El Festival de Debutantes se realizó el 5 de julio en el Club Unión de Panamá. Es organizado por las Damas Guadalupanas y se realiza cada año para recaudar...
- 10/10/2010 02:00
Hace treinta años edité una publicación con el título Re-Vista con la que esperaba sentar mi "propia" trayectoria. En efecto, como todo el mundo sabe, editar una revista en Panamá, que tenga continuidad, se necesita más que una buena dosis de perseverancia, se requiere fe. Y a esa fe recurro nuevamente al nombrar esta columna Re-Vista que para mí significa volver a ver, a re-pensar, y a preguntar. Re-Vista nació en los años ochenta, década que recuerdo como muy oscura en Panamá, si no es por la existencia de escritores e intelectuales panameños que recién habían venido del exterior. Nunca olvidaré el impacto que tuvo en mí escuchar y leer a aquellos jóvenes intelectuales panameños, algunos profesores míos en la Ecuela de Sociología, como Marco Gandásegui, Carlos Castro, Gerardo Maloney, Carmén Quintero, Jorge Montalván.
Y a otros que no fueron profesores míos, pero que me abrieron como los primeros todo un mundo, con sus artículos, libros, polémicas, como fue el caso de Alfredo Figueroa Navarro, Miguel A. Bernal, Enrique Jaramillo Levi, Rafael Candanedo, Simeón González, Egbert Wetherborne. A pesar del momento terrible por el que pasaba el país, tuve el interés y la suerte de escuchar y leer lo mejor que venía de Europa, de los Estados Unidos y de América Latina. Entre algunos amigos circulaban los textos de Dahrendorf, Foucault, Althusser, Levi-Strauss, Gramschi, para dar algunos ejemplos notables, que nos alejaban de las ortodoxias en boga, de los facilismos ideológicos y de las simplificaciones tercermundistas propias de la guerra fría. En el cine universitario disfrutábamos lo mejor del cine europeo y latinoamericano de aquel entonces, Fassbinder,Wenders, Pasolini, Felini y de Rocha. Yo era especialmente un apasionado de Pasolini y, sin duda alguna, de Hanna Schygulla, la heroína. de Fassbinder.
En fin, tratábamos por aquel entonces de buscar nuevos caminos para establecer establecer preguntas. Y realmente comprender lo mejor de la tradición literaria y filosófica moderna, Flaubert, Mann, Proust, Nietzsche. Pero ya han pasado casi veinticinco años. Panamá ha cambiado muchísmo. Nosotros también. El mundo ha cambiado desde la caída del muro de Berlín en 1989. Y un buen ejemplo es que, cuando salí del país en 1987, era inimaginable una Feria del Libro. Eso solo ocurría en otros planetas y aquí no me ahorro el gesto de felicitar a todos aquellos que han estado detrás de este proyecto y, especialmente, a la profesora Emma Gómez y a Briseida Bloise. Comparado con los ochenta, cuando la literatura era casi un ejercicio de unos pocos, se encuentra hoy día un arcoiris de escritoras y escritores, de todas las edades, cuyos textos son publicados por editoriales, o por ellos mismos.
Hay de todo, para todos los gustos, y esto es positivo. Ya no vivimos en el tiempo cuando algunos se reservaban derecho de definir qué era la literatura. Hoy día hay más actores que reclaman participar en la producción y distribución de bienes tanto materiales como espirituales y todo esto implica una negociación tanto global como local.
Algunos mirarán con nostalgia hacia atrás, cuando el mundo era blanco y negro, aunque realmente nunca lo fue, y otros miramos el futuro con mucho optimismo, con las ganas de abrir esta página a la diversidad de puntos de vista, pero preocupados por hacer de este planeta, este tiempo global, un espacio habitable para todos nosotros donde impere la democracia, el talento y el respeto hacia todas las personas, consciente de que escribimos para un país que todavía tiene que resolver las aspiraciones de los desherededados de siempre, de las comunidades indígenas y negras, de dar espacios cívicos a nuevas voces, como la comunidad gay, crear verdaderas alternativas para los jóvenes, y enfrentarse al tema medio ambiental.