La cíclica historia de la humanidad

El escritor uruguayo Ruperto Long, estuvo en Panamá para presentar su nueva novela  y conversó de como la intolerancia nos juega en contra

Una reunión que no comenzaba y una charla casual que se agotaba, dio paso a la semilla de la novela La niña que miraba los trenes partir, del escritor uruguayo Ruperto Long.

La historia ocurre durante la Segunda Guerra Mundial y los horrores que experimentó la humanidad mientras duró el conflicto. ‘Fue un evento que nos sacudió a todos, de modo que esa temática todos la tenemos presente. También porque sacudió valores que creíamos consolidados, el más básico: el respeto al ser humano, al otro. Sin embargo, es una época de persecuciones, xenofobia y de odios raciales'.

Charlotte de Grünberg es la niña que ve los trenes y es real. Long la conoce desde hace 20 años. ‘Un día ella me invita a un coctel en su casa en donde habrían otras personas. Yo llegué primero y solo estaba ella. Después de agotar la charla habitual sobre el clima, se me ocurre preguntarle donde estaba durante la guerra. Ella me dice ‘soy belga, estaba en Lieja y cuando los nazis invadieron Bélgica, mi padre consiguió papeles falsos y decidimos escondernos. Pasé los cuatro años de la guerra huyendo de un lugar a otro'.

Fascinado ante esta historia, Long le pregunta sobre el lugar de su escondite. ‘Me dijo una frase que para mi fue determinante: ‘En Lyon, Francia, estuve 10 meses encerrada en un ropero'.

Asombrado, él creía que ella se refería a una pequeña habitación, pero Charlotte le aclara que era efectivamente un ropero. Ella, de 8 años entonces, estaba en la parte inferior y su hermano, de 15 años, estaba en la tabilla superior.

‘Me resultó increíble y no podía unir a la persona que tenía delante de mi con aquella historia'.

Para él, ese relato había que contarlo y merecía ser conocido, pero cuando se lo planteó a Charlotte, se resistió. Ella nunca hablaba de eso.

‘He visto que es algo muy común entre los sobrevivientes del Holocausto y de otros eventos traumáticos. A la gente le cuesta contar, de alguna forma quieren dejarlo atrás, pero no se puede, eso quedó allí. Fueron vivencias muy intensas', recalca el escritor.

Después de varios meses, Charlotte le dijo que sí y empezaron un viaje de dos años, en los que se reunían una vez cada mes y él visitó los lugares a los que ella nunca había querido regresar.

Long reconoce que ella, hoy de 83 años, es una educadora con mucha trayectoria y prestigio en Uruguay, por lo que deduce que Charlotte no es que no podía volver, decidió no hacerlo.

Sin embargo, cuando él se reunía con ella para presentarle sus investigaciones, le preguntó si tenía fotos de los lugares visitados y aceptó verlas.

El escritor, quien es ingeniero civil y ministro del Tribunal de Cuentas de Uruguay, explica el efecto positivo que tuvo toda la experiencia para Chalotte y su familia. ‘Ha servido para reconocer y homenajear a personas que no sobrevivieron, y después viene el echar luz hacia al presente'.

Long explica que no es un efecto deliberado del libro, pero que al darle el manuscrito al escritor argentino Marcos Aguinis para que lo leyera, éste lo describió como ‘obra conmovedora, llena de luz'.

‘La tiene en el sentido de que a pesar de abordar un tema de guerras y persecuciones, sus personajes tuvieron una luz interior extraordinaria. Los seres humanos tenemos la tendencia a que nos llame más la atención lo oscuro, los crímenes; pero opuesto a esa fuerza, hubo amor', dice el autor.

‘Además, luego de una historia así uno recupera cierto sentido de la relatividad de las cosas', añade.

CIRCULO DE PREJUICIOS

‘La historia es repetitiva, se vuelve cíclica, no logramos alejarnos de ese tipo de problemas, del odio al diferente, al que tiene otra cultura. Aunque es muy difícil que se manifieste con la virulencia del nazismo, con toda una estructura y organización, pero en día a día lo vemos con dramas como el de Medio Oriente. Vemos repetirse las mismas patologías', comenta Long al repasar las situación que vive el mundo.

¿Qué pasa que no aprendemos? Creo que hay causas muy fuertes. A los individuos nos les gusta recordar lo malo. ‘Nosotros tratamos siempre de aferrarnos a las cosas que nos dan esperanza e ilusión, y aunque sabemos que hay cosas malas que están allí, no son las que tratamos de evocar todos los días. El ser humano va diciendo eso no puede pasar y no me va a pasar a mi o en mi país hasta lo que tenemos enfrente. A veces, todos somos un poco ingenuos, crédulos, y luego nos damos cuenta que existen todas esas fuerzas al acecho'.

Otra causa es que en las guerras hay intereses creados, ‘hay una industria armamentista ilícita muy poderosa, es un hecho delictivo tan grande como el narcotráfico, que también incide en éste'.

‘Hay gente trabajando para que se den estas cosas y celebran cada vez que hay un conflicto armado en algún lugar y lo alimentan'.

Por otro lado, menciona el fanatismo a diferentes corrientes que dificultan vivir l la tolerancia, que es la base de todo. Lo que falla es el saber convivir, prejuicios excluyentes, como en el caso del nazismo.

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