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- 10/11/2019 00:00
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En los albores de la república, se empezaba a fraguar un periodismo nacional, pero para las mujeres, este proceso sería mucho más lento. El oficio del periodista no fue establecido como una carrera profesional sino en la década de 1960 y su fuerza laboral estaba conformada exclusivamente por hombres. Las salas de redacción solo admitían el trabajo de las mujeres en las secciones sociales. Ellas no se ocupaban de los temas “serios”. La situación no sería sencilla de revertir. Tomó el trabajo, el tesón y la persistencia de mujeres tenaces que abrieron el camino a las cientos que hoy ejercen la profesión en medios de comunicación y otros espacios.
A estas pioneras fue dedicada la publicación Nosotras que contamos, iniciadoras del periodismo en Panamá, libro que forma parte de la Biblioteca 500 de la comisión 500 años de la Ciudad de Panamá, presidida por la Alcaldía de Panamá con el equipo del programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Tras el proyecto están las periodistas Amalia Aguilar Nicolau y Mónica Guardia. Una, especialista en la temática feminista y la otra, dedicada a la investigación histórica, echaron mano de investigaciones, antiguos diarios y revistas nacionales y de la entrevista como herramienta para armar un panorama bastante completo sobre la incursión de la mujer en el periodismo nacional. Un prólogo de la historiadora Yolanda Marco y la edición de Adrienne Samos completan el paquete.
“Una de las cosas que reivindica el feminismo es la memoria histórica de las mujeres y cuando empecé a estar activa en el feminismo panameño, una de las cosas con las que me encontré fue con las publicaciones de Yolanda Marco que ella como historiadora hizo recuperando toda esa contribución que las mujeres hicieron a la historia y al desarrollo de Panamá como país y a las mujeres mismas”, detalla Aguilar. Ella tenía la preocupación – aun vigente- de que esas publicaciones no son fáciles de conseguir y que en el país, una generación de valiosas mujeres que ya están en una edad avanzada tienen mucho que contar en un registro que trascienda el tiempo.
“Podía empezar por las periodistas porque son mujeres cercanas a mí, con las que yo trabajé, con las que de alguna manera tengo cierta conexión y decidí elaborar el proyecto y presentarlo”, recuerda. En la mente le daba vueltas esa imagen de mujeres que, sin ser periodistas empiezan a escribir en los medios algunos temas que eran de su interés y otras para directamente defender los derechos de las mujeres y a través de sus escritos alentarlas a lograr una superación.
Luego de un intento fallido a través de un fondo obtenido que resultaría insuficiente, a Aguilar se le presentó la oportunidad de presentar el proyecto como una de las publicaciones de Biblioteca 500, iniciativa parte de la conmemoración de los 500 años de fundación de la ciudad de Panamá.
El proyecto fue aceptado, sin embargo, el margen de tiempo para cubrir la investigación sería muy estrecho, por lo que recurrió a Guardia, asidua visitante de las hemerotecas locales.
“Nos reunimos, establecimos un esquema de trabajo y arrancamos” dice Aguilar.
El libro se divide en dos partes: Las pioneras, que destaca el trabajo de algunas mujeres que en algunos casos desde casa – porque no era bien visto que trabajaran en una sala de redacción - con un seudónimo o a través de revistas de temas variados, fueron abriendo espacios en los medios de comunicación.
La investigación se inicia con un pantallazo a la vida de la mujer panameña en los primeros años del siglo XX. Para la mujer, la educación estaba limitada, así como la participación en la vida ciudadana. Pero de a poco, mujeres de distintos estratos y con distintas profesiones fueron estableciendo su presencia y ganando de a poco algunos espacios.
“A principios de siglo, las mujeres escribían con seudónimos. Una mujer firmaba como Alma. Era una profesión de hombre y ninguna mujer podía firmar con su nombre. Hay teorías de quién era Alma, una mujer de una familia distinguida, estaba bien educada, pero ellas no se atrevían a identificarse porque la sociedad las iba a condenar por dedicarse a esta profesión masculina”, comenta Guardia.
En Chiriquí, había espacios firmados por Cora y Araceli. Mientras que se conoce la identidad de Cora, Araceli quedó en el anonimato.
