Los neologismos que describen la pandemia

Actualizado
  • 11/04/2020 12:29
Creado
  • 11/04/2020 12:29
Aparte de crear un ambiente más tolerable dentro de la incertidumbre del COVID-19, la innovación léxica puede ser riesgosa sin un contexto apropiado

El idioma español ha recibido nuevas palabras y recuperado otras que estaban casi en desusos, durante las últimas semanas de la presencia del nuevo coronavirus en el mundo. Algunas ya existentes han sido desempolvadas para recordar su aplicabilidad al momento de referirse —a grandes rasgos— a una situación tan extrema como la actual, mientras que otras han sido creadas y popularizadas gracias a las redes sociales.

La lengua no puede quedarse tranquila y mucho menos cuando es lo único que nos permite comunicarnos. En momentos de distanciamiento obligatorio se hace indispensable la creatividad y valentía para exponer nuevos conocimientos en un tiempo en el que la humanidad reconoce que no lo sabe todo. Hemos descubierto que la mascarilla es llamada "nasobuco" en Cuba y "barbijos" en Argentina y Bolivia, así mismo hemos dado rienda suelta a las innovaciones léxicas que buscan sintetizar los pensamientos colectivos en momentos críticos.

Para que se dé la acuñación de nuevas palabras se requiere un proceso de creación y difusión, siendo esta última la etapa más importante ya que no se puede generalizar sin que otros hablantes adopten los nuevos términos. Las adaptaciones de palabras anglosajonas como covidiot (en español, 'covidiota') — que se utiliza para definir a una persona que no sigue las medidas sanitarias o expone al contagio del virus a otras personas—, 'coronacoma' o 'anticoronavirus' se han desplazado rápidamente entre los pobladores de Norteamérica, y ahora en Latinoamérica.

La cuenta de Twitter de The New York Times registró el término 'covidiota' el 4 de abril, 'coronacoma' el primero de este mes y 'anticoronavirus' el 30 de marzo, como parte de una cadena de tuits que aceptaban la divulgación de estos neologismos. Incluso, el medio Business Insider destacó palabras que se refieren al COVID-19 expresadas por miembros de la Generación Z, tales como: Boomer Remover ('Removedor de Boomers', es decir, personas mayores de 50 años), coronacation (en español, una mezcla entre coronavirus y vacaciones), post-rona (en español, post-coronavirus, lo que define a personas que suben contenido a redes sociales sobre atuendos, planes con los amigos o la familia esperando el fin de la pandemia) o corona bae (que define a una persona con la que se desarrolla una relación sentimental a través de redes sociales, que no podría darse en persona).

En la lengua hispana al virus se le ha llamado 'coronaburro' al 'covidiota' (como una alternativa), 'cuarenpena' a la cuarentena, 'confitamiento' al confinamiento (haciendo referencia a la ganancia de peso por el alto consumo de dulces o comida al que estamos expuestos al estar en casa todo el tiempo), o 'balconazis' (dicho de las personas que salen a sus balcones a regañar a otros que están en las calles sin saber de sus condiciones), según recopila el sitio web Verne

La cara peligrosa de la contextualización 

Estos neologismos han creado un ambiente de adaptación ante los sucesos sin precedentes que el mundo ha vivido desde inicios de 2020, lo que ha puesto en escena una reflexión acerca de la posición de la política en medio del caos. Los recursos lingüísticos utilizados por diversos gobiernos —como EEUU llamando al COVID-19 su ‘Pearl Harbor’, para referirse a los estados de Nueva Jersey y Nueva Orleans, lugares de gran propagación de la enfermedad— enfocan una perspectiva dañina para la salud emocional y la paz social de estos países, lo que podría conducir a nuevos problemas, que a la larga, no tendrán nada que ver con el coronavirus.

"Crear un campo semántico en torno a la guerra, la pureza y el contagio es el virus más dañino para una democracia. Y se inocula a través de palabras que son capaces de atravesar pantallas y dispositivos", expresó la escritora y periodista española Nuria Labari en un artículo de opinión para el diario El País. Y no es para menos ponerse a ponderar las consecuencias a largo plazo que estas metáforas pueden producir, ya que tal como lo expone Labari: "No hay aislamiento que nos libre del lenguaje".

Y es justamente la iniciativa de incluir palabras o expresiones para definir algo que jamás se había presenciado lo que tiene el poder de aumentar o hundir la esperanza del ser humano en tiempos de crisis e incertidumbre. La razón de crear algo nuevo que nos ayude a sobrellevar lo que vivimos va ligado al pensamiento de Labari desde una Europa expectante que se asemeja a la América en la que residimos: "Necesitamos una semántica capaz de dar valor a la espera, a la confianza, a los cuidados en esta sociedad, en esta crisis y en este siglo". 

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