Cultura Escénica, 20 años en las tablas panameñas

Cultura escénica nació del conflicto. Y para asegurarse que se le diera al actor de teatro, a todos, el trato profesional que merece el arte de ser otra persona para entretener.

El grupo teatral se conformó una noche, mientras su tercer fundador dormía. Edgardo Molino y Luigi Lescure le pusieron nombre a su futuro el 28 de diciembre de 1994. Y en la mañana, puesta al tanto Alicia Alonso, comenzó a idearse la primera temporada de la compañía.

Un año después, Cultura Escénica se estrenaba en las tablas con Madrugada, un drama de Antonio Buero Vallejo.

Bajo la dirección de Fernando Navas, Enrique Pareja, Imanol Guerra, Estela Lauri, Mónica Lauri, Patricia Kinked, Lisset Kinked, Alonso y Molino protagonizaron la obra, y Lescure ayudó detrás de escena.

Todos habían hecho algo de teatro, pero como expone Molino ‘en aquella época, si 100 es muy profesional y 0 es absolutamente amateur, nosotros andábamos como por 10 o 15’.

NERVIOS DEBUTANTES

Al llegar ese ‘extraño mes de diciembre’, la taquilla estaba agotada pero los nervios aumentaban porque todos sabían que estaban ‘compitiendo con todas las fiestas’ propias de la época.

‘Que fuera la gente a la sala’ era su mayor preocupación, según comenta Alonso.

Sin embargo, el público llegó e incluso les dejó más de 8 mil dólares en ingresos. Si no, ‘hubiese sido debut y despedida’, de acuerdo a la actriz, que además afirma que fue prueba de que ‘a Dios le gusta el teatro’.

PROFESIÓN, NO PASATIEMPO

‘No somos profesionales en el sentido de que no nos hemos graduado de la carrera de arte dramático, pero estamos en una situación mucho mejor que la que teníamos 20 años atrás’, confiesa Molino y explica que la experiencia ha hecho que su grupo sea mucho más que un pasatiempo.

Tal como lo describe Lescure, Cultura Escénica es ‘hacer lo que te gusta con gente que aprecias’.

Dos décadas después del estreno, algunos originales y varias adiciones, la compañía teatral celebra con la puesta en escena de una obra de Molino, ‘Tuvo que chocarnos un asteroide para que los hombres y las mujeres nos pusieramos de acuerdo’, en la misma sala que los vio nacer.