Auge y caída de la salsa

Actualizado
  • 16/11/2014 01:00
Creado
  • 16/11/2014 01:00
El arte y el negocio. Ambas dimensiones de este género musical —casi intocable— son abordadas por Leopoldo Tablante en más de 300 páginas

F ue un viernes, 23 de agosto de 1973. En Suecia robaban un banco que luego bautizaría por error al conocido síndrome de Estocolmo; mientras que, en Nueva York, 40 mil voces eufóricas —miembros de la comunidad latina— vibraban dentro del Yankee Stadium. La Fania All Stars convertía la salsa en un fenómeno musical en la ciudad de la Gran Manzana y una parte importante del mundo hispano. En ese preciso instante, sobre aquel escenario, solidificaban la fama que habían ganado con el ‘Cheetah concert’ y la película Our Latin Thing , para convertirse en leyendas. Nada era coincidencia. Detrás de aquellos íconos, se movía una industria con un nombre protagonista, Jerry Masucci. Pero para conocer un poco más sobre este tema, Facetas conversó con el académico Leopoldo Tablante desde Loyola University, en Nueva Orleans, quien ha publicado recientemente el libro El dólar de la salsa. Del barrio latino a la industria global de fonogramas, 1971-1999 (2014); un ejemplar que examina con rigurosidad los procesos en la historia salsera, ayudándonos a comprender también otras expresiones de la música latina.

EN ‘EL DÓLAR DE LA SALSA’— HACES UN RECORRIDO POR LA HISTORIA DE ESE FENÓMENO COMERCIAL LLAMADO FANIA, ¿QUÉ COSAS LOGRASTE DESCUBRIR DE SU CREACIÓN, ASCENSO Y MUERTE LENTA? ¿POR QUÉ PRESENTAR A LA ACADEMIA UNA TESIS SOBRE LA FANIA Y LA SALSA?

Porque es un tema interesante y complejo. Referirse a la salsa te obliga a repasar la historia de la música afrocubana, que es probablemente lo más obvio, pero también las razones de la diáspora puertorriqueña a Nueva York y, sobre todo, el hecho curioso de que los puertorriqueños en Nueva York prefirieron afincarse en su nuevo contexto urbano valiéndose de la tradición musical afrocubana, en lugar de su cultura musical originaria. Ellos la cultivaron, la perpetuaron, la renovaron y la hicieron suya.

PANAMÁ TIENE A UNA DE LAS FIGURAS DESTACADAS DE LA FANIA, RUBÉN BLADES, QUIEN DEMANDÓ JUDICIALMENTE A JERRY MASUCCI, DUEÑO DE ESTE CÉLEBRE SELLO, POR LAS IRREGULARIDADES EN PAGO DE REGALÍAS. ¿DESCUBRISTE MÁS CASOS COMO ÉSTE?

Claro. Fue el caso de la mayoría de los artistas importantes vinculados con Fania en los años setenta. Uno de los puntos que discuto en mi libro es que Jerry Masucci encarnaba una especie de ejecutivo ‘tipo’ de la música afrolatina en Nueva York. No era para nada una persona tímida o apocada: tenía experiencia en la policía, era un aventurero que estudió administración de empresas y negocios en México, que trabajó en la industria turística en Cuba y que admiraba personalmente a otros ejecutivos de la vieja escuela como Morris Levy, antiguo gerente de la sala Birdland y productor de discos de jazz para RC. Estaba directamente asociado con la mafia. Uno de sus socios en un sello disquero, Tommy Eboli, fue asesinado a tiros en plena calle en 1972 por ser miembro del clan Genovese. Masucci estaba perfectamente al tanto de ese estilo de hacer negocios e incurría en prácticas cuestionables. Una de ellas: llegar a un acuerdo con el capítulo 802 de la Asociación Americana de Músicos para que ésta no le reconociera derechos a los músicos de salsa, evitar pagos de regalías y beneficios sociales, etc.

?SON ‘CUBANO’ Y ‘SALSA’ TÉRMINOS CONTRARIOS O COMPLEMENTARIOS?

Salsa y son, la discusión de nunca acabar. Hay dos fuentes que intervinieron en la consolidación de la salsa como estilo: primero el mambo de los años cincuenta, que de alguna manera proporcionó la estructura que determina la secuencia de la canción afrolatina: tema inicial, son, mambo, montuno, moña y tema final; en segundo lugar está el son montuno tocado a la manera de Arsenio Rodríguez, que también tenía gran consistencia estructural pero que, a diferencia del mambo de las grandes salas neoyorquinas de los cincuenta, quería sobre todo resaltar y halagar la sensiblidad de los habitantes de los barrios pobres y determinados por una población cercana al legado africano. Creo que el mambo estaba en el ambiente en la Cuba de los años 30 pero que, de acuerdo con el público, la orquesta sonaba más o menos agresiva, más o menos cruda para satisfacer a audiencias distintas: una de clase media alta (el mambo) y otra de aficionados provenientes de los solares urbanos pobres o de los barrios de las grandes ciudades (son montuno).

