La perla más bella de Panamá

Con sus más de cinco mil hectáreas de superficie, es la tercera isla más grande de Panamá. Un rico ecosistema, tanto marino como terrest...

Con sus más de cinco mil hectáreas de superficie, es la tercera isla más grande de Panamá. Un rico ecosistema, tanto marino como terrestre, constituye el principal tesoro de esta perla del Pacífico.

La mancha turquesa del mar resplandecía bajo el sol del mediodía cuando la lancha ancló en la bahía Tres pilas frente a la cual se alza el Hotel Hacienda del Mar, el único existente en la isla San José. Una suave brisa mecía la embarcación mientras esperábamos que algún cayuco se desocupara para llevarnos a la playa.

Dos horas duró el viaje desde el Club de Yates y Pesca de Panamá, en un mar tranquilo en el que las 50 millas náuticas o 90 kilómetros de distancia entre ambos puntos, se sintieron menos que al regreso, que fue aderezado por un respetable viento del norte que llevó la lancha de brinco en brinco, cual potro salvaje difícil de domar.

La isla San José, ubicada al sur de la ciudad de Panamá en el Archipiélago de Las Perlas, es la segunda más grande del área. Es una isla privada que durante la Segunda Guerra Mundial fue base militar estadounidense. Hasta hace 7 años permaneció prácticamente inhabitada, con tan sólo unos cuantos venados cola blanca y corzos, conejos pintados, puercos salvajes, palomas torcazas, iguanas verdes, tortugas, tucanes y guacamayas revoloteando por sus parajes.

El peñasco conocido como Cabeza de mono vigila desde el mar con su mirada de piedra la entrada a la isla de todos los visitantes que llegan a San José. Es también testigo de las visitas que cada tanto, entre los meses de julio y octubre, realizan las ballenas jorobadas que llegan desde las frías aguas del Océano Antártico para dar a luz y enseñar a sus vástagos a sobrevivir en los mares. Precisamente esa mañana, poco antes de nuestra llegada, uno de estos magníficos ejemplares había deleitado a los huéspedes lanzando chorros de agua a pocos cientos de metros de los balcones del hotel.

UN GUÍA INESPERADO

La tarde transcurría plácida mientras el calor iba disminuyendo de los 34 °C del mediodía a unos 26 °C, que es la temperatura promedio del lugar. Algunos pavos reales que paseaban libremente, nos miraron pasar con absoluta indiferencia. Caminando por uno de los senderos perdidos en la salvaje vegetación que cubre toda la isla, tropezamos con un veragüense que es el empleado más antiguo de la familia Novey, propietaria de la isla.

No queriendo perder la oportunidad de tener un guía, por lo menos para los alrededores más cercanos, lo comprometimos a conversar sobre su trabajo y sobre este territorio insular que conoce como la palma de su mano. Francisco Castillo trabaja hace 30 años con los Novey y es quien se ocupa del cuidado de la planta eléctrica, la purificadora de agua y todo lo que tenga que ver con mantenimiento de maquinarias y caminos.

Aunque no pudimos recorrer la isla como hubiésemos querido, gracias a Francisco supimos que San José, con sus 5,665 hectáreas, es la tercera isla más grande de Panamá, después de Coiba e Isla del Rey, tiene más de veinte playas de arenas blancas o doradas con carreteras de acceso, diez ríos grandes que desembocan en el Pacífico y muchas quebradas y pozos de agua dulce. También nos contó sobre los casi tres mil cerdos salvajes que pueblan la isla y sobre los venados, pavos reales y guacamayas que son especies trasladadas de otras regiones.

Francisco conoce todas las cascadas, algunas de hasta 60 pies de alto que hay en la isla, la abundante vegetación con árboles que pueden llegar a los 80 pies, palmas de coco, campos de caña de azúcar silvestre y la infinidad de cuevas naturales todavía inexploradas.

PARAÍSO PARA LA PESCA

Por su ubicación, cerca al límite de la placa continental, en especial en el área conocida como “Los explosivos” donde el fondo del mar baja abruptamente hasta una profundidad de más de nueve mil pies, la isla San José es un paraíso a nivel mundial para la pesca, especialmente de aguas profundas. Merlín, pez vela, atún, wahoo, amberjack, cobera, pargo rojo, corvina y mackerel son algunos de los peces que abundan en sus aguas.

Aficionados a la pesca deportiva señalan la Ensenada Bodega, las bajas de Niágara, Tres Pilas, Kidneys Holes o Peanut Hole, las bajas de Isla Cocos, Isla Galera, Trolope Rock o bajos de San José como los mejores lugares para pescar. Dieciseis récords mundiales de pesca de merlines negros se han conquistado en sus aguas. El rico ecosistema de la Isla San José también la hace especialmente atractiva para el buceo, snorkeling, observación de aves y photo hunting o cacería de fotos.

LA OFERTA HOTELERA

Un conjunto hotelero de 14 cabañas y tres suites, rodeadas de trópico y con vista al mar, rústicas por fuera y con toda la comodidad de un cinco estrellas por dentro, conforman el Hotel Hacienda del Mar, único refugio en la isla que y donde hoy solo habitan los empleados del hotel, y la variada fauna de mar y tierra.

La casa club ofrece un aireado balcón panorámico donde llegan los tucanes y guacamayas a disputarles el desayuno a los huéspedes, un restaurante con exquisiteces como langostas de San Blas – que se mantienen vivas en un estanque especial aledaño al hotel – tilapias de agua salada, sashimi de atún rojo o blanco, margaritas, piñas coladas y otras especialidades tropicales.

La variedad gastronómica y una piscina desde la que se aprecia un paisaje abrumador de sol y mar, constituyen una oferta completa y refinada que vale la pena conocer.

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