- 10/10/2021 00:00

Prisma, Festival de danza contemporánea de Panamá llega a sus 10 años de existencia, con la gran satisfacción de haber sobrevivido momentos de incertidumbre.
“Estamos muy orgullosos de contarnos entre los sobrevivientes porque no ha sido nada fácil, nos hemos tenido que adaptar, ajustarnos a las circunstancias en términos de lo que podemos abarcar”, explica Ximena Eleta, organizadora del festival.
Este año y luego de haber contado con un programa de 10 días de presentaciones, este año el programa se acomoda en 5 días de presentaciones presenciales en una oferta de una semana que incluye actividades académicas y sociales. Sin embargo, han tenido “la fortuna”, de poder presentar un programa presencial casi al 100% con compañías de Alemania, Francia, Italia, España y Estados Unidos.

“Nuestra prioridad era mantener la excelencia, que hasta ahora es lo que nos ha caracterizado y hasta ahora es lo que nuestro público, sean panameños, latinoamericanos, europeos o asiáticos espera de nosotros”, asegura Eleta.
Prisma nace de la motivación de Eleta y su socia Analida Galindo, dos bailarinas que encotraban una especie de desierto en cuanto a la oferta de danza contemporánea se refiere. “Tanto en ese momento como ahora, no ha cambiado, no había en el terruño más que básicamente dos compañías establecidas con trabajo constante, que son el Ballet Nacional y la compañía que yo dirijo que es Gramo Danse”, explica la bailarina.

