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- 14/04/2013 02:00
PALABRA. ‘ La Gloria’ es un típico barrio de clase media, con señoras en bata barriendo afanosamente los espaciosos portales, como si quisieran mantener a las fuerzas del cambio lejos de sus columnas y sus verjas.
Sin embargo, hay una casa en este sector de Bethania que pareciera no estar en sintonía. Es un estructura que ha ido ganando en altura con el pasar del tiempo, con cada nivel que se ha sobrepuesto a otro. En este armazón disonante, coronado por una elevada antena, tiene su origen la señal de Radio 10, la emisora de los roqueros locales.
Este es el lugar ideal para que el guitarrista y vocalista Carlos Iván Zúñiga Grifo trabaje y haga su música. Su carrera musical parece tan errática y enigmática como la mescolanza arquitectónica de la residencia que acoge la emisora donde se desempeña como productor general. El compositor se dio a conocer con la agrupación Xantos Jorge, uno de los nombres más representativos del rock nacional. Eran los años noventas y la emisora fundada por su padre, Carlos Iván Zúñiga Candanedo, se había convertido en el epicentro indiscutible de la escena roquera. Por su estudio -que se encuentra en el primer piso de la casa donde funciona Radio 10 -pasaron Emilio Regueira, ‘Lilo’ Sánchez y otros referentes del género. Posteriormente, en este mismo lugar, el conocido cantautor Carlos Méndez grabaría su primer EP.
¿Cómo puede ser que un músico que estuvo en el vórtice de la escena del rock panameño durante los noventas pase la mayor parte de sus días en un estudio que parece una cueva, componiendo en la penumbra? ¿Se puede rozar el éxito para luego abandonarlo todo en busca de una creación artística más pura y libre de compromisos?
ARTISTA EN LA MADRIGUERA
Carlos Iván entra en su estudio de grabación y aplaude. La pared de roca que se encuentra al fondo -detrás de unas cortinas y una batería- devuelve claramente el sonido que hacen sus manos. ‘Aquí han venido gente de Berklee, Boston... Me dijeron que no cambiara el estudio de aquí, que el efecto de la roca hace que la acústica sea diferente’, señala el artista. Está vestido con un suéater blanco adornado con las figuras de varios discos compactos, un jean con un cadena metálica que sobresale de uno de los bolsillos y una boina.
Unos CDs cuelgan del techo, dándole un toque psicodélico a la ‘cueva’. La decoración fue creada con un escenógrafo italiano, durante un documental que fue filmado entre los años 2007 y 2008. A lo largo del rodaje en la ‘cueva del rock’ de Carlos Iván tocaron algunos miembros de Señor Loop, Los Rabanes y Cienfue. La idea era mezclar las sesiones en vivo con imágenes y entrevistas que hicieran referencia al ‘boom inmobiliario’. La ecléctica propuesta se vio truncada cuando el director falleció, después de haber grabado una docena de programas para la televisión que nunca fue transmitido.
Pero la ‘cueva’ permaneció. En su penumbra atenuada por un foco de luz rojiza el cantautor Carlos Méndez grabó su primer EP. En una madrugada, a través de MySpace, el músico le envío el material a Tweety González, quien había trabajado con Fito Páez y Soda Stereo. Al músico argentino le atrajo de inmediato la propuesta de Méndez, tanto que produjo sus dos álbumes: De pie y Mar.
Otro de los referentes del rock nacional que ha grabado en el estudio -las paredes de la cabina están adornadas por fotografías de Victoriano Lorenzo, el ‘Ché’ Guevara, ‘Mano de piedra’ Durán, los Beatles y Timothy Leary- es ‘Lilo’ Sánchez, vocalista y guitarrista de la agrupación Señor Loop. Sánchez grabaría un par de jingles para Radio 10 como parte del proyecto ‘Loop Estudio’, en el que también participaron Carlos Iván, Iñaki Iriberri (ex Xantos Jorge y actual Señor Loop), y Jesús Caballero (ex guitarrista de Xantos Jorge). ‘Todo comenzó con un proyecto alterno a Xantos Jorge, lo hicimos para no tener que pagar más por estudios y al hacerlo se convirtió en un negocio... Pero al final como que la cosa se convirtió en más business que música, y ahí fueron donde las relaciones empezaron a deteriorarse’, detalló.
EXILIO EN EL VALLE DE LA LUNA
En el 2000 Xantos Jorge lanzó En Otro Sol, su segundo álbum y el más revolucionario hasta el momento. ‘Cuando sacamos ‘El Otro Sol’ la gente pensó que estábamos locos, porque estábamos haciendo música experimental, con efectos, con guitarra, muy cargada de arreglos... Un amigo de nosotros llegó a decir: ‘Ese disco está buenísimo, pero aquí en Panamá no va a pegar nunca...’’, rememora el músico. Después de este lanzamiento, Carlos Iván sintió que él y el tecladista Iñaki Iriberri tenían que seguir caminos diferentes. Se retiró junto a su esposa, Rocío Bordanea, a Chiriquí. Inicialmente, tenía la intención de quedarse tres meses. ‘Allá nos fuimos a vivir por cinco largos años’, cuenta Rocío con resignación.
Algunos de los temas que Rocío y Carlos Iván compusieron juntos han sido recogidos en Fotosíntesis, un álbum de 10 temas que se encuentra disponible en internet. Carlos Iván comenta que a su regreso a Panamá sintió que las ‘cosas estaban diferentes con el grupo, el manager andaba como un jinete sin cabeza...’, por lo que se concentró en el proyecto de ‘Son Azul’, que además del mercadeo musical incluye la publicación de los poemarios de Rocío.
A pesar de que extraña tocar frente a 10 mil personas -como ocurrió durante un recital de Xantos Jorge en Costa Rica- Carlos Iván ha encontrado en su esposa la compañera ideal en el arte y en la vida. De vez en cuando se reúne con sus ex compañeros de Xantos Jorge para un concierto, como el que tendrá lugar en mayo próximo en el Teatro Amador, un nuevo espacio para el arte ubicado en el Casco Viejo. ‘Yo el rock no sé si lo voy a poder dejar, porque cada vez que digo que lo voy a hacer, que digo que me voy a dedicar solamente a mi proyecto personal, viene mi banda de rock a buscarme nuevamente’, expresa. A pesar de que se encuentra enfrascado en múltiples proyectos con la emisora de su padre (incluso sale en su camioneta a buscar clientes que pauten en Radio 10), para Carlos Iván no hay otra alternativa que tocar. Que retornar a su cueva y sentarse frente al piano y colgarse la guitarra mientras hace que la guitarra ‘llore’, como enfáticamente proclama uno de los locutores que lo escucha tocar. Es el destino de todos los apasionados sin remedio.