En la ciudad de Panamá, Lola Collante escribía para la revista Cuasimodo. También lo hacía en La Estrella de Panamá. “Todas hacían mil cosas, para poder sobrevivir, así como nosotras hoy”, reconoce Aguilar.
“De acuerdo con la historiadora Yolanda Marco, Collante es la primera mujer que de dedicó al periodismo como profesión y trabajó en una sala de redacción. De nacionalidad colombiana, vivía en Panamá, y tenía un espíritu transgresor. “Era madre soltera, intelectual, una mujer de peso, con ideas comunistas. Sus columnas eran muy profundas, era muy valiente”, considera Guardia.
Georgina Jiménez, la primera socióloga panameña lanzó una revista llamada La Panameña. En ella se encontraban títulos desde “La batidora eléctrica”, hasta “Cómo votar”, cuando la mujer recién lograba el derecho de ir a las urnas. “En una entrevista para esta revista a las esposas de los candidatos presidenciales, Domingo Díaz, le advirtió a su esposa “Ten cuidado con estas intelectuales...”. destaca de la investigación, Mónica Guardia.
Como pioneras destacan también mujeres como Thelma King, Otilia Arosemena de Tejeira, María Recuero, Bertalicia Peralta, Diana Arosemena, Mélida Sepúlveda e Itzel Velásquez.
La segunda parte del libro se denomina Siete entrevistas, en las que mujeres periodistas, las primeras en especializarse en la profesión y descollar en las salas de redacción cuentan en sus propias palabras sus experiencias en este competitivo campo de trabajo.
Aguilar Nicolau entrevistó a Norma Núñez Montoto, Griselda López, Luz María Noli, Michele Labrut, Migdalia Fuentes, Dorita de Reyna e Ileana Golcher.
“Me llamó mucho la atención que la mayoría de ellas no nacieron en la ciudad de Panamá”, dice Aguilar. Guararé, Arraiján, Boquete, Chitré, Bocas del Toro. No fue necesario para ellas tener la influencia de la capital para dedicarse a la profesión. En sus vivencias queda claro que tuvieron y mantienen una gran vocación y que esta fue siempre alimentada por un mentor; para algunas de ellas su padre, como Norma Núñez Montoto o Itzel Velásquez, o un maestro. También queda claro que sus vivencias y su entorno marcaron su forma de trabajo.
Mélida Sepúlveda fue la primera mujer en lograr la dirección de un medio de comunicación. Griselda López fue jefe de redacción en La Crítica y la primera directora del sistema de Televisión Educativa Canal Once, hoy Sertv. Itzel Velásquez, Luz María Noli, Diana Arosemena y Dorita de Reyna dinamizaron los noticieros en televisión, mientras Migdalia Fuentes lo hizo en la radio así como en la prensa escrita, desde los 16 años de edad.
“Fue un trabajo muy gratificante lograr esta información y poder registrarla. Una de las cosas que me llama mucho la atención es que al “googlear”, que es regularmente lo primero que haces, no encontrabas nada de información de estas periodistas, mujeres públicas, que durante tantos años trabajaron en medios de comunicación y hay tan poca información sobre ellas...”, lamenta Aguilar. “Eso es parte del trabajo pendiente, hacer visible la representación de las mujeres panameñas, que haya más acceso a la contribución de ellas en internet, en los medios”, agrega.
“Estas mujeres no lo tuvieron fácil. Tuvieron que enfrentarse a un mundo de hombres donde eran minoría, donde las miraban con condescendencia. Debieron demostrar que eran muy capaces y dejaron su huella”, sostiene Guardia.
Para las mujeres periodistas algunas cosas han cambiado mientras que otras, no tanto. “Hay muchas mujeres en los medios, ya no es como antes que había muy pocas. Pero tenemos temas pendientes como la igualdad de salarios en posiciones iguales y un equilibrio en los puestos de mando. Casi todos los jefes son hombres”, asegura Nicolau. El machismo persiste, aunque de formas mucho más sutiles.
“Tenemos que aprender a proyectarnos más y mejor y aprender a negociar”, sugiere Aguilar. Pero las puertas ya no están cerradas y es mucho más sencillo.
“Las niñas que hoy quieren ser periodistas deben agradecer a estas mujeres que se fajaron, que lucharon, que fueron tratadas de “marimachas”, que trabajaron el doble y abrieron el camino que hoy ellas tienen”, afirma Guardia.