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- 24/10/2008 02:00
Esta ficción, no lejana a una realidad actual en el sentido metafórico fue planteada magistralmente por el Nóbel de literatura José Saramago en su “Ensayo de la Ceguera” con una narrativa única que es inevitable pensar en la concepción y el desarrollo visual de llevar esta historia a la pantalla grande, hasta que el director brasileño Fernando Meirelles ("Ciudad de Dios", 2002, "El Jardinero Fiel", 2005), consiguió los derechos de la novela, por la que había insistido enormemente desde 1998. Gracias al convencimiento del autor ahora tenemos la oportunidad de apreciar una buena obra fílmica que se basa fielmente a la trama del libro del escritor portugués, que traslada al espectador a una atmósfera primitiva, iniciada por la repentina enfermedad o epidemia que deja en una ceguera absoluta a todos los habitantes de una comunidad y que representa de manera catastrófica "la fragilidad de una civilización".
Tanto en la novela como en la película todos los ciegos son tratados como seres inferiores, conformando un mundo decrépito y primitivo dominado por los instintos más primarios de sus pobladores, en la que se impone la ley del más fuerte. Con una alta exposición fotográfica que en ciertos momentos nos permite estar en esa “claridad” de la penumbra producida por la ceguera, la película nos ofrece un destacado trabajo de actuación como el de Julianne Moore, que es la única vidente y que finge estar ciega para poder estar junto a su marido, Mark Ruffalo, también de Gael García Bernal encargado de representar la parte más corrupta y miserable del hombre, a los que se suman Yoshino Kimura y Yusuke Iseya, Danny Glover y la brasileña Alice Braga, quienes desnudan su verdadera personalidad, saliendo a flote las miserias del ser humano que afronta el dilema de la supervivencia. Juntos deberán enfrentarse a un viaje a través del terror y el amor, la depravación y la belleza, la guerra y el asombro, para salir de aquel reclusorio y volver a una ciudad devastada que será su única esperanza por mantenerse vivos.
La metáfora sobre la ceguera de toda una sociedad admite muchas interpretaciones desde el punto de vista social y político, y tal como aseguraba su realizador, nos plantea asimismo muchas interrogantes sobre cómo se reorganiza una civilización, ante un desastre colectivo. La cinta muestra la bajeza y la degradación que dominaría la vida del ser humano en un primer momento si perdiese la capacidad de ver, algo que se relata sin exhibicionismos narrativos, haciéndonos testigos de una violencia que hiela la sangre y nos invita a reflexionar sobre la propia humanidad, sus más bajos instintos, pero que también nos muestra la capacidad de amar y el sentido de responsabilidad, con un final abierto, que al igual que el libro, deja muchas preguntas que nosotros mismos nos debemos encargar de responder.