Lo que sí venía aumentando era la cantidad de proyectos específicos de coreógrafos que organizaba una puesta en escena de su trabajo, invitando a bailarines a participar. Entonces un coreógrafo creaba una coreografía, invitaba a bailarines conocidos y tal a participar y hacía una puesta en escena. Sin embargo, luego de la crisis económica que sacudió a Europa y Estados Unidos en 2008, lo apoyos que recibían los interesados por parte de misiones diplomáticas prácticamente desaparecieron.
En 2010 tanto galindo como Eleta concluyeron en que era necesario establecer un festival ya que era la forma de saber qué está pasando en el resto del mundo, de tener una motivación hacia dónde ir, conocer ese nivel de excelencia a que se quiere aspirar.
“Los festivales sirven de encuentros entre coreógrafos y bailarines que se conocen en un taller de creación o en una clase maestra donde se crean vínculos que hacen que más adelante regresen para otras actividades”, explica. Además, facilitan el acceso a fondos internacionales que como bailarines o coreógrafos independientes es más complicado acceder. Y se permea en otras actividades de la actividad cultural del país, a través de programas pedagógicos, talleres de escritura…
“El Estado no lo iba a hacer entonces, como tampoco ahora y nos toca a los interesados, que somos los bailarines y consumidores de arte y de danza, tomar las riendas”, destaca. Eleta y Galindo tenían otra ventaja. “Sentíamos que estábamos en una posición privilegiada que nos permitía dedicarle algo de tiempo y esfuerzo, aunque jamás pensamos que iba a ser tanto”, admite. Por otra parte, tenían también contactos con empresa privada, muy necesarios, para tocar puertas y hacerse de los recursos necesarios para echar a andar esta empresa.
Eleta reconoce que en esto 10 años, la parte de la institucionalidad no ha cambiado mucho. “Seguimos siendo un sector muy vulnerable, muy informal, que camina de proyecto en proyecto, pero en el camino el festival ha abierto grandes oportunidades.
Otro elemento que ha colaborado en la evolución de esta disciplina es la creación del programa Iberescena fondo de ayudas para las artes escénicas credo en 2006 sobre la base de decisiones adoptadas por la Cumbre Iberoamericana e Jefes de Estado y de Gobierno, para el fomento, intercambio e integración de la actividad de las artes escénicas iberoamericanas.
“Se ha convertido en un detonante, porque se han podido hacer varios proyectos muy interesantes que de otra manera no hubieran tenido fondos. Ellos no aportan el 100% pero hace más fácil conseguir el resto”, indica.
“El festival, el fondo y más allá de eso la integración de la región que se empieza a sentir cada vez más, ha permitido que haya más intercambios entre los países y se abran circuitos. Eso hace 10 años no pasaba y ahora sí”, afirma Eleta.
Todos estos factores hacen que las organizadoras de Prisma se sientan muy optimistas sobre el desarrollo de la danza contemporánea en Panamá pero “necesitamos mucho más apoyo de parte del Ministerio de Cultura, de parte de Diplomacia Cultural en cancillería, más apoyos estatales. El sector no se va a desarrollar a la par de vecinos como Colombia y Costa Rica, menos si el Estado no se involucra más”, advierte.
El avance de la danza contemporánea dependerá de acuerdo con Eleta, de una mayor integración regional, por ello, Prisma forma parte de una red de festivales llamado Sinergia y a través de esta red se organizan actividades como un encuentro virtual de programadores, evento de Sinergia, parte del festival Prisma que promueve, además de espectáculos, el intercambio de saberes a través de charlas, conversatorios y talleres prácticos.
“Ya se están dando, estas actividades entre dos y tres festivales, queremos que se expanda mucho más y que haya giras interesantes, que recorran más países, por ejemplo, y que se pueda optar por fondos regionales para que se puedan establecer estas giras. Son ese tipo de alianzas con las que se puede aspirar a fondos internacionales que de otra manera a una compañía en Latinoamérica le resultaría mucho más difícil”.
Eleta proyecta en el futuro más intercambios, “más de esa internacionalización de la danza
y al mismo tiempo, más búsqueda de nuestro propio lenguaje, de nuestra propia identidad dentro de la danza. Y eso se está viendo con las producciones en Panamá, con temas que son pertinentes a nosotros ya sea por el medioambiente, nuestra cultura, nuestra historia y búsqueda de identidad”, dice. “Todos los artistas, los creadores, estamos muy conscientes de esa necesidad que tenemos de ayudar a esa creación de identidad que tenemos tan rezagada; sentimos que somos parte de eso”, agrega.
Como festival, insiste Eleta, “aspiramos a crecer, a poder ayudar a promover la danza, la creación coreográfica y técnicas relacionadas con estas puestas en escena, como temas de iluminación, sonido, etc.; apoyar desde nuestro rincón el desarrollo de todas esas áreas dentro de la danza”.
La pandemia ha representado para la organización, una resta en los recursos para traer compañias, para hacer convocatorias de creación entre los creadores locales. “El covid ha mermado los fondos en todas las entidades gubernamentales, pienso yo que de manera exagerada porque en todos los países donde he preguntado, ha habido fondos concursables, y los ministerios de cultura se han volcado a ayudar a los artistas, peor alguna razón en nuestro país no ha ocurrido. Creo que se abusa de la excusa y ellos deben defender los intereses del artista más allá de la pandemia”, opina.
También ha dificultado mucho la organización de esta versión del festival porque el programa debió alterarse debido a cancelaciones de algunas compañías que por diversos motivos no pudieron concretar su viaje.
Sin embargo, la pandemia ha dejado también una estela positiva. “Nos ha dado un sentido de propósito, ha sido una prueba a nuestra resiliencia, a la resiliencia de nuestro público y una apreciación aumentada de lo que ya sabíamos que era un privilegio, que es tener un festival de danza contemporánea en un lugar tan pequeño como Panamá, con relativamente poco público y pocos recursos y a pesar de ello, tener artistas que vienen a presentarse y dar lo mejor de sí en talleres, clases maestras y en sus propias presentaciones”, sostiene.
También ha dado al festival nuevas posibilidades de conexión con un público fuera de nuestras fronteras y que ha despertado mucho más el interés en lo que está ocurriendo en Panamá con la danza contemporánea.
“Las nuevas tecnologías están para quedarse, pero la danza al igual que el teatro como artes escénicas están hechas para presentarse en un escenario, es intrínseco a su razón de ser, es intrínseco a su práctica el intercambio de energías entre público y artista. Esto solo se logra cuando la presentación está hecha de manera presencial y por eso estamos tan contentos de poder hacerlo así este año”, concluye.
Prisma arranca hoy domingo con la muestra final de un taller para jóvenes en riesgo social que trabajan en programas de fundaciones de danza y que atendieron una convocatoria. Este año hubo un récord, se registraron 43 jóvenes y fueron escogidos 12. Ellos están trabajando con la compañía Boca Tuya de Estados Unidos y se presentará en el patio central de la Cancillería (Entrada gratuita, es necesario registro a través de Event Brite) y el lunes se llevará a cabo de forma virtual un encuentro con programadores de toda la región.
Las presentaciones en sala empiezan el martes 12 con Gizaki y Underneath, trabajos de la española Laly Ayguadé a las 8:00 pm en el Teatro Nacional.
El miércoles 13 habrá dos presentaciones consecutivas: Migrena 2 x 2 de Yotam Peled (Alemania) y Los perros del barrio colosal de la compañía Boca Tuya, a las 8:00 pm en el Teatro Ateneo de Ciudad del Saber.
El jueves 14 se presenta la Compagnie Massala de Francia con la obra, YËS y la velada se completa con la muestra final del Prisma Lab, taller de creación para profesionales, dirigidos por la coreógrafa Keren Horesh de Israel.
El viernes 15, la compañía española Iron Skulls Co. Presentará la obra Sinestesia en el Teatro Ateneo en Ciudad del Saber a las 8:00 pm
El sábado 16 se presentarán en el Patio Central de Cancillería a las 4:30 de la tarde, la obra Tight, a cargo de las panameñas Dall Asta y un Suárez (evento gratuito para el que es necesario reservar). Y, a las 8:00 pm en el Teatro Nacional el Duo Nux (Italia) presenta Delicious Overdose y Boca Tuya presenta Sombreristas.
Del 17 al 19 de octubre, Beaver Dam Co, de Suiza se presentará de forma virtual la obra Yume, (evento gratuito para el que es necesario registrarse)
Prisma se completa con la presentación en las pantallas de los vagones del Metro de Panamá, doce micropiezas (25 segundos) de más de 100 postulaciones de trabajos de compañías latinoamericanas que debido a la situación actual no pudieron presentarse al festival.
Del 9 al 30 de octubre se presentará en el centro cultural de España , casa del soldado , la muestra fotográfica “10 años de Prisma en imágenes” y en la Galería diablo Rosso, del 9 al 16 de octubre, los asistentes podrán apreciar la videodanza “Variedades” de la panameña Marlyn Attie.