Ante la compleja situación social y política que atraviesa nuestro país la Conferencia Episcopal Panameña, el Comité Ecuménico y el Comité Interreligioso,...
- 19/04/2021 00:00

El pensamiento contemporáneo se alimenta y se sostiene por las distintas expresiones que los diferentes grupos sociales manifiestan; por eso el pensamiento universal tiende a no ser homogéneo, siendo esta la verdadera riqueza que caracteriza nuestra actualidad.
El desarrollo en todos los campos científicos, artísticos, etc., avanzan sostenidos por las condiciones y los valores escogidos por cada grupo, por sus inquietudes, en la búsqueda de la excelencia intelectual de sus componentes, por esa capacidad para saberse interrogar, de poner en juego el juicio crítico de sus relaciones sociales y de avanzar colectivamente. De eso se trata cuando nos examinamos sobre nuestro actual pensamiento y su relación con el fenómeno de la globalización.
El pensamiento contemporáneo viaja como manchas de leopardo, cada límite revindica sus espacios, sus reconocimientos, como también su autonomía, De ahí que la diversidad es una riqueza que forma al ser humano dirigiéndolo hacia nuevos retos.
Al parecer, los valores éticos y morales vienen absorbidos por un confundido relativismo histórico; pero no es así. Es un error encasillar estos cambios bajo dichos parámetros, ya que las relaciones sociales necesitan alargar sus espacios a la participación de todos sus componentes, abrir espacios a los más necesitados y dar voces a las realidades marginadas, que muchos tratan de ocultar. En fin, tratando de alcanzar una “democracia participativa”, sin exclusiones.
En esta nueva realidad, cada uno aporta sus valores, pues los altos alcances morales cobran validez bajo el juicio crítico del buen razonamiento colectivo. Es decir, los valores morales y éticos, se abren (sin temor) a la confrontación, para reafirmar con energía su validez… de ese cotejo, la humanidad siempre se ha servido para alcanzar su justo desarrollo. La historia nos da registros y somos testimonio de esa evolución.
Bajo estos parámetros podemos afirmar que la cultura panameña, tiene la particularidad de colocarse bajo estas nuevas consideraciones y, para definirnos, el eje central de nuestra naturaleza es nuestra pluriculturalidad. Marcando nuestra identidad fuera de los encajes raciales y de cultura predominante. Colocando a Panamá en aquel interrogatorio del pensamiento contemporáneo.
Bajando por Sabanitas rumbo a Portobelo, me capturan las escenas que aparecen con pequeñas ensenadas que se abren improvisadamente al mar; un cinemascopio de emociones que alternan las tupidas selvas a pequeñas bahías de variopintos colores, aguamarinas tropicales. Hasta llegar al hermoso pueblo de Portobelo.
Como en un cerrar y abrir de telones teatrales, de pronto me veo sentado frente a mi amigo, el pintor Manuel Golden 'Tatú' (1980), que nos brinda la oportunidad de descubrir intimidades sobre el entorno del movimiento de arte congo de Portobelo. A mi primera pregunta, sin haber terminado, Tatú me dice: “Nací el 22 de mayo de 1980 e inicié la pintura por 1997/98, cuando mi tío y primo abrieron el taller de Portobelo”.
Me mira y nota mi desorientación, parpadea y mirándome fijo, en busca de aprobación me dice:“Arturo, amigo de Sandra, y el maestro Yaneka, fueron los que iniciaron el movimiento aquí en Portobelo; son ellos tres los creadores del Taller Arte Congo”.
Arturo Lindsay (1946) artista colonense, educado en la Universidad de Massachusetts Amherst, profesor de Historia del Arte en Spelman College, especializado en Investigación Etnográfica sobre Retenciones eEpirituales y Estéticas Africanas en las Culturas Americanas Contemporáneas. Sandra Eleta (1942) fotógrafa panameña, promotora de los pueblos de origen afrocolonial e indígenas de la zona Atlántica de Panamá. Yaneka Esquina, maestro de arte Congo, que trabajó como educador en Spelman College en los Estados Unidos, conocido por sus bastones artísticos y figuras de la tradición afro como: El pajarito, El diablo, El ángel, etc. es el iniciador de la pintura Congo de Portobelo.
