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- 21/02/2010 01:00
Un timbre que no funciona, unas plantas sedientas en el vestíbulo y una sala de poco uso dan una idea de lo que confirma Edwin Cabrera cuando confiesa que casi nunca está en su casa, al igual que su esposa y su hija, porque se pasa el día entre la emisora y las interminables y sucesivas reuniones con representantes de todos los sectores que quieren que conozca de primera mano “cómo marchan las cosas”. Y es que las actividades a las que dedica su tiempo este periodista, que es a su vez analista político, dirigente deportivo, educador y ex militante de la Democracias Cristiana, no son pocas. “Son muchas las cosas en las que me meto”, agrega trayendo a colación su participación en el Comité de Juegos Centroamericanos, la Asociación de Padres de Familia del Colegio La Salle y la de Residentes de Coronado.
Cómodamente instalado en un sofá de su casa, sin apuro, con la misma paciencia con que la que habla todas las mañanas en Radio Panamá, pero sin permitir del todo escudriñar en su interior, Edwin Cabrera, el analista tal vez más escuchado en Panamá, comenta que se considera un hombre afortunado por haber tenido a dos mujeres – su madre y una tía – que supieron formarlo, enseñarle la diferencia entre el bien y el mal y mostrarle que en la familia alguien tiene que ejercer el liderazgo, aún en ausencia de uno de los progenitores, como fue su caso.
Por la parsimonia que lo caracteriza para hablar tiene que ser por fuerza muy diferente de aquel muchacho de 23 años que “por carambola”, como él mismo dice, terminó siendo profesor de “Gobierno y Relaciones de Panamá con Estados Unidos” en sexto año del Colegio La Salle y que estuvo a punto de pegarle a un estudiante porque perdió la paciencia. Pero no es únicamente de allí que le viene el mote de “Profesor Cabrera” con el que oyentes y colegas lo conocen en el medio periodístico. Fue el periodista Hugo Famanía quien durante el curso de capacitación en Bogotá para el grupo de profesionales que se iba a hacer cargo de Radio Caracol, hoy Panamá, lo bautizó con ese sobrenombre.
Contrario a lo que uno esperaría, a este hombre que hace muchos años perdió el pánico escénico y desde muy joven se acostumbró a hablar en público y frente a un micrófono, le cuesta hablar de sí mismo y sonríe con timidez al hacerlo.
Desde que se hizo cargo de la jefatura de circulación del diario La Prensa en la década de los 80, Edwin Cabrera no ha dejado los medios de comunicación. Pese a que su formación académica no es en comunicación sino en educación, es un apasionado del periodismo y especialmente del radial. Su amor por lo que hace es tal que quisiera pasar más tiempo en la emisora, pero no puede por las tareas que debe desempeñar como director y administrador de un medio de comunicación. Es una voz autorizada a la que muchos colegas de diferentes medios recurren para consultar sobre lo divino y lo humano, o para saber quién sabe lo que él no sabe. Esta última razón es la preferida por Cabrera que no quiere ser considerado un “todólogo” sino más bien “una fuente para llegar a otras fuentes”, alguien que ayuda a establecer nexos.
Su nombre es sinónimo de mesura y seriedad en los medios y un poco quizás como reconocimiento a ese cualidad, en 1994 el entonces candidato Ricardo Martinelli le propuso acompañarlo como vicepresidente en la contienda electoral de ese año, invitación que a Cabrera lo tomó “fuera de base” y que finalmente quedó en el aire. En el año 2009, ya siendo presidente, Martinelli también le ofreció la dirección de Pandeportes, cargo que tampoco aceptó. Estuvo 15 meses como Director Nacional de Medios durante el gobierno de Guillermo Endara y como Subsecretario de la Asamblea Legislativa durante los 5 años de gestión de Mireya Moscoso.
Fue la función de Director Nacional de Medios la que, en su percepción, entrañó mayor responsabilidad porque precisamente al gobierno de Endara le tocó derogar las leyes que coartaron la libertad de expresión durante los 21 años de dictadura militar y sentar las bases para el modelo de libertades ciudadanas que debían caracterizar al nuevo estado democrático. “Era peciso insistir en las responsabilidades en una sociedad que podía fácilmente inclinarse hacia el libertinaje por la falta de costumbre, como en efecto ocurrió al principio”, recuerda Cabrera.
Hoy ve con verdadera preocupación que desafortunadamente “lo que está ocurriendo – en los medios – y que es un pecado social” es que se está sacrificando la calidad de los mensajes en aras del rating. Si bien los medios de comunicación dependen exclusivamente de la publicidad, tampoco pueden dejar de lado su función de formar la opinión pública. “Vemos la exacerbación del morbo en los medios y, aunque no se puede negar la violencia, la inseguridad y las muertes en la información, tampoco pueden constituirse en el 100 por ciento de su contenido”, reflexiona Cabrera.
Para este hombre de medios, una de las razones de la pérdida de calidad en la información es la falta de profundidad en los contenidos y en ocasiones un exceso de superficialidad en la formación de los periodistas. Dejando claro que tiene una mente abierta y no es xenófobo, dice que “es un problema de conducción y hay demasiados extranjeros manejando los medios en Panamá, especialmente la televisión”. Pero al mismo tiempo justifica cierta pérdida de mística en la profesión en que “no se puede tener medios que facturan millones y millones de dólares frente a periodistas que ganan centavos”.