600 Y PICO DE PÁGINAS EN TU LIBRO ES UNA LABOR TITÁNICA DE REDACCIÓN, ¿QUÉ TIEMPO TE LLEVÓ CONCRETAR LA OBRA?

El libro no tiene tanto como seiscientas páginas, pero sí tiene más de 330, cada una de ellas documentadas hasta donde me lo permitió mi sistema nervioso central. A pesar de que cultiva un lenguaje académico, organiza por primera vez datos que permiten dibujar mentalmente la curva de auge y caída de la salsa, de su paso de genuina música que manifiesta la vida del barrio a su edulcoración erótica, romántica y pop entre mediados de los años ochenta y comienzos de los años dos mil.

¿‘EL DÓLAR DE LA SALSA’ YA ESTÁ EN EL MERCADO MUNDIAL?

El dólar de la salsa acaba de ser publicado en Madrid por editorial Iberoamericana-Vervuert, que hizo un trabajo espléndido, lleno de escrúpulo editorial y con el que estoy muy satisfecho. Puede conseguirse a través del sitio web de la editorial, http://www.iberoamericanalibros.com/en/, y me parece que ya hay algunas copias rodando por Amazon. Espero que una traducción al inglés se le incorpore pronto.

¿CUÁL CREES QUE FUE EL APORTE DE LOS DISCOS, PELÍCULAS Y GIRAS DE FANIA A LA COMUNIDAD LATINA EN ESTADOS UNIDOS Y EN EL MUNDO HISPANO?

Con respecto al aporte de las películas, discos, carátulas, y demás, me parece que lo más importante que el sello hizo fue levantar un imaginario y una iconografía de la manera como los latinos se unieron, padecieron y finalmente asimilaron su propia versión de lo que es la modernidad: pobreza, machismo, mafia, abuso, discriminación, violencia, tradición, conciencia política y, finalmente, algunas reivindicaciones. Por extensión, para el Caribe hispano y América Latina, Fania erigió el orgullo del barrio latino, esa supuesta marginalidad de las modernidades latinoamericanas que es, sin embargo, la más numerosa y determinante demográfica, cultural y políticamente.

¿CREES QUE ESTOS MÚSICOS, COMPOSITORES O SUS FAMILIAS SERÁN RESARCIDOS POR LOS NUEVOS DUEÑOS DE FANIA?

No creo que a la inmensa mayoría de los músicos que participaron en el trasantlántico Fania los haya resarcido nadie. Los más talentosos, o los más lúcidos, han podido reciclarse con el tiempo o han podido consolidarse prácticamente como marcas con valor propio, el caso de Willie Colón, pero sobre todo de Rubén Blades y Celia Cruz. Muchos de los músicos de salsa han vivido la vida caótica que, en los comienzos, determinó el valor, la pertinencia, la calidad y, a menudo, la belleza patética de su música. Además, no creo que productores nuevos, puesto que disponen de un catálogo grabado desde hace más de 40 años, le reconozcan derechos a talentos que en muchos casos ya están fallecidos, física o figuradamente.

¿MASUCCI LLEGÓ A SER EL BERRY GORDY (CREADOR DE MOTOWN) DE LA SALSA O SOLO FUE UN PÍCARO QUE APROVECHÓ EL MOMENTO?

Masucci fue tan pícaro como Gordy y Gordy seguramente tan astuto como David Geffen o Clive Davis. Era un hombre de negocios sagaz, lleno de intuición, que sabía cómo presentársele a los músicos latinos, que sabía hacerse el indispensable y que, hay que admitirlo, se lanzó en el negocio de la salsa con la entrega de un kamikaze. Ahora, también sabía calcular los riesgos, sabía crear mecanismos para beneficiarse personalmente y, en la carrera, perjudicar a los artistas, que eran la fuente de su fortuna. Eso no lo diferencia de muchos otros productores de música popular.

¿POR QUÉ LEER ‘EL DÓLAR DE LA SALSA’?

Se debe leer El dólar de la salsa porque es un libro que ayuda a superar la idealización culturalista y un poco chovinista de la salsa. Va más allá del ritmo, del orgullo del barrio, de los arreglos, de la honestidad y del amor a la familia. La salsa es hoy una música popular incorporada a las redes globales de difusión de contenidos. Es un catálogo de música comercial que nació con el deseo de hacer dinero y que se sigue vendiendo con el mismo propósito.

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