Tatú continúa: “El primer grupo, pintaba paisajes, rostros, la bahía de Portobelo, cosas del pueblo, hasta que después comenzaron bajo la supervisión de Arturo Lindsay y Yaneka a pintar arte Congo”.
Sí, Raúl Jiménez, Virgilio Esquina (hijo de Yaneka), Víctor Santizo, Vidal Rodríguez, Diógenes Villanueva; ellos iniciaron a pintar de lleno arte afro, era el 1995.
Se fueron agregando poco a poco Gustavo Esquina, Ariel Jiménez (pajarito), Reyes Esquina (Reinaldo) y yo Manuel Golden (Tatú), creo era 1998. Virgilio ganó una bienal de la Cervecería Nacional y muchos de nosotros comenzamos a hacer intercambios internacionales, hasta las invitaciones a las exposiciones en el Museo de Arte Contemporáneo de Panamá y en galerías panameñas e internacionales.
'Tatú' sigue en su tertulia y yo trato de entrar en su intimidad, haciéndole breves preguntas para obtener rápidas respuestas… es así que me aventuro en esto y aquí los resultados:
Al inicio era un hobbie y después sentí que tenía un instrumento para transmitir la cultura donde nací.
Sí, yo pienso primero mis obras.
Para hacer llegar con más eficacia mis mensajes.
El anaranjado y el azul. En todos mis cuadros circundo mis historias con un marco negro que me sirve para recordar mis orígenes de la África negra.
Muchos, Salvador Dalí y otros como los pintores del renacimiento.

Los usamos como energía, son los reflejos de lo que somos. También nos sirven como defensa a nuestra idiosincrasia.
Por mi legado pictórico. Que digan: “Trabajó por su gente afropanameña”.
Pintar el pueblo entero de Portobelo desde lo alto del mirador; sueño con ese hermoso paisaje.
No, prefiero pintar mi gente.
Mis historias, mis personajes.
¿Donde voy a llegar con mi arte? y la respuesta es seguir pintando mi gente y tener un grupo de alumnos que sigan mi legado.
Quiero pintar hasta la muerte. Enfocado en mi norte dentro de mi taller.
Telas, me gustan porque logro expresarme.
Uno a la vez.
Acrílico... me siento cómodo.
Abstracto, lo utilizo cuando puedo.
Las políticas culturales no están enfocadas en nosotros, hay poco apoyo… ellos están lejanos a la realidad.
Sí los hay, muy a escondidas, pero sí los hay.
Sí existe, pero con mucha dificultad, muy aproximativa, pero es una batalla cotidiana que todos debemos ganar.
El tambor me encanta, heredé un oído que sabe conocer la riqueza del tambor africano en Panamá.
Un rico fufú, un sao, arroz con coco y pescao frito, hacen de Portobelo un lugar único para deleitarse.
La brisa que baja por la bahía, poco a poco nos absorbe en esta franca tertulia. En 'Tatú' se siente esa fuerza por trasmitir sus preocupaciones y su enérgico sentido de responsabilidad… y ello me llena de júbilo, pues Sandra Eleta, Lindsay y Yaneka, dejan un legado que 'Tatú' y sus compañeros nunca dejarán morir.
Sentados en íntima conversación, siento esa estremecedora sensación de pertenecer a un país rico de variedades que cada día nos sorprende y, sobre todo, donde contamos con desconocidos talentos que hacen grande cada rincón de nuestro querido terruño… un gran agradecimiento a Manuel Golden ('Tatú') por su maravillosa obra pictórica.