La actividad que mayores satisfacciones le ha dado es y ha sido su trabajo en radio, que empezó cuando la cadena colombiana Caracol ingresó a Panamá el año 1999. Como analista, Cabrera compartió la cabina con Lucy Molinar durante 8 años y hoy lo une a ella una estrecha amistad. A partir del año 2008 reemplazó a la periodista, hoy Ministra de Educación, en la dirección de la emisora. “Puedo hacer en grande lo que antes hacía en chiquito: formar opinión pública y llegarle a mucha gente, además de proyectar la imagen de Panamá en el exterior a través de la cadena Caracol”, dice orgulloso el Profesor Cabrera.
Claro que no siempre estuvo de acuerdo con Lucy. Es el caso del proyecto de Ley de Salud Sexual y Reproductiva, que ella adversó hasta lograr que sea encarpetado, mientras Cabrera cree en la educación sexual. “La sexualidad debe ser vista con naturalidad pero también con responsabilidad”, apunta.
No todo ha sido agradable en su trayectoria radial. Como todos los que están sujetos al mismo tipo de exposición mediática, hay quienes aprecian y quienes “odian con pasión y locura” a Edwin, pero incluso entre estos últimos, pese a la diferencia de opiniones, hay respeto por su calidad periodística. También ha tenido profundas diferencias con personas allegadas a los regímenes militares, que posteriormente han sido superadas. Lo que no ha superado y “no perdono” es el ataque, relacionado con el ex director de Pandeportes, del comentarista deportivo Juan Carlos Tapia quien, “por una pelea con Lucy (Molinar), pretendió ensuciar mi nombre, no entiendo por qué”, dice dejando ver su lado intransigente. “Es una pelea que yo no busqué y que la dí porque tuve que defenderme”, asegura.
A pesar de su inmensa seguridad en sí mismo, Edwin Cabrera confiesa que le tiene un gran temor a “exhibirse”. Es decir, a perder el sentido de lo ridículo, lo cual -en su concepto- es más grave cuando se está expuesto en un medio como la radio, donde es preciso ser muy cauto y mesurado porque los errores pueden ser fatales. “No pretendo ser un divo ni un faro”, afirma. “Lo importante es saberse administrar para no caer en la sobrreexposición”, enfatiza.
Una preocupación permanente en el Cabrera educador, es la desintegración familiar y las deficiencias en la educación panameña, que inciden en el aumento de la violencia, la pérdida de valores, la crisis de liderazgo y otros males que están afectando seriamente a la sociedad. A su juicio, la única forma de enfrentar estos males es apostando a la educación. Como ejemplo Cabrera cita el caso de Taiwán, cuya vida como república es inferior a la de Panamá pero que, gracias a la educación, ha alcanzado niveles de desarrollo del primer mundo.
Presidente del equipo de béisbol capitalino Panamá Metro, cargo con el que soñó desde niño, es un convencido de la función social del deporte. “Forma a los jóvenes en disciplina, visión y objetivos. De otro modo muchos de ellos serían hoy carne de presidio”, dice quien disfruta de éste y otros deportes que sige de cerca pero no practica. También cree que aún teniendo buenos deportistas y buenos dirigentes, Panamá necesita una política de estado en esta materia, porque de otro modo las figuras panameñas seguirán descollando únicamente por su esfuerzo individual.
Con la camiseta de miembro del Comité de Juegos Centroamericanos hace un “mea culpa” por haber tenido que pedir una prórroga para la realización de este encuentro y acepta que fue una vergüenza pública para Panamá. “Nos faltó comunicación”, explica. “No sabíamos que el Rommel Fernández estaba listo sólo para fútbol y que la cancha de atletismo no”. Estos y otros hechos recientes parecen confirmar la percepción negativa que tiene la ciudadanía sobre la dirigencia del deporte panameño. “¿Realmente son tan corruptos?”, inquirimos.
– Algunos son más y otros son menos y muy pocos no lo son, asegura quien ha conocido al monstruo desde adentro.
En cuanto puede busca alejarse de la ciudad. “El sólo hecho de pasar el puente de Las Américas me relaja”, admite. Y cuando tiene días libres se retira en Coronado a disfrutar del buen comer. Es decir, de la cocina de su esposa Lorena, porque a él ni le gusta ni sabe cocinar.
Hombre de fe, no fanático, Edwin Cabrera siente que, al igual que otros grupos organizados de la sociedad, la Iglesia Católica a la cual pertenece, ha perdido por alguna razón su capacidad de liderazgo. Eso ha provocado que muchos niños y jóvenes que veían en la iglesia, en los scouts y en otros movimientos cívicos una alternativa, la encuentren hoy en las pandillas.
Aún así, Cabrera cree firmemente que ha sido Dios quien lo ha guiado en los principlaes pasos que ha dado en su vida. “Soy un hombre de suerte”, reconoce, “pero Dios también me ha ayudado muchísimo”, concluye.