerdos, añoranzas, tristeza, dolor. Es haber construido un imperio y que se haya derrumbado. A nivel personal y familiar, fui muy fuerte en mi país, ahora no me queda nada. Todavía tengo mi centro cultural en Santa Fe, pero lo manejo a control remoto. También me preguntas por la familia, pues de mi padre quizá tengo muy poco, quizá las piernas, que me toca trabajarlas mucho en el gimnasio. De mi madre sí heredé el trabajo constante. Vivo en Panamá y decidí aportar a este país. No me siento culpable por haberme ido. Algo sí quiero decir, como inmigrante, un consejo: el migrante debe conectar con el país que le acoge y se debe adaptar a este”.