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Natalia Goncharova, la pintora rusa que golpea con la calidez de sus obras
- 06/01/2020 00:00
Paso la gran puerta renacimental del Palacio Strozzi entrando en su gran vestíbulo y siento que en mi mente se repiten, uno a uno, las grandes pinturas representadas en los afiches colocados en las paredes externas que circundan este bello edificio. Imágenes de las obras de Natalia Goncharova, la pintora rusa que supo anticipar su tiempo con obras que golpean por la calidez de sus colores y por la modernidad de sus acabados y exquisito glamur femenil.

Desde mi llegada a Florencia, entre mis planes estaba visitar esta muestra retrospectiva de la extraordinaria figura femenil de la vanguardia artística de inicios de 1900. Exposición que recorre la vida a contracorriente de Goncharova y su producción artística, en comparación con obras de célebres artistas que han sido punto de referencia de ese periodo como Paul Gauguin, Henri Matisse, Pablo Picasso y Humberto Boccioni.
La polémica entre 'social network' y el desnudo artístico
La exposición, inaugurada el 28 de septiembre de 2019, durará abierta hasta el 12 de enero de 2020, pero desde sus primeras presentaciones, en ocasión de la campaña para promover la iniciativa, Instagram censuró el video promocional, impidiendo la publicación, en cuanto presentaba “imágenes representando desnudez y porciones del cuerpo excesivamente desnudas”. La referencia era sobre la obra “Modela” (con fondo azul) siendo una de las metas para curiosos, ya que la obra se encuentra expuesta en el Palacio Strozzi a disposición para la evaluación del público.

Natalia Gonchorova viene censurada hoy como ayer (1910), cuando en Rusia fue la primera mujer en exponer pinturas que figuraban desnudos femeniles que afirmaban su espíritu anticonformista. Fue acusada y procesada por ofender la pública moralidad y por pornografía, pero con absolución inmediata.
Como sucedió el año pasado con Marina Abramovic, también para Natalia Goncharova la censura de los medios de comunicación es impecable, es así que después de un siglo, las obras de Natalia logran todavía escandalizar al público con una precisa puntualidad, como lo fue en tiempos lejanos.
La paradoja relación entre los social networks y el desnudo artístico encuentra confirmación en esta exposición del Palacio Strozzi, como sucedió con la pasada muestra de Marina Abramovic, donde ambiguas declaraciones, unidas a fuertes polémicas, confinan (muchas veces) en conceptos morales, religiosos y de gustos estéticos… poniendo a la plataforma informática a desgranar dicha problemática, dividiendo la opinión pública entre las razones de contrarios criterios.

A tal propósito el director general de la Fundación Palacio Strozzi, declaraba: “En los social network vemos constantemente imágenes o videos de desnudos, pero en este caso ha sido bloqueada la imagen de una pintura que pertenece a la historia del arte moderno”.
Se activa una inevitable pregunta: ¿Puede un logaritmo cualquiera inventar un principio de censura al interno de los principales medios de comunicación e información del mundo?, reflexión que dejo a criterio personal, sin dejar de entrar —a mi manera— a la presentación de esta extraordinaria muestra pictórica.

La respuesta la encontramos con claridad cuando entramos en la primera sala y nos encontramos con un jardín de cuadros, de Paul Gauguin, Henri Matisse, que dialogan en abierta desnudez con las obras de la pintora rusa. Con la mirada del atento observador, las pupilas se engrandecen pensando al movimiento impresionista que entra entre lo profundo de nuestro ser.
Allí se aprecian los colores de Natalia, poseedora de una paleta de colores pasteles y amalgamados por un magistral dominio del mundo cromático y soñamos viejas rosas blancas de color marfil, sobre tapetes de satín aguamarinas, con fondos lapislázulis, celestes cielos que dan contorno a una figura delineada con pinceladas de un carnado inexistente en la naturaleza, pero que resulta funcional a la propuesta estética innovadora de esta increíble experimentadora de las artes plásticas.

A través de 130 obras, en una especie de viaje entre la campiña rusa, Moscú y París, dos ciudades que simbolizan a la artista, nos permiten descubrir la biografía anticonformista de una mujer que ha sabido vivir para el arte, creando una original fusión de tradición e innovación entre el Oriente y el Occidente, para dar a su producción artística un legado único de experimentación entre estilo y género artístico que abarca desde el Neoprimitivismo al Rayonismo (post abstracto), ejecutadas sea en la pintura de caballete a las grandes escenografías trabajadas para muchas presentaciones teatrales en el mundo.
Interesante es la manera con la cual raya, con el pincel embebido en pintura, los contornos de los objetos o siluetas, dando calidez de una desinteresada manera que da originalidad a sus telas, indicándonos la libre manera ejecutiva del cual está en poseso.
En esas realizaciones se observa la abierta experimentación que servirá como síntesis donde se construirán estilos como lo fueron el cubismo, el futurismo y el orfismo.
Entre los versantes investigativos de Natalia podemos mencionar (por salir a la luz en esta retrospectiva), que logró unir en modo personal los lenguajes iconográficos de la tradición popular y religiosa rusa, con las instancias del arte moderno occidental, desde el primitivismo de Gauguin, al cromatismo de Matisse hasta el dinamismo de Boccioni y Balla.
La exposición presenta una confrontación con importantes obras de los futuristas italianos, como lo es el estudio para 'La Ciudad que Sube' de Boccioni y 'Velocidad Abstracta', 'El auto ha pasado' de Balla.
El confrontarse con la obra de Boccioni 'Dinamismo de un ciclista' y 'El ciclista' de Goncharova consciente de recoger analogías y diferencias entre el futurismo italiano y el ruso, sin olvidarnos las frecuentaciones que Natalia tuvo con Marinetti y artistas de la vanguardia italiana, en su estadía en Roma entre 1916 y 1917.

Algunos muros ideológicos y ciertos preconceptos, en bien o en mal, están predestinados a caer y seguramente los artistas que se desarrollaron detrás de la cortina de hierro, resultaban lejanos al entendimiento colectivo de la cultura occidental, pese al gran aporte brindado a las expresiones artísticas universales.
Natalia Goncharova es la primera mujer a pintar provocadores desnudos, a ser golpeada por la censura a raíz de obras que contienen temas religiosos fuera de contextos participativos, a exhibirse en cabaret, a mostrarse en los lugares públicos más elegantes de Moscú con la cara pintada con arabescas decoraciones.
Ella en su multifascético arte supo pintar la vida de las campiñas rusas, antes de la Revolución; supo pintar la religiosidad ortodoxa, como también el ambiente de los ballet rusos de Serge Diaghilev.
Y en esta retrospectiva pictórica que nos habla de la estadía de Natalia en Italia, a través de una sala donde se proyectan videos que invitan a la audiencia al descubrimiento de una época de fervor artístico, logramos comprender la importancia que tuvieron los artistas plásticos de la Unión Soviética a lo largo del 1900.
Natalia Goncharova es un ejemplo del mundo femenino que supo marcar una profunda diferencia poniendo frente a todos nosotros la genialidad y la creatividad renovadora, único vínculo ético que divide a los verdaderos artistas de los falsos profetas en las artes.
La muestra ha sido organizada por la Fundación Palacio Strozzi y la Tate Modern de Londres, con la colaboración de Ateneum Art Museum (Helsinki) y con el sostén del Municipio de Florencia (Región Toscana), la Camera de Comercio de Florencia y la contribución del Banco CR de Florencia.
También contará con un ciclo de conferencias en torno a 'La obra de Natalia Goncharova y de la Vanguardia del 